Financiaci¨®n frente al cambio clim¨¢tico
Ahora es generalmente aceptado que los pa¨ªses desarrollados tendr¨¢n que hacer una contribuci¨®n financiera significativa para que el mundo en desarrollo pueda encarar el cambio clim¨¢tico. Se necesitan fondos para invertir en nuevas fuentes de energ¨ªa bajas en carbono, reforestaci¨®n y protecci¨®n de las selvas tropicales, cambios en el uso del suelo, as¨ª como adaptaci¨®n y mitigaci¨®n. No obstante, no existe el mismo consenso en cuanto a la fuente de este financiamiento.
Los pa¨ªses desarrollados son reacios a asumir compromisos financieros adicionales. Sus deudas nacionales acaban de experimentar un aumento importante, y a¨²n tienen que estimular sus econom¨ªas internas. Esto influye en sus actitudes. Parece que lograr¨¢n improvisar un "fondo de arranque" de 10.000 millones de d¨®lares anuales durante los pr¨®ximos a?os pero sus presupuestos nacionales no pueden abarcar m¨¢s. Es poco probable que esto sea suficiente para los pa¨ªses en desarrollo.
Que los pa¨ªses desarrollados presten 100.000 millones de d¨®lares en DEG a 25 a?os para un fondo ambiental
El FMI podr¨ªa utilizar sus reservas en oro como garant¨ªa del reembolso del capital y del pago de intereses
Pienso que esta cantidad podr¨ªa por lo menos duplicarse y garantizarse por un periodo m¨¢s largo. Los gobiernos de los pa¨ªses desarrollados est¨¢n partiendo de la idea err¨®nea de que los fondos deben salir de sus presupuestos nacionales. Sin embargo, eso no es as¨ª. Ya tienen el dinero. Est¨¢ guardado sin usar en sus cuentas de reservas en el Fondo Monetario Internacional. Gastarlo no aumentar¨ªa el d¨¦ficit fiscal de ning¨²n pa¨ªs. Lo ¨²nico que tienen que hacer es disponer del dinero.
En septiembre de 2009, el FMI distribuy¨® a sus miembros 283.000 millones de d¨®lares en Derechos Especiales de Giro (DEG), un instrumento financiero arcano, pero que en esencia constituye divisas adicionales. Estos derechos pueden utilizarse s¨®lo para convertirlos en una de cuatro divisas, tras lo cual empiezan a generar intereses a una tasa combinada de los bonos del tesoro de esas cuatro divisas. En estos momentos, la tasa es inferior al 0,5%.
De los 283.000 millones de d¨®lares recientemente distribuidos en DEG, m¨¢s de 150.000 millones se destinaron a las 15 econom¨ªas desarrolladas m¨¢s grandes. Estos DEG estar¨¢n en gran parte sin utilizarse en las cuentas de reserva de estos pa¨ªses, que en realidad no necesitan de ninguna reserva adicional.
Propongo que los pa¨ªses desarrollados -adem¨¢s de crear un fondo r¨¢pido de arranque de 10.000 millones de d¨®lares al a?o- unan fuerzas y presten 100.000 millones de d¨®lares en DEG a 25 a?os para crear un fondo ambiental especial para el mundo en desarrollo. El fondo ayudar¨ªa a poner en marcha proyectos de silvicultura, agricultura y uso del suelo -¨¢reas que ofrecen un gran potencial para reducir o mitigar las emisiones de carbono, y que podr¨ªan producir ganancias sustanciales en los mercados de carbono.
Las ganancias que esos fondos podr¨ªan generar van mucho m¨¢s all¨¢ del tratamiento de las emisiones de carbono. Las ganancias por los proyectos del uso del suelo, por ejemplo, tambi¨¦n podr¨ªan incluir el potencial para crear medios de vida rurales m¨¢s sustentables, producir cosechas agr¨ªcolas mayores y m¨¢s resistentes y generar empleo rural.
?sta es una idea simple y pr¨¢ctica que ya tiene precedentes. El Reino Unido y Francia prestaron 2.000 millones de d¨®lares en DEG cada uno a un fondo especial del FMI para apoyar los pr¨¦stamos en condiciones favorables a los pa¨ªses m¨¢s pobres. En ese momento, el FMI asumi¨® la responsabilidad por el capital y los intereses de los DEG. Lo mismo podr¨ªa hacerse en este caso.
Tambi¨¦n propongo que los Estados miembros acepten usar las reservas en oro del FMI para garantizar el pago de intereses y el reembolso del capital. El FMI posee mucho oro -m¨¢s de cien millones de onzas- que figura en libros a costo hist¨®rico. Por lo tanto, con los actuales precios del mercado, se cotiza a m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares por encima de su valor contable. Ya se ha decidido utilizarlo en beneficio de los pa¨ªses menos desarrollados. El fondo ambiental propuesto cumplir¨ªa este requisito.
Esto quiere decir que los pa¨ªses desarrollados que presten DEG no asumir¨ªan gastos por concepto de intereses ni responsabilidades por el reembolso. Hay algunos problemas t¨¦cnicos serios en lo relativo a la compensaci¨®n de los gastos por intereses con los ingresos por intereses, en particular en Estados Unidos, pero el efecto neto ser¨ªa neutro. Estas dificultades t¨¦cnicas ya han obstaculizado intentos anteriores de dar un uso pr¨¢ctico a los DEG, pero no es el caso del fondo ambiental propuesto.
Hay tres argumentos poderosos a favor de esta propuesta. Primero, el fondo ambiental podr¨ªa ser de car¨¢cter autofinanciable o incluso rentable; se usar¨ªa muy poco oro -si acaso- del FMI.
Segundo, los proyectos producir¨¢n ganancias s¨®lo si los pa¨ªses desarrollados cooperan en el establecimiento del tipo correcto de mercados de carbono. La creaci¨®n del fondo ambiental supondr¨ªa impl¨ªcitamente un compromiso para ello al poner en riesgo las reservas de oro del FMI.
Finalmente, este dinero estar¨ªa disponible ahora y ayudar¨ªa a poner en marcha proyectos de ahorro de carbono.
Por todas estas razones, los pa¨ªses desarrollados deber¨ªan aceptar mi propuesta. La cuesti¨®n fundamental es que se puede aumentar significativamente el monto disponible para luchar contra el calentamiento global en el mundo en desarrollo utilizando las asignaciones existentes de DEG y garantizando el pago de los intereses con las reservas de oro del FMI.
Lo ¨²nico que hace falta es la voluntad pol¨ªtica. El simple hecho de que utilizar los DEG requiere la aprobaci¨®n del Congreso en Estados Unidos garantiza que nada suceder¨¢ si no hay presi¨®n p¨²blica -incluyendo la presi¨®n de los pa¨ªses en desarrollo-. No obstante, podr¨ªa significar la diferencia entre el ¨¦xito y el fracaso en cumbres como la de Copenhague.
George Soros es presidente de Soros Fund Management y del Open Society Institute. Su libro m¨¢s reciente es The Crash of 2008. Copyright: Project Syndicate, 2009. www.project-syndicate.org Traducci¨®n de Kena Nequiz.
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