La mirada hemipl¨¦jica
Sobre el siglo XX se extiende todav¨ªa una mirada hemipl¨¦jica. Sabemos todo del nazismo. Millares de libros y pel¨ªculas han conseguido desbrozar hasta el ¨²ltimo detalle del Holocausto. Los campos de exterminio son lugares de la memoria conocidos por todos los europeos. Los grandes temas de la historia de los totalitarismos fascistas se han incorporado a la iconograf¨ªa y al cat¨¢logo de ideas recibidas de la cultura popular. No ocurre lo mismo con el otro imperio totalitario que domin¨® en el Este europeo durante un periodo mucho m¨¢s largo que el nazismo, ni con su rastro millonario de v¨ªctimas, en buena parte todav¨ªa pendientes de recuento y reconocimiento. Al contrario, todav¨ªa hoy en Rusia se pretende mantener una memoria simp¨¢tica de Stalin que minimiza sus fechor¨ªas. La salvaci¨®n hist¨®rica de aquel monstruoso dictador forma parte, incluso, del putinismo hoy en el poder; algo perfectamente coherente con el papel de los servicios secretos sovi¨¦ticos en la construcci¨®n de la Rusia actual, como vivero de la burgues¨ªa de Estado que controla la econom¨ªa privada y la Administraci¨®n p¨²blica.
La plena unificaci¨®n europea tambi¨¦n exige unificar el recuerdo de los dos totalitarismos
La concesi¨®n del Premio S¨¢jarov a Memorial es todo un gesto contra la mirada hemipl¨¦jica. No es una novedad: el primer galard¨®n en 1988 fue para el surafricano Nelson Mandela y para el ucranio Anatoli Marchenko, este ¨²ltimo el ¨²nico premiado a t¨ªtulo p¨®stumo, pues muri¨® en prisi¨®n, en 1986 y bajo Gorbachov, como resultado de una huelga de hambre a favor de la liberaci¨®n de los prisioneros pol¨ªticos; y m¨¢s recientemente, en 2002, lo recibi¨® el disidente cubano Oswaldo Pay¨¢. Tampoco es novedad la virtud de su inoportunidad pol¨ªtica. Ya lo fue premiar a Hu Jia, prisionero y disidente chino, el pasado a?o, algo que molest¨® sobremanera al r¨¦gimen de Pek¨ªn. Y ahora, en el momento mismo en que Washington reinicia sus lazos con Mosc¨² y se multiplican las zalamer¨ªas europeas con quienes tienen la mano en los grifos de nuestra energ¨ªa, los parlamentarios europeos salen con esta pata de banco. La iniciativa del Parlamento Europeo va a contracorriente y no atiende a los requerimientos de la diplomacia europea ni al realismo pol¨ªtico al uso.
Memorial es todo lo contrario del KGB, el nombre m¨¢s conocido de la polic¨ªa pol¨ªtica sovi¨¦tica. Tiene unos principios que son el reverso de los servicios secretos de donde sali¨® Putin: el respeto incondicional de los derechos humanos, la vida y la libertad de las personas; y su concepci¨®n de la historia como un conjunto indisoluble que forman presente, pasado y futuro. La imbricaci¨®n entre la mirada sobre el pasado y la vigilancia sobre el presente tiene todo el sentido para esta organizaci¨®n militante. Es una de las cosas que la diferencian de otras asociaciones similares de otros pa¨ªses. Pero no la ¨²nica: Memorial suma a ciudadanos de todas las ideolog¨ªas; y no act¨²a en un solo pa¨ªs, Rusia, sino sobre un territorio internacional. Adem¨¢s, el periodo de tiempo que le interesa es extenso y remoto, sin atender a prescripciones ni puntos finales. La hambruna de Ucrania (Holodomor) se remonta a 1932. Las primeras matanzas y campos como los que formaron luego el Gulag pertenecen a los primeros a?os de la revoluci¨®n sovi¨¦tica y de la guerra civil rusa.
?Cabe imaginar una vigilancia sobre el presente ruso que extienda una amnist¨ªa sobre el tenebroso pasado sovi¨¦tico? ?O una visi¨®n sobre el pasado que desatienda el actual estado de los derechos humanos? No puede esconderse la continuidad entre aquel pasado y este presente. El pasado ruso, en buena parte oculto bajo los mitos antifascistas, es tambi¨¦n el pasado de Europa. Al igual que el anticomunismo sirvi¨® en la posguerra mundial para ocultar cr¨ªmenes fascistas, ahora desde Mosc¨² se intenta que la mitolog¨ªa antifascista sirva para frenar la labor de la memoria sobre el pasado estalinista.
La labor de Memorial es de trascendencia europea. Las relaciones entre Rusia y la UE tambi¨¦n dependen de que el ¨¦xito acompa?e su labor admirable. Una estrecha asociaci¨®n con el gran pa¨ªs europeo que es Rusia, del tipo que sea, s¨®lo ser¨¢ posible desde una asunci¨®n del pasado estalinista por parte de todos los europeos como la que se ha producido respecto al nazismo. La plena unificaci¨®n europea es tambi¨¦n una labor de unificaci¨®n de la memoria, algo que no puede conseguirse si no se desacoplan las ideolog¨ªas contrapuestas que justifican el olvido de uno de los dos totalitarismos a trav¨¦s del conocimiento exhaustivo del otro.
Nada se puede construir sobre el desprecio y el olvido. La primera UE se fundament¨® en la reconciliaci¨®n franco-alemana y tuvo en la memoria de los fascismos su piedra de toque. La actual, con sus socios del antiguo bloque sovi¨¦tico, no culminar¨¢ su unidad mientras persista esa mirada hemipl¨¦jica que impide iluminar los agujeros negros de la memoria del comunismo con la misma intensidad con que se ha hecho con el nazismo.
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