El regreso
Se habla, y con insistencia, del regreso de las religiones, o mejor, de Dios. Regrese o no, es cierto que el debate sobre su existencia ha ocupado un lugar destacado en la contienda ideol¨®gica reciente, debate en el que han llevado la voz cantante sus detractores -especialmente Richard Dawkins y Chistopher Hitchens- sin que se haya escuchado en la misma medida la voz de quienes han polemizado con ellos. Los detractores de la existencia de Dios se apoyan en el conocimiento cient¨ªfico, mientras que los puntos de vista de sus oponentes son m¨¢s diversos. Por lo general, sea cual sea su punto de partida, estos ¨²ltimos hablan de la experiencia religiosa como de un ¨¢mbito espec¨ªfico que tratan de deslindar y que en ning¨²n caso se solapar¨ªa con el de la ciencia, con el que adem¨¢s tampoco ser¨ªa incompatible. Pero, al margen de la pol¨¦mica, el hecho incontestable parece ser el de que las religiones ganan terreno en el mundo globalizado y que lo hacen acogi¨¦ndose a din¨¢micas de mercado. Si a Dios siempre lo hab¨ªamos identificado con lo infinitamente grande, las pesquisas en torno a su existencia llevan hoy a sospechar que se cobije en lo infinitamente peque?o. Y no es menos sorprendente que su eclosi¨®n actual se produzca en un mundo secularizado y que tiende a borrar las fronteras, tan propicias hasta ahora a los dioses dom¨¦sticos. Los dioses, o mejor dicho, Dios en sus diversas devociones -ya que el triunfo del monote¨ªsmo parece incontrovertible- compiten adem¨¢s en un nuevo mercado, que no es otro que el de las religiones.
En Dios est¨¢ de vuelta, John Micklethwait y Adrian Wooldridge llegan a predecir la cristianizaci¨®n de China. Pero la m¨¢s interesante de sus tesis es la que se refiere a la excepcionalidad europea. Si est¨¢bamos acostumbrados a considerar una anomal¨ªa el elevado ¨ªndice de creyentes de la sociedad norteamericana, estos autores defienden que es ¨¦sta la que marca los nuevos tiempos y que la excepci¨®n actual es la europea. Lo novedoso de su tesis reside, sin embargo, en la relaci¨®n que establecen entre niveles de creencia y desarrollo del estado de bienestar. Cuanto m¨¢s generoso pueda ser este ¨²ltimo, como ocurre en las sociedades europeas, menor ser¨¢ el n¨²mero de creyentes, al reducirse el ¨¢mbito de la caridad y, por ello mismo, el de la iniciativa personal en la participaci¨®n en la vida comunitaria, uno de los aspectos de nuestra vida que la religi¨®n suele colmar. Ahora bien, ?cu¨¢nto tiempo tardar¨¢ en venirse abajo nuestro actual y generoso estado de bienestar?
En el ya activado mercado del esp¨ªritu, las distintas religiones corren a tomar posiciones, y la cat¨®lica lo hace en aqu¨¦l que le pueda ser m¨¢s propicio. Y lo hace a sabiendas de que ya no habr¨¢ iglesias nacionales. El nacionalismo forma parte del actual polite¨ªsmo de las Causas, un estado de cosas que a la religi¨®n no le ha resultado favorable, sino perjudicial, ruinoso en nuestro caso. ?Munilla? Bien, esa es la cuesti¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.