Chile, 'desconcertado'
Se busca: un nuevo Chile, pero no muy distinto del que a¨²n est¨¢ en el poder; a quien lo encuentre se le recompensar¨¢ con un saco de votos. Y gane quien gane la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el pr¨®ximo 17 de enero, sea la derecha que representa desde el centro el multimillonario Sebasti¨¢n Pi?era, o la izquierda euro-educada, que encarna el democristiano e igualmente centrista Eduardo Frei, una cierta manera de gobernar habr¨¢ pasado a mejor vida tras el enfrentamiento electoral del pasado domingo: la Concertaci¨®n -formada por la democracia cristiana y el partido socialista, m¨¢s dos partidos menores- que nunca hab¨ªa sido derrotada y gobierna tras el restablecimiento de la democracia en 1990, mal lo tiene para sobrevivir si no logra reinventarse; y complicado tambi¨¦n parece el futuro para la coalici¨®n triunfadora, que forman Renovaci¨®n Nacional (RN), dirigida por Pi?era, y la Uni¨®n Democr¨¢tica Independiente (derecha-derecha), que valoran diferentemente la dictadura del general Pinochet (1973-1989). El cambio no consiste, sin embargo, en que el gran favorito sea el candidato liberal-conservador, que obtuvo un 44% de votos, sino que lo que concluy¨® el domingo fue la transici¨®n de la transici¨®n.
Lo que concluy¨® con las elecciones del pasado domingo es la transici¨®n de la transici¨®n
La Concertaci¨®n es la creadora del Chile pos-Pinochet; como ocurre en Argentina con el peronismo y en Colombia con el partido liberal -en ambos casos salvando medianos abismos- casi todo procede o ha pasado en la pol¨ªtica del pa¨ªs por la exitosa coalici¨®n de centro-izquierda. De los cuatro principales candidatos de la primera vuelta, tres son o han sido miembros de la Concertaci¨®n: Frei, que ya fue presidente en 1994-2000, e hijo de Frei Montalva, tambi¨¦n jefe de Estado; Marco Enr¨ªquez Ominami, que s¨®lo en junio pasado abandon¨® el partido socialista y sin organizaci¨®n pol¨ªtica propia, apenas apostando a la fatiga del metal del Gobierno, qued¨® tercero con un 20% de papeletas, pero a 10 puntos de Frei, que disputar¨¢ el asalto final a la derecha; y Jorge Arrate, comunista, con un 6% de votos, que asimismo procede de la coalici¨®n. Pi?era hab¨ªa comprendido que para ganar ten¨ªa que morder en el voto desgastado de la agrupaci¨®n gobernante, y as¨ª supo atraerse a formaciones regionales como Fuerza del Norte del senador Carlos Cantero; democristianos extenuados de dos presidencias socialistas consecutivas (Ricardo Lagos y Michelle Bachelet) al tiempo que esc¨¦pticos de Frei; y hasta jirones de Concertaci¨®n como Fernando Flores, fundador de un nuevo partido, Chile Primero, que fue ministro de Salvador Allende, estuvo preso y pas¨® 14 a?os en el exilio, tras el golpe militar de 1973. S¨ªntoma inequ¨ªvoco, como dice el comentarista H¨¦ctor Soto, de que "la Concertaci¨®n se desangra".
Las grietas en el mecano gobernante ya hab¨ªan aparecido cuando los radicales (PRSD) y PPD presentaron listas propias en las municipales de octubre de 2008, y en julio pasado el primero de ellos entretuvo la idea de ir por separado a las presidenciales. Tanto Pi?era como Ominami han contribuido poderosamente a una voladura de momento controlada del sistema de partidos. El neol¨ªder izquierdista, de 36 a?os, muy af¨ªn a la presidenta Bachelet, parece algo m¨¢s que un grav¨ªsimo incordio electoral. Como dice su bi¨®grafo del instante, Patricio Navia: "Lo suyo es salirse de la Concertaci¨®n, para volver a ella"; es decir, para reconstruirla, quiz¨¢ a base de ese opi¨¢ceo hoy tan com¨²n que es la juventud, a favor de una socialdemocracia a¨²n m¨¢s a la europea.
Y cabe esperar de todo ello una reconfiguraci¨®n del panorama pol¨ªtico con la separaci¨®n de elementos constituyentes no s¨®lo de la coalici¨®n de izquierda, sino que tambi¨¦n de la derechista, con el eventual distanciamiento entre la RN de Pi?era, antipinochetista activo, y UDI que no mira hacia atr¨¢s con ira. ?stas han sido las primeras elecciones tras el fallecimiento del general golpista, y aunque su sombra hab¨ªa dejado de planear sobre el poder, hay algo simb¨®lico en que el sistema sea capaz de generar una alternancia entre derecha e izquierda. Por eso, si los primeros a?os noventa en que el general acot¨® los l¨ªmites de una democracia que se alejaba con tacto de la dictadura, fueron una transici¨®n inicial, la derrota electoral de la coalici¨®n gobernante, da fin a la transici¨®n de la transici¨®n. Ahora lo que hay que buscar es una segunda respiraci¨®n para Chile, distinta pero no distante de la primera, porque capitalismo y pol¨ªtica social van a seguir estando donde estaban. El centro-izquierda hizo lo que de ¨¦l se esperaba; y por eso podr¨¢n recuperar la libertad de acci¨®n sus elementos componentes.
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