Sabina igual a s¨ª mismo
Serrat y Estopa aparecieron por sorpresa en el Sant Jordi
Con las entradas agotadas, unas quince mil personas sentadas, Joaqu¨ªn Sabina sali¨® al escenario del Sant Jordi m¨¢s a cosechar que a sembrar. El de ayer fue un concierto basado en la complicidad pero que concluy¨® por todo lo alto con los temas m¨¢s emblem¨¢ticos de su repertorio y, sobre todo, con las apariciones sorpresa de Joan Manuel Serrat y Estopa. El Sant Jordi en pie cant¨® con ellos y se vino abajo.
El concierto hab¨ªa empezado con quince minutos de retraso y a los acordes de Lili Marlen. El de ?beda, tocado con su t¨®pico bomb¨ªn (a la entrada los vend¨ªan piratas a cinco euros), atac¨® ya de entrada el single de su ¨²ltimo disco: Tiramis¨² de lim¨®n.
Un enorme escenario con fondo urbanita de terrados rodeaba a Sabina. Dos pantallas en los extremos no se perd¨ªan ninguno de sus gui?os y una magn¨ªfica sonorizaci¨®n completaba la propuesta esc¨¦nica.
En ese ambiente, algo fabril y comiquero, los temas recientes sirvieron de p¨®rtico a todos los t¨®picos sabineros que fueron repetidamente coreados por la audiencia. Dedic¨® el concierto a Leonard Cohen, confes¨® componer siempre la misma canci¨®n, rim¨® hasta las presentaciones y no abandon¨® en ning¨²n momento la sonrisa c¨ªnica.
Un Sabina al cien por cien, lo que esperaban los asistentes, que no present¨® nada nuevo a pesar de cantar pr¨¢cticamente todos los temas de Vinagre y rosas. Canciones que giran alrededor de su mundo personal sin desviarse para nada de lo conocido. A pesar de ello, ninguna consigui¨® levantar al p¨²blico, algo que s¨ª suced¨ªa con las viejas, como sucedi¨® ya en la primera parte al sonar Por el boulevar de los sue?os rotos y Llueve sobre mojado. Este tema marc¨® un entreacto amenizado por la banda con un par de temas intrascendentes mientras el maestro descansaba.
El regreso fue ya apote¨®sico. Guitarra negra, taburete y un magn¨ªfico Y sin embargo te quiero con su corista (en realidad fue Olga Rom¨¢n la que se llev¨® el gato al agua). A partir de ah¨ª, Sabina cant¨® tanto como su p¨²blico, barrido constantemente por focos blancos que repart¨ªan el protagonismo entre todos los presentes. Incluso par¨® la m¨²sica para o¨ªrles.
Buena parte de la pista acab¨® de pie bailando antes de que Calle Melancol¨ªa (se encendieron mecheros) y las apariciones de Serrat (cantaron Contigo) y Estopa (19 d¨ªas y 500 noches) marcaran una recta final tan previsible como apote¨®sica que estuvo coronada con un Princesa y Noches de boda que lo puso todo patas arriba.
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