Una derecha medi¨¢tica en plena forma
La prensa conservadora, en especial la de nuevo cu?o, ha sido decisiva en el viraje ideol¨®gico de intelectuales, profesionales y clases medias de Espa?a a partir de los noventa. Su ideolog¨ªa ha ido ti?endo casi todo
Mientras en las escuelas de periodismo se sigue hablando de independencia y objetividad informativa los medios de comunicaci¨®n acrecientan su peso como expresi¨®n y alimento de ideolog¨ªas. Su contribuci¨®n al "muy notable desplazamiento de buena parte de los intelectuales espa?oles hacia posiciones conservadoras" se?alado por Ignacio S¨¢nchez Cuenca (EL PA?S 24-5-09), permitir¨¢ verificarlo.
Pero ?qu¨¦ es un intelectual hoy? Gramsci precisaba que no tanto un librepensador aislado como un conjunto organizado; no s¨®lo escritores y fil¨®sofos, sino la extensa capa de profesionales urbanos capaces de producir, manipular o difundir conocimiento. En la primera acepci¨®n se ubican los medios, aut¨¦nticos intelectuales colectivos que recogen las diferentes experiencias de la sociedad y las ponen en com¨²n desde una determinada perspectiva; en el segundo, el principal yacimiento de lectores de un diario.
El secreto de su ¨¦xito est¨¢ en la sabia combinaci¨®n de ideas derechistas y cultivo de las emociones
"Las noticias ser¨¢n lo que digamos que son", ha dicho David Boylan, jefe de la Fox en Florida
El Informe sobre la Democracia de 2009 recoge la evoluci¨®n ideol¨®gica de las audiencias de diferentes medios espa?oles, atendiendo a su voto declarado en las campa?as electorales. Llama la atenci¨®n que, mientras los lectores del diario EL PA?S se mantienen en un posicionamiento de centro izquierda (3,6 siendo 1 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha), los de los medios conservadores giren firme y paulatinamente a la derecha. De un lado, los de sus representantes tradicionales acent¨²an el conservadurismo: Abc pasa del 6,0 en 1993 al 6,3 en 2008; la Cope, del 5,5 al 6,5. De otro, los lectores de El Mundo giran por completo y cruzan el Rubic¨®n, pasando de la izquierda (valor 4,2 en 1993) a la derecha (valor 6,0 en 2008).
Se trata de un fen¨®meno importante, tanto por su cantidad, no menos de tres millones de ciudadanos de audiencia media diaria, como por su cualidad, pues contradice la hip¨®tesis de la desideologizaci¨®n y moderaci¨®n de las clases medias urbanas, perfil dominante entre los destinatarios de esos medios. ?C¨®mo debe ser interpretado?
La industrializaci¨®n de la comunicaci¨®n ha subrayado dos tendencias paralelas. De un lado, acent¨²a la capacidad de los medios para condicionar las conciencias y "fabricar" consensos, los lugares comunes desde los que se articula la hegemon¨ªa ideol¨®gica y cultural, mientras desbordan la conocida sentencia de Cohen (1963) por la que "quiz¨¢ no dicen a la gente qu¨¦ tienen que pensar, pero s¨ª los temas sobre los que hay que pensar". De otro, los grupos de presi¨®n toman conciencia de su importancia y prefieren actuar directamente desde ellos antes incluso que desde las instituciones. El resultado es que hoy -aqu¨ª, en Estados Unidos o en el resto del mundo- las campa?as ideol¨®gicas que construyen o desequilibran el poder se articulan en buena medida desde los medios, aunque reviertan luego en los partidos como centros formales de ese poder.
Mientras esto ocurre, su importancia para los ciudadanos se acrecienta al actuar como sem¨¢foros que les alivian de las incertidumbres de un mundo crecientemente complejo y les proveen de noticias, el alimento que nutre los mapas ideol¨®gicos que orientan sus vidas. El problema surge, precisamente, cuando su comportamiento pone de manifiesto una evidente y declarada ausencia de vocaci¨®n informativa. Puede que los hombres de Obama pequen de inoportunidad o incorrecci¨®n pol¨ªtica al acusar directamente a Fox de "no estar ya en el negocio de la informaci¨®n", de ser s¨®lo "una marca ideol¨®gica", pero pocos dudan sobre la veracidad de la acusaci¨®n. El canal de Murdoch se caracteriza, precisamente, por no ocultar su voluntad de "construir una realidad a la medida de su p¨²blico", como declaraba David Boylan, patr¨®n de la Fox en Florida, mientras a?ad¨ªa: "Las noticias ser¨¢n lo que digamos que son".
