Obama sabe jugar a todas las bandas (y ganar)
La actuaci¨®n de Barack Obama en Copenhague, concentrada en unas pocas horas de una intensidad extenuante, result¨® decisiva para salvar la Cumbre del Clima. Al margen de la calidad del acuerdo alcanzado, la reuni¨®n -esas trascendentales 11 horas en particular- demostr¨® que la Administraci¨®n norteamericana est¨¢ ahora del lado de los que buscan soluciones y, por primera vez, uni¨® en los mismos prop¨®sitos a pa¨ªses desarrollados y emergentes que antes s¨®lo intercambiaban reproches.
Como dijo Obama, con gesto de agotamiento, antes de regresar a Washington, "por primera vez en la historia, todas las grandes econom¨ªas han aceptado juntas su responsabilidad para hacer frente a la amenaza del cambio clim¨¢tico".
La diplomacia de EE UU negoci¨® durante once horas fren¨¦ticas
El presidente se col¨® en una reuni¨®n para presionar a Sur¨¢frica, China, Brasil e India
?C¨®mo se lleg¨® a ese compromiso? ?Qui¨¦nes jugaron en contra y qui¨¦nes a favor de evitar un fracaso total en Copenhague? El relato de algunos asesores de Obama que participaron en los debates ayuda a reconstruir lo que pas¨® en esas horas fren¨¦ticas de la tarde y noche del viernes en las que se fragu¨® un acuerdo ins¨®lito tras unas escenas de diplomacia a¨²n m¨¢s inveros¨ªmil.
Obama lleg¨® a Copenhague, como dej¨® claro en su discurso ante el pleno, para presionar a China sobre la necesidad de aceptar alguna forma de control sobre las promesas de recorte de emisiones que el Gobierno de ese pa¨ªs viene haciendo. ?se era su objetivo principal y, por eso, su primera reuni¨®n bilateral fue con el primer ministro chino, Wen Jiabao. El encuentro fue dif¨ªcil. Obama abord¨®, en efecto, el asunto de la transparencia y el control, y Wen, poco habituado a discusiones tan francas, no se dio por aludido.
Tard¨® poco el presidente norteamericano en comprender el grado de irritaci¨®n de su interlocutor. Apenas unos minutos despu¨¦s de esa entrevista, en una reuni¨®n multilateral que se supon¨ªa crucial para pactar una declaraci¨®n final, Wen Jiabao ni siquiera abri¨® la boca. Todo lo que China tuvo que decir lo dijo a trav¨¦s de un funcionario de tercera categor¨ªa que nadie reconoc¨ªa en la sala y que parece ser un responsable de asuntos del clima en el Ministerio de Asuntos Exteriores chino.
Obama sali¨® de esa reuni¨®n tan indignado con la actitud china que pidi¨® otra entrevista bilateral con Wen y le dijo a sus colaboradores que, a partir de ese momento, s¨®lo hablar¨ªa con el primer ministro en persona.
De forma paralela, Estados Unidos trataba de organizar una reuni¨®n con los l¨ªderes de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva; de India, Manmohan Singh, y de Sur¨¢frica, Jacob Zuma. Esos tres pa¨ªses han venido respaldando de forma m¨¢s o menos coordinada las posiciones de China.
Ninguna de las dos gestiones fue f¨¢cil para los diplom¨¢ticos norteamericanos. En cuanto a los chinos, ¨¦stos no encontraban una hora para la reuni¨®n y luego pidieron cambiar la que se hab¨ªa conseguido fijar, lo que oblig¨® a modificar tambi¨¦n la agenda de Obama. Sobre los dem¨¢s pa¨ªses, India dijo que su delegaci¨®n ya estaba en el aeropuerto -era poco antes de las cuatro de la tarde-, Brasil manifest¨® que, sin los indios, no participar¨ªa, y Sur¨¢frica, que aceptaba inicialmente, no cre¨ªa necesario acudir a la reuni¨®n si no estaban ni indios ni brasile?os.
