La 'pax' europea
Dec¨ªan aquellos neocons, que marcaban la l¨ªnea de pensamiento obligatorio durante la presidencia de George W. Bush, que Estados Unidos era Marte y Europa era Venus. Pero el presidente Barack Obama, que acaba de recibir el premio Nobel de la Paz, mientras decid¨ªa el env¨ªo de 30.000 efectivos m¨¢s a Afganist¨¢n ya ensayaba aproximaciones diplom¨¢ticas a ese y a los dem¨¢s conflictos abiertos, en una l¨ªnea que rebasa la mera estrategia militar. En cuanto a la Uni¨®n Europea, los a?os de espera consumidos hasta el advenimiento del Tratado de Lisboa este diciembre no han sido de par¨¢lisis sino de ense?anza para atender a la necesidad de desplegar con autonom¨ªa efectivos bajo su propia bandera, que contuvieran o apagaran incandescencias b¨¦licas en medio mundo.
No hay una salida nacionalista a los problemas actuales en la Uni¨®n Europea
Porque nuestro compatriota Javier Solana, en los diez a?os que ha ejercido como Alto Representante para la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n, se invent¨® la Estrategia Europea de Seguridad (ESS), la cual a partir de 2003 proporcion¨® el marco para la Pol¨ªtica de Seguridad y Defensa (PESD) y para las actuaciones en la gesti¨®n de crisis, el mantenimiento de la paz y las distintas misiones cumplidas. De forma que en mayo de 2009 la UE estaba implicada en 12 misiones -dos militares, dos c¨ªvico militares y ocho civiles- de Bosnia a Georgia, de Palestina a Afganist¨¢n, de Congo al Golfo de Ad¨¦n.
De manera que la UE sostiene, conforme a la Convenci¨®n Europea de los Derechos Humanos, que los Derechos Humanos deben ser universales y en sus relaciones exteriores se compromete a esforzarse por un mundo m¨¢s justo, "libre del miedo y de la necesidad". En aras de esos objetivos, la UE financia 1.500 proyectos en unos 80 pa¨ªses mediante el Instrumento Europeo para la Democracia y los Derechos Humanos, con un presupuesto de 140 millones de euros anuales.
La Uni¨®n Europea siempre suscita las m¨¢s severas cr¨ªticas por sus insuficiencias o por sus extralimitaciones. Algunos querr¨ªan que se comportara con la coherencia de un Estado unitario y otros preferir¨ªan reducirla a una mera uni¨®n aduanera. Cuando se puso en marcha la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria y naci¨® la moneda ¨²nica, el euro, cundieron los pron¨®sticos de que se trataba de una creaci¨®n monstruosa que ser¨ªa insostenible. A?os despu¨¦s, la divisa europea compite ventajosamente y se afianza como referencia de los pagos internacionales y como moneda de reserva. La crisis en la que estamos inmersos es tambi¨¦n una buena ocasi¨®n para reflexionar qu¨¦ hubiera sido de algunas monedas soberanas si hubieran tenido que soportar determinados huracanes. As¨ª que la aparente cesi¨®n de soberan¨ªa que representaba participar en el euro se ha trocado en una ganancia real. Alg¨²n observador ha se?alado, por ejemplo, que la decisi¨®n de la retirada de las tropas espa?olas desplegadas en Irak, adoptada en 2004 por el presidente Zapatero, hubiera podido arrastrar consecuencias inaceptables para la peseta, mientras que guarecidos por el euro nada hubimos de temer.
Como sucede siempre cuando los pa¨ªses se asocian en aras de emprendimientos de mayor calado, la viabilidad del proyecto com¨²n queda en funci¨®n de la lealtad de los socios. Esa es la l¨ªnea a promover ahora que por fin la UE se ha dotado de un presidente permanente del Consejo Europeo, el anterior premier belga Herman Van Rompuy, y de una ministra de Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, que dispondr¨¢ de recursos multiplicados por su condici¨®n a?adida de vicepresidenta de la Comisi¨®n. Esta ma?ana el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, deb¨ªa ser el primero en recibir la visita de Van Rompuy. Un encuentro fijado en v¨ªsperas de la presidencia espa?ola, correspondiente al primer semestre de 2010. Buen momento para concertar posiciones y acordar prioridades. Tambi¨¦n para descartar est¨¦riles pugnas por protagonismos in¨²tiles.
Aqu¨ª la construcci¨®n europea ha suscitado siempre, incluso antes de nuestra incorporaci¨®n a la UE hace casi 35 a?os, el consenso un¨¢nime de las fuerzas pol¨ªticas y de la ciudadan¨ªa. Espa?a se ha ahorrado el euroescepticismo y algunos de sus gobiernos, como los de Felipe Gonz¨¢lez, han sabido hacer planteamientos a escala de toda la UE que han resultado de m¨¢xima validez para nuestro pa¨ªs, desde los Fondos de Cohesi¨®n a la Ciudadan¨ªa europea. No hay salida nacionalista a los problemas actuales sin que esa realidad comporte el abandono de los estrictos intereses nacionales. En cuanto a la decisi¨®n de Van Rompuy de simplificar el funcionamiento del Consejo Europeo, de circunscribir la asistencia a los primeros ministros, de evitar la acumulaci¨®n de asuntos coyunturales y de redactar conclusiones escuetas y legibles, confirma que emprende la senda adecuada. Veremos.
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