Volviendo a suelo patrio, el tratamiento del 11-M seguir¨¢ estando presente por mucho tiempo en la historia del periodismo, una muestra de hasta d¨®nde se es capaz de llegar. ?Periodismo? Dif¨ªcil afirmarlo cuando se insiste en presentar mil veces como novedad lo que se sabe agotado. La reiteraci¨®n de portadas sobre Trashorras o el titadine hace mucho tiempo que dej¨® de ser supuestamente informativa, s¨®lo se justifica por el deseo de activar una asociaci¨®n subliminal entre el 11-M y las ideas de confusi¨®n, duda o chapuza, un mero ardid destinado a condicionar el comportamiento pol¨ªtico de sus audiencias, lo que los estudios de comunicaci¨®n denominan efecto priming de la agenda.
Dice S¨¢nchez Cuenca que en la derechizaci¨®n de los intelectuales espa?oles hay una cuesti¨®n generacional que no cabe soslayar. Sin duda y es ah¨ª donde conviene destacar el trabajo realizado por El Mundo. Desde su posici¨®n de primera l¨ªnea en la pinza IU-PP que atenaz¨® a Felipe Gonz¨¢lez entre 1993 y 1996, cuando entre sus lectores contaba con un 15% de votantes comunistas, su concurso ha sido determinante para canalizar la evoluci¨®n de una generaci¨®n para la que no era dif¨ªcil identificar corrupci¨®n y terrorismo de Estado con PSOE. Su habilidad ha consistido en sacar de foco al franquismo y a la derecha de UCD, hoy en el PP, quiz¨¢s porque era para su director la forma de autoexculparse de su conformidad con el derecho a la autodeterminaci¨®n de Euskadi o su defensa de la guerra sucia contra ETA, defendidas por ¨¦l durante parte de la transici¨®n. El hecho es que ha sabido galvanizar los sentimientos antisocialistas de antiguos votantes comunistas y mezclarlos con la filosof¨ªa de los nuevos c¨ªnicos del 68, "ex" de las m¨¢s extravagantes izquierdas, y conducirlos hacia la exultante y sectaria vitalidad de la nueva derecha.
La cuesti¨®n eterna sobre el ser de Espa?a es otro de los rasgos en los que se manifiesta la derechizaci¨®n de los intelectuales y, tambi¨¦n aqu¨ª, el concurso de la derecha medi¨¢tica, y en particular del diario que la lidera desde los noventa, ha sido decisivo. Su habilidad para remover las v¨ªsceras nacionales desde la aversi¨®n a los nacionalismos perif¨¦ricos, ha alimentado oportunamente la peor mitolog¨ªa conservadora que asimila la pluralidad de Espa?a a su condici¨®n de roja o rota. Martillo de nacionalistas cuando apoyan al PSOE o defensor de su moderaci¨®n cuando apoyan al PP, ha acentuado el "todo vale" para derribar a la izquierda. El sustento a Rosa D¨ªez, ¨²ltima perla de la "regeneraci¨®n" pol¨ªtica, es la cu?a imprescindible para impedir una alternativa en Madrid, feudo de la Esperanza de algunos.
El desprecio a la figura de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero constituye, seg¨²n S¨¢nchez Cuenca, un tercer rasgo de la derechizaci¨®n de los intelectuales. Cierto. Pero el insulto y destrucci¨®n del adversario no es coyuntural, es una tarea permanente en la que se han empleado a fondo los medios conservadores. Baste recordar lo que Anson denomin¨® el "contubernio para terminar" con Felipe Gonz¨¢lez, que ¨¦l mismo reconoc¨ªa dispuesto a "traspasar el l¨ªmite y poner en riesgo el Estado".
Extender en todo el mundo el convencimiento que no hay otra opci¨®n al sistema, algo que en los noventa se escenificaba con el acr¨®nimo TINA (There Is Not Alternative), requer¨ªa y requiere instrumentos que trabajen para que nunca la haya. La "deconstrucci¨®n" sistem¨¢tica del pensamiento reformador necesita atacar ferozmente a la izquierda realmente existente y presentarla como antigua, ut¨®pica o poco ilusionante, la peor de todas las posibles comparada con las bondades de cualquier otra, ya derruida o por construir, mejor cuanto m¨¢s espumosa o inmaterial se perciba.
Esa misma pol¨ªtica vuelca hoy en Estados Unidos todos sus br¨ªos contra Obama: deslegitimar sus acciones, bloquear sus iniciativas e imputarle las derrotas, acelerar la desilusi¨®n social con sus pol¨ªticas, forma parte de una misma estrategia de desgaste en la que confluyen los lobbies afectados, los think tank de la derecha republicana y algunos medios conservadores.
Una sabia combinaci¨®n entre derechizaci¨®n del pensamiento y capacidad para movilizar emociones ha otorgado a la "derecha medi¨¢tica" un enorme papel ideol¨®gico y pol¨ªtico con un resultado evidente: facilitar la derechizaci¨®n de intelectuales y capas medias de profesionales. En todo el mundo y, desde luego, en Espa?a.
Ignacio Muro Benayas es economista, profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III y autor de Esta no es mi empresa.
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