Estados Unidos no tuvo, por tanto, m¨¢s remedio que renunciar a la conversaci¨®n con esos tres importantes pa¨ªses emergentes. Mantuvo, sin embargo, la cita con China, aunque para adaptarse al horario solicitado, Obama tuvo que adelantar el encuentro que ten¨ªa previsto con el presidente de Rusia, Dmitri Medv¨¦dev, para hablar de desarme.
La confusi¨®n en esos momentos ya era monumental. Nadie sab¨ªa con qui¨¦n sentarse a negociar. Ni siquiera se sab¨ªa qu¨¦ delegaciones quedaban ya en Copenhague. Lo peor, sin embargo, estaba por llegar.
La entrevista entre Obama y Wen se fij¨® para las siete de la tarde. Hasta ese momento, el presidente norteamericano estaba en otra reuni¨®n multilateral con pa¨ªses europeos y de otros continentes, haciendo tiempo, m¨¢s que otra cosa.
Cuando Obama sali¨® de esa conferencia para acudir a su entrevista con Wen fue informado de que la sala prevista para el encuentro estaba ya ocupada por una reuni¨®n de Wen con Lula, Singh y Zuma. Obama abri¨® la puerta, le pregunt¨® en voz alta a Wen -esta parte fue grabada por las televisiones-: "?Est¨¢s listo para encontrarnos?" y, tras la respuesta obtenida, entr¨®. El presidente norteamericano ni siquiera ten¨ªa un asiento en la mesa. Les dijo que no hab¨ªa problema, que se sentar¨ªa al lado de su amigo Lula, y ¨¦ste le cedi¨® una silla de uno de sus delegados para ocupar su posici¨®n -en realidad, dos porque tambi¨¦n estaba la secretaria de Estado, Hillary Clinton-.
?Qui¨¦n organiz¨® ese encuentro? ?Qu¨¦ pretend¨ªa China al convocar en el mismo lugar y a la misma hora por separado a Estados Unidos, y a su grupo de pa¨ªses amigos?
Como quiera que fuese, Obama decidi¨® que ¨¦sa era la oportunidad esperada para hablar con todos a la vez y se col¨® en una reuni¨®n que no estaba en su agenda. Su osad¨ªa acab¨® ayud¨¢ndole.
Obama les dijo a los l¨ªderes de esos cuatro pa¨ªses que, si ellos no aceptaban un acuerdo, Estados Unidos estaba decidido a anunciar un compromiso por separado con los pa¨ªses europeos y otros muchos de otras partes del mundo. Les advirti¨® del riesgo de que aparecieran ante la opini¨®n p¨²blica como los responsables del fracaso de Copenhague.
No hay una versi¨®n m¨¢s precisa sobre los detalles de esa reuni¨®n, pero el hecho es que de ella sali¨® el ¨²nico acuerdo que hoy puede celebrarse. Para hacer todo m¨¢s dif¨ªcil, Obama tuvo que salir de ese encuentro antes del final porque la gigantesca tormenta de nieve que afecta a Washington le imped¨ªa aterrizar all¨ª despu¨¦s de cierta hora.
A las dos de la ma?ana, hora local, Obama entraba de regreso en la Casa Blanca. Seg¨²n ¨¦l, con la sensaci¨®n del deber cumplido. "Esto es lo que hab¨ªamos venido a hacer", confes¨® a los periodistas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Cmnucc
- Copenhague
- Efecto invernadero
- Cumbre Copenhague 2009
- Barack Obama
- Pol¨ªtica exterior
- Conferencias internacionales
- Estados Unidos
- Cambio clim¨¢tico
- Cumbre del clima
- Dinamarca
- ONU
- Escandinavia
- Cumbres internacionales
- Organizaciones internacionales
- Europa
- Relaciones internacionales
- Problemas ambientales
- Relaciones exteriores
- Medio ambiente