Pedagog¨ªa futbol¨ªstica
La decimocuarta jornada de la Liga de f¨²tbol ha despertado demonios de incivilidad. Al portero del Mallorca, Aouate, le llamaron "jud¨ªo cabr¨®n" algunos hinchas de Osasuna; el ¨¢rbitro, puntilloso ¨¦l, asegura que los insultos cesaron despu¨¦s de que el delegado de campo pidiera por megafon¨ªa que se acabaran tan repugnantes insultos. Aficionados del Barcelona simularon gru?idos simiescos dirigidos a Kameni, el portero del Espa?ol; ser¨ªa aconsejable fotografiar a tan cultos espectadores aullando como monos y colgar la fotograf¨ªa en Internet, para que se aprecie que en un campo de f¨²tbol tambi¨¦n hay animales, como en el zoo. Seguidores del Sporting de Gij¨®n y del Sevilla se rompieron la cara antes del encuentro (una docena de heridos), una prueba suficiente de que el f¨²tbol, tal como ellos lo entienden, une a los pueblos. En Valencia, un ni?o se dedic¨® a insultar a Iker Casillas, el portero del Real Madrid. Le dec¨ªa "payaso", "gitano" o "puta mona", jaleado gozosamente por los espectadores de su entorno. Cuando Casillas le recrimin¨® su actitud ("Ten m¨¢s educaci¨®n, que s¨®lo tienes 10 a?os") el ni?o se descolg¨® con un argumento que, junto a los insultos, debe de haber aprendido de sus mayores: "?Vete all¨ª a re?ir a los Ultra Sur. All¨ª no tienes huevos!".
El retrato no miente: el f¨²tbol espuma racismo y violencia con la eficacia del procedimiento Ludovico de La naranja mec¨¢nica. Los padres del ni?o valenciano y sus educadores deber¨ªan comparecer en audiencia p¨²blica para explicar a soci¨®logos y antrop¨®logos c¨®mo se empieza desde la ni?ez por tildar de payaso y gitano (delet¨¦rea mezcla de desprecio y racismo) a un portero de f¨²tbol, se contin¨²a llamando jud¨ªo cabr¨®n a otro, se sigue a torta limpia con los hinchas rivales y se culmina una vida de ocio cultural en las gradas de un estadio aullando como un simio.
Toda una prometedora vida de vilezas cubierta por la tonta coartada de que el f¨²tbol libera tensiones y a pesar de que las autoridades deportivas (europeas) exigen que el ¨¢rbitro pare el partido cuando se oigan insultos racistas. Por desgracia, parece que las autoridades deportivas espa?olas consideran que el f¨²tbol admite un porcentaje holgado de vandalismo y suciedad moral; y as¨ª se hacen c¨®mplices de la mugre.
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