?Est¨¢ Lorca en Cuelgamuros?
?D¨®nde est¨¢n los restos de Lorca? es la pregunta del d¨ªa en Granada y en Madrid. Hace ya seis a?os, la enigm¨¢tica escritora Mar¨ªa Luna public¨® en la editorial madrile?a Word & Image su libro de poemas ?D¨®nde est¨¢ mi sepultura? tomando prestado su t¨ªtulo de un verso de Lorca. En 2006, Mar¨ªa Luna publicaba en ?aque Editora su obra teatral El poeta cautivo, en la que se niega, hace ya tres a?os, el enterramiento de Lorca en la fosa de Alfacar. Ayer, la consejera andaluza de Justicia, Bego?a ?lvarez, hizo p¨²blica la informaci¨®n de que los restos del escritor espa?ol m¨¢s internacional del siglo XX no yacen en la zona donde se cre¨ªa que estaba enterrado desde hace 73 a?os. Mar¨ªa Luna, hace ya un tiempo, cuando la familia de Lorca se negaba a dar su consentimiento para que se exhumaran los restos de Lorca supuestamente enterrados en la fosa de Alfacar, a nueve kil¨®metros de Granada, deb¨ªa pensar que la familia denegaba su permiso porque sab¨ªa que el poeta no estaba enterrado all¨ª. Y ?d¨®nde est¨¢ enterrado Lorca?, le pregunto al espectro de Mar¨ªa Luna yo que sue?o con escribir una novela negra de la estirpe de las que escribe el gran Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu, como, por ejemplo, No acosen al asesino. Y Mar¨ªa Luna, con el aplomo con el que hablan los fantasmas, me contesta que Lorca puede estar enterrado en el valle de Cuelgamuros. Y, al llegar a ese punto, me cuenta una historia del traslado del cad¨¢ver de Lorca desde Granada al madrile?o valle de Cuelgamuros, una historia tan fascinante como no f¨¢cilmente cre¨ªble.
Llora en estos momentos l¨¢grimas negras Ian Gibson por su error en la localizaci¨®n de los restos
Como escrib¨ªa ayer desde Sevilla en EL PA?S Javier Mart¨ªn-Arroyo en su excelente cr¨®nica titulada Los restos de Lorca no est¨¢n en la fosa de Alfacar, a partir de ahora a los historiadores se les abre una infinidad de interrogantes. He aqu¨ª unas preguntitas nada sencillas de responder: ?d¨®nde se enterraron el cuerpo de Lorca y los de las otras v¨ªctimas ejecutadas con ¨¦l? ?Fueron trasladados los cad¨¢veres tras su inhumaci¨®n? ?Qui¨¦n dio la orden de exhumarlos y qui¨¦n la ejecut¨®?
Mi admirado Ian Gibson, a quien salud¨¦ en el extraordinario Homenaje Musical a Manuel Gas que el Teatro Espa?ol rindi¨® a este extraordinario maestro, el lunes pasado, presentado por su hermano Mario Gas, en estos momentos no debe sentirse muy bien. Su tesis de que los restos de Lorca estaban en la fosa de Alfacar se ha ido a criar malvas qui¨¦n sabe si en Cuelgamuros, en Guadalix de la Sierra o en la Pamplona natal de la fant¨¢stica helenista Alicia Villar Lecumberri que, en estos momentos, es noticia.
En la Biblioteca Hist¨®rica Marqu¨¦s de Valdecilla, la biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), de la calle Noviciado, 3, Alicia Villar present¨®, el mi¨¦rcoles pasado, su Literatura griega contempor¨¢nea (De 1821 a nuestros d¨ªas), una magn¨ªfica historia, de casi 600 p¨¢ginas, de la literatura hel¨¦nica que, partiendo del romanticismo, llega ya no s¨®lo hasta hoy, sino hasta ma?ana por la tarde. El embajador de la Rep¨²blica Hel¨¦nica, Nicholas Zafiropoulos, abri¨® el acto elogiando este libro, que es el primero de esta estirpe que escribe un historiador hispanohablante, y continuaron las loas de Salvador Est¨¦banez, delegado del Gobierno de Navarra en Madrid, de Jos¨¦ Manuel Luc¨ªa, profesor de la UCM y escritor, y de Basilio Rodr¨ªguez Ca?ada, codirector de Sial Ediciones, la editorial que ha publicado este libro subvencionado por el Gobierno de Navarra.
Llora en estos momentos l¨¢grimas negras Ian Gibson por su error en la localizaci¨®n de los restos de Lorca y yo tambi¨¦n debo ahora excusarme por un reciente error cometido en estas mismas p¨¢ginas. En mi art¨ªculo El gran Antonio L¨®pez Eire, publicado en esta misma secci¨®n Madrid de EL PA?S (5-12-2009), perpetr¨¦ un error de informaci¨®n por el que pido perd¨®n a los lectores y a los familiares de este extraordinario catedr¨¢tico de griego de la Universidad de Salamanca, fallecido en accidente de tr¨¢fico el 21 de septiembre de 2008. Como dec¨ªa en el mencionado art¨ªculo, tecle¨¦ en Google el nombre Antonio L¨®pez Eire y de las noticias de prensa que me proporcion¨® este buscador de Internet di los datos del accidente. Bas¨¢ndome en una fuente err¨®nea, facilitada por Google, escrib¨ª que, en el accidente, su esposa hab¨ªa sufrido lesiones y que Antonio L¨®pez Eire hab¨ªa atropellado a una mujer. Era cierta la informaci¨®n relativa a las lesiones de su esposa. Pero era falsa la informaci¨®n relativa al atropello de una mujer. He tecleado de nuevo en Google el nombre de Antonio L¨®pez Eire para encontrar el art¨ªculo del que tom¨¦ la informaci¨®n err¨®nea. Google da para Antonio L¨®pez Eire 342.000 entradas. Lamento no haber podido hallar en esa selva mi fuente err¨®nea. El helenista fallecido, por cierto, estaba leyendo en sus ¨²ltimos d¨ªas de vida la novela negra No acosen al asesino, de Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu.
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