Fusionarse es sexy
Aqu¨ª todo dios se fusiona (y nadie me pide permiso para hacerlo): cajas de ahorro, compa?¨ªas de contenidos, editoriales, el cinco con el cuatro (54), el tres con el seis (36). La ¨²ltima fusi¨®n (estremecedora) es la de Estados Unidos y China (with a little help de los dem¨¢s emergentes), ideada para retrasar a¨²n m¨¢s la cirug¨ªa medioambiental que precisa el planeta. El contubernio era previsible: China tiene el m¨¦rito de haberse convertido en el primer pa¨ªs ultracapitalista gobernado por un partido comunista, y a los ¨²ltimos gobiernos de Wall Street hace tiempo que se la refanfinfla aquella comuni¨®n del hombre con la naturaleza que constitu¨ªa la columna vertebral de Walden, el ensayo fundacional de Henry David Thoreau. Copenhague queda muy lejos de Kioto, de manera que, por si acaso, a los que viven cerca de las costas m¨¢s les vale irse comprando un bote (o fabric¨¢ndose una balsa, como Crusoe) para que no les coja desprevenidos el subid¨®n marino del ecodesastre. Pero no seamos alarmistas, que todav¨ªa tenemos tiempo (?glup!) para exprimir un poco m¨¢s el planetilla, mientras lo bendecimos con el botafumeiro globalizado de CO2. En todo caso, yo tambi¨¦n he decidido fusionarme. Y no piensen mal, no me refiero a la (abominable, seg¨²n el heresiarca borgiano de Uqbar) c¨®pula multiplicadora, tan apropiada para obtener calor humano en estos d¨ªas de fr¨ªo invernal. Me voy a fusionar conmigo mismo. Me explico: en mi naturaleza (como en la de usted, hypocrite lecteur / lectrice) conviven un doctor Jekyll civilizado y convenientemente reprimido y socialdem¨®crata, y un Mr. Hyde dionisiaco, salvaje y al que le tira el bakuninismo m¨¢s o menos ilustrado. La cultura (y los aparatos represivos del Estado) hab¨ªan conseguido que el segundo estuviera casi perpetuamente sedado, calladito, dormitando en una esquina con sonrisa boba, como un fumeta adolescente que se recupera de una p¨¢lida mientras escucha The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, rescatado del ba¨²l de los vinilos de pap¨¢. Pero las cosas del mundo (incluyendo lo de la cirug¨ªa de Bel¨¦n Esteban) han llegado a tal punto que, cada vez con m¨¢s frecuencia, mi inquilino asilvestrado golpea ferozmente el tabique que le separa del vecino refinado, pidiendo guerra. De manera que, aprovechando lo ¨²nico que tienen en com¨²n, y para evitar males mayores, he decidido fusionarlos para que formen una sola alma, un matrimonio en el que monte tanto Isabel (Jekyll) como Fernando (Hyde): una sola voz regida por la alianza de pensamiento y acci¨®n, de raz¨®n y revuelta ?Y qu¨¦ es lo que tienen en com¨²n? Muy sencillo: a ninguno de los dos les gusta Berlusconi. En eso coinciden con Saramago, que es todo un Premio Nobel.
