Perro muerde perro
Dice la sabidur¨ªa popular que no debes morder la mano que te da de comer. Los perros incluso la lamen. Esperanza Aguirre ha conseguido reclutar a toda una jaur¨ªa de fieles canes, h¨ªbridos seleccionados de animal de presa y de compa?¨ªa, como esos bulldogs enanos, tan de moda entre los que utilizan sus mascotas como complementos de dise?o. Aunque la autocomplacencia y la sensaci¨®n de control sobre sus camadas halague el ego superlativo de la presidenta, el exceso de celo de sus irreductibles lacayos puede acarrear m¨¢s dem¨¦ritos que r¨¦ditos. Cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid oye hablar de sindicalistas echa mano a sus prejuicios, neoliberales hasta que no se demuestre lo contrario, y se demuestra cada vez que ella necesita tirar de las riendas e imponerse a golpe de decretazo autoritario. El tren de Albacete, convoy fletado por CC OO, para trasladar a la capital, madre de todas las manifestaciones, a sus militantes y simpatizantes, fue comparada, con desinformaci¨®n y alevos¨ªa, por un presentador de Telemadrid, con las multitudinarias y tumultuarias manifestaciones de la plaza de Oriente de Madrid, ba?os de masas, orquestados por los turiferarios del caudill¨ªsimo para ungir con sus babeantes efusiones al magn¨ªfico s¨¢trapa.
Financiar excursiones y repartir bocadillos para incentivar la participaci¨®n ciudadana en las demostraciones populares es una pr¨¢ctica, mala pr¨¢ctica, anclada en las tradiciones y contradicciones m¨¢s rancias de la pol¨ªtica considerada como una de las malas artes, pr¨¢ctica en la que se curtieron, y se curten, mun¨ªficos y prol¨ªficos, caciques y caciquillos, de la derecha ultramontana a la izquierda vergonzante. De los 57.000 manifestantes que se convocaron en Madrid para pedir empleo y medidas sociales, puede que alguno se vendiera, alquilara, por un plato de lentejas y una visita a Madrid, puede que existan individuos dispuestos a abusar de la generosidad de los convocantes, tipos que lo mismo asisten a una concentraci¨®n apost¨®lica contra el aborto que a una convocatoria contra la guerra de Afganist¨¢n y de paso aprovechan para visitar a los parientes y fotografiarse con la Cibeles, pero esos est¨®magos agradecidos son siempre minor¨ªa y apenas hacen bulto. En estos tiempos en los que los l¨ªderes de las dos centrales sindicales mayoritarias se muestran melifluos y complacientes, o dialogantes y conciliadores, con los empresarios y comparten con ellos algo m¨¢s que bocadillos en las mesas de negociaci¨®n, presentarlos como peligrosos revolucionarios, saboteadores y revanchistas, no pasa de ser una alucinaci¨®n colectiva, una manipulaci¨®n extravagante propia de los medios de desinformaci¨®n, de los medios de formaci¨®n de masas como les llama el profesor Garc¨ªa Calvo.
Entre los ¨²ltimos rifirrafes crecidos en el entorno y al amparo de nuestra televisi¨®n auton¨®mica, el m¨¢s sonado fue el inducido por la presunta agresi¨®n f¨ªsica al legionario Hermann Tertsch, por motivos "ideol¨®gicos" en la madrugada bronca de un bar de copas. El incidente, desmentido por el propio incidentado, adquiri¨® proporciones dram¨¢ticas tras la intervenci¨®n de Esperanza Aguirre que, al grito de a m¨ª la Legi¨®n, achac¨® el lamentable suceso a la influencia de El Gran Wyoming, que en su programa El intermedio hab¨ªa glosado y parodiado el ardor guerrero de Tertsch, dispuesto a terminar, personalmente y de uno en uno, con los terroristas de "Al Queda" y con cuantos se opongan al avance de la civilizaci¨®n cristiana, occidental y neoliberal. No se sabe si el periodista petardista sigue difundiendo su mensaje fuera de horas de trabajo en los bares nocturnos, pero aunque as¨ª fuera el "atentado" del bar de la calle del Almirante tuvo poco que ver con cuestiones ideol¨®gicas y el agresor no fue un fan¨¢tico islamista, sino un taburete envenenado que se cruz¨® en su trayectoria descendente. Hermann siempre ha tenido problemas de equilibrio.
La iron¨ªa, escribe Jankelevitch, es una conciencia tranquila que se r¨ªe y El Gran Wyoming cultiva esa virtud con aplicaci¨®n y desparpajo. Pero cuando el receptor de la iron¨ªa no puede o no quiere, captar el juego, el recurso ir¨®nico se convierte en un insulto inaceptable, la iron¨ªa necesita de la inteligencia del p¨²blico para producirse. Como demostraci¨®n de lo que es iron¨ªa, El Gran Wyoming anunci¨® en su programa del pasado lunes que estaba dispuesto a asesinar a C¨¢ndido M¨¦ndez con un hacha y causando gran efusi¨®n de sangre. Que cuente conmigo para recoger sus pedazos.
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