Conferencia fallida
La pugna partidista lastra la reuni¨®n de presidentes auton¨®micos e impide el consenso
La cuarta Conferencia de Presidentes auton¨®micos celebrada ayer ten¨ªa como prioridad la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas anticrisis y en particular las de fomento del empleo, que es una competencia transferida a las comunidades. No hubo acuerdo, porque los ocho presidentes del PP se abstuvieron, pese a que la resoluci¨®n recog¨ªa gran parte del dec¨¢logo propuesto con anterioridad por los populares. Este resultado aconseja revisar el modelo de las conferencias. Un acuerdo de fondo era improbable, dadas las diferencias obvias existentes entre Gobierno y oposici¨®n sobre temas como impuestos y reforma laboral; pero tambi¨¦n dados los condicionantes propios de este tipo de foros.
Por una parte, la conferencia s¨®lo tiene sentido si funciona por consenso o ampl¨ªsima mayor¨ªa. As¨ª ocurre desde luego en los sistemas federales (Alemania, Austria, Suiza) que cuentan con un foro de similar factura. Para decidir por mayor¨ªa ya est¨¢n las c¨¢maras. Por tanto, los temas a tratar deben ser susceptibles de acuerdo un¨¢nime, o casi, por lo que necesariamente ser¨¢ muy gen¨¦rico. Las conclusiones, si las hay, tendr¨¢n que ser trasladadas para su tramitaci¨®n a otras instituciones que las plasmen en resoluciones, medidas, leyes. El reproche del PP de que no ha habido propuestas concretas, est¨¢, por ello, fuera de lugar.
Por otra parte, el tema central de debate lo es tambi¨¦n del proyectado di¨¢logo social, por lo que una concreci¨®n excesiva de las propuestas dejar¨ªa sin margen a los interlocutores sociales.
En el sistema auton¨®mico espa?ol, que no cuenta con una c¨¢mara territorial propiamente dicha, la conferencia aspira a convertirse en foro de acuerdos transversales, que no reproduzcan necesariamente las mayor¨ªas del Congreso. Pero el viernes se reunieron en la sede de G¨¦nova los presidentes de autonom¨ªas gobernadas por el PP para unificar posiciones, y con el mismo objetivo las del PSOE el domingo.
Otra caracter¨ªstica de las conferencias es que son a puerta cerrada. Podr¨ªa justificarse si sirviera para facilitar acuerdos transversales; pero en la pr¨¢ctica, casi todos los participantes comprometen su posici¨®n con declaraciones previas de autoafir-maci¨®n partidista. Sobre todo los que auguran que la reuni¨®n va a ser un fracaso: ya se cuidar¨¢n ellos de que lo sea.
Pese a ello, el PP necesitaba acreditar una actitud constructiva en determinados temas (para atraerse al electorado moderado), y el Gobierno, conseguir alg¨²n acuerdo, para que la conferencia no pudiera ser considerada un fracaso total. Del cruce de ambas necesidades nacieron acuerdos un¨¢nimes sobre la presidencia espa?ola de la UE (trasladando al foro auton¨®mico el ya alcanzado por los grupos en el Congreso) y una declaraci¨®n contra la violencia machista, tema sobre el que Zapatero se comprometi¨® en 2008 a convocar una conferencia monogr¨¢fica. Pero no lo hubo sobre el objetivo central de la reuni¨®n. Convocarla sin haber madurado previamente el acuerdo, sobre una propuesta conocida por los presidentes, fue un error.
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