Ovnis
Leamos juntos: "En una ¨¦poca as¨ª, la mirada busca ayuda en el cielo, donde aparecen presagios milagrosos, de naturaleza amenazante y consoladora". El que as¨ª se produce no es el portavoz arzobispal Mart¨ªnez Camino (cuyas admoniciones tienen el poder de dejarme tan helado como el mu?eco de nieve de Max que ilumina esta p¨¢gina), sino el "alienista y psic¨®logo m¨¦dico" Carl Gustav Jung. Y la "¨¦poca as¨ª" es 1954: en plena histeria de guerra fr¨ªa, con macarthismo a todo ritmo, y la prensa rebosante de noticias sobre "avistamientos" de platillos volantes en el cielo de Estados Unidos. En algunos escritos (Sobre los platillos volantes) incluidos en La vida simb¨®lica (volumen 18/2 de sus Obras Completas publicadas primorosamente por Trotta) Jung revela su insaciable curiosidad por el fen¨®meno: lee todos los libros que sobre "discos volantes" se publican, se interesa por cada una de las informaciones publicadas en la prensa, se entrevista con presuntos "testigos oculares", sospecha de los (tranquilizadores) informes de la Fuerza A¨¦rea. Y aunque se declara incapaz de formarse una opini¨®n precisa "sobre la naturaleza f¨ªsica" de los ovnis ("ni afirmo ni niego", insiste), el lector no deja de percibir la importancia simb¨®lica (empezando por la forma redonda de los platillos) que les atribuye. Por lo dem¨¢s, ante la posibilidad de que se trate de fen¨®menos de origen extraterrestre, Jung sostiene que "nos encontrar¨ªamos en la misma peligros¨ªsima situaci¨®n en que se encuentran hoy las sociedades primitivas, que colisionan con la cultura superior de los blancos". La verdad es que, aparte del tufillo racista (no se pierdan, en el mismo volumen, el art¨ªculo Sobre la psicolog¨ªa del negro), el maestro ten¨ªa salidas enternecedoras. Ahora, cuando ya hemos comprendido que los extraterrestres viven entre nosotros (m¨¢s arriba he citado a uno) y ya nadie pierde el tiempo con "avistamientos" ni "contactos" en la tercera fase, el inter¨¦s del psic¨®logo nos resulta m¨¢s bien ex¨®tico. En todo caso, si est¨¢n particularmente interesados en la imagen de los ovnis suministrada por la cultura popular, perm¨ªtanme se?alarles dos t¨ªtulos: Aliens ?Hay alguien ah¨ª fuera?, de Tommaso Pincio (Editorial 451) y Alien¨ªgenas. Iconograf¨ªa de los extraterrestres, de John F. Moffit, que public¨® Siruela hace algunos a?os. Claro que si quieren hacerse una idea del aspecto f¨ªsico que adoptan cuando no desean levantar sospechas, traten de descubrir al lagarto oculto (e invasor) tras el rostro de algunos contempor¨¢neos. Muchos de ellos salen en la tele (y cosechan ¨¦xitos de audiencia).
Nebrijana
Cuando envi¨¦ a Babelia mi lista de los mejores libros del a?o a¨²n no hab¨ªa tenido ocasi¨®n de echarle un vistazo a la Nueva gram¨¢tica de la lengua espa?ola que acaba de publicar Espasa. Ahora, tras un par de d¨ªas sumergido (a tiempo parcial) en su prosa normativa (en cuyas descripciones polic¨¦ntricas, sin embargo, me han sorprendido aqu¨ª y all¨¢, destellos -quiz¨¢s inconscientes- de sentido del humor), la incluir¨ªa no s¨®lo en dicha lista, sino en una que pretendiera recoger las m¨¢s importantes novedades publicadas en el mundo hisp¨¢nico en este milenio. No exagero: no hay libro "mejor" que este sabiamente colectivo (sus autores son las 22 academias que "controlan" el incontrolable idioma vivo y colorista y asombroso que es hoy el espa?ol) que nos explica, sin centros ni hegemon¨ªas, la lengua com¨²n en ascenso usuario. De hecho, estoy pensando en promover firmas para cambiar el nombre del paseo de la Castellana por el de "paseo de Bosque y Blecua", en honor de los dos sabios coordinadores de la fara¨®nica empresa. La verdad es que la palabra (panhisp¨¢nica) que brota de coraz¨®n, cerebro y garganta cuando se contempla el magn¨ªfico trabajo es la de emoci¨®n. Contento me tiene el director de la RAE, Garc¨ªa de la Concha, aut¨¦ntico motor y dinamizador de todo el proceso. Lo ¨²nico que me inquieta es que, desde que la p¨¢gina online y gratuita del DRAE se abre con el anuncio de la majestuosa gram¨¢tica, la consulta de los palabros me resulta m¨¢s azarosa y me obliga a pasar por Google. Por lo dem¨¢s, chapeau, acad¨¦micos. O, mejor, sombrero, en el espa?ol de todos. -
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