El fin de la crisis
Esperanza Aguirre asegura que Madrid ser¨¢ la primera en salir de la crisis y creo que acertar¨¢. Y no lo digo por la lluvia de millones de la loter¨ªa. Hoy por hoy esta regi¨®n sigue siendo el espacio econ¨®mico m¨¢s sugerente para atraer inversiones, el mejor de Espa?a para emprender un negocio. El Gobierno regional se atribuye el m¨¦rito de tal circunstancia, lo que desde luego no es del todo cierto como tampoco lo ser¨ªa si le culparan de la brutal ca¨ªda en el empleo que hemos sufrido. Es verdad que el Ejecutivo aut¨®nomo ha logrado un nivel de connivencia con los empresarios tan ¨ªntimo que en pocos territorios del Estado podr¨ªan sentirse pol¨ªticamente m¨¢s reconocidos y c¨®modos que aqu¨ª. El Gobierno de Madrid ha puesto en marcha adem¨¢s algunas medidas de est¨ªmulo econ¨®mico que, sin ir mucho m¨¢s lejos de lo testimonial, tratan al menos de crear un clima favorable a la recuperaci¨®n. Nada del otro mundo, pero no todos lo han hecho.
Aguirre est¨¢ en condiciones de promover un acuerdo con la patronal y los trabajadores
Por lo dem¨¢s, esta crisis ha superado al Ejecutivo regional como a la inmensa mayor¨ªa de los que mandan en este pa¨ªs. En su dem¨¦rito habr¨¢ que decir que, como tantos otros pol¨ªticos, en lugar de volcarse en las cosas que nos importan a todos, han quemado demasiada energ¨ªa en lo que les importa s¨®lo a ellos. Dentro de los imponderables, creo que Madrid estar¨ªa un poco mejor si la presidenta regional, el alcalde de la capital y sus respectivos entornos hubieran tenido la grandeza de orillar las fobias y ambiciones personales para sacar juntos esto adelante, en vez de insultarse, espiarse o jorobarse mutuamente. Bien es verdad que si comparamos estas miserias con las que padecen otras regiones del Estado, Madrid es un para¨ªso. La Catalu?a de Montilla y la Valencia de Camps, las dos potencias econ¨®micas que compiten con Madrid y que han visto c¨®mo Moody's rebajaba las calificaciones de su deuda, sufren tensiones pol¨ªticas que siembran la incertidumbre. A diferencia de Madrid, donde Aguirre y Gallard¨®n se enfrentan por vanidad, qu¨ªmica y piel, en Valencia imperan los sultanatos, las tramas y, sobre todo, la pasta. Las luchas de poder que se avecinan entre los populares valencianos pueden terminar a machetazos. Los negocios y el dinero detestan los espasmos pol¨ªticos y ¨²ltimamente Catalu?a tampoco sabe conjurarlos. La obsesi¨®n catalanista espanta a muchos empresarios agobiados por un marco pol¨ªtico en el que los delirios nacionales han terminado por arrumbar lo de "la pela es la pela", m¨¢xima que siempre les funcion¨®. Por fortuna, para la Catalu?a del mundo real, la patochada del refer¨¦ndum independentista ha dejado con el culo al aire al soberanismo ultra y se lo pensar¨¢n dos veces antes de exponerse a quedar en pelotas. Con la competencia tan disminuida ser¨¢ dif¨ªcil que ninguna regi¨®n le dispute a Madrid el privilegio de convertirse de nuevo en la locomotora econ¨®mica del Estado. Pero hoy tenemos medio mill¨®n de madrile?os en el paro y la tarea que hay por delante es ingente. Cuando nuestra regi¨®n era una m¨¢quina de generar empleo y las vacas estaban gordas y lustrosas, el Gobierno regional presum¨ªa de tener los mejores pastos. Ahora que est¨¢n flacas, ni los lamentos les dar¨¢n de comer ni el machacar a Zapatero conseguir¨¢ que nos crezca la hierba. El Gobierno aut¨®nomo esta lejos de agotar su capacidad de maniobra para estimular la actividad econ¨®mica en la regi¨®n. La confianza es el mejor acicate de los negocios y una acci¨®n concertada, como la que tanto echamos de menos a escala nacional, ayudar¨ªa a recobrarla.
A pesar de su manifiestamente mejorable relaci¨®n con los sindicatos, Esperanza Aguirre est¨¢ en condiciones de promover un acuerdo con la patronal y los trabajadores que anime el cotarro y haga cuanto antes realidad su pron¨®stico sobre el fin de la crisis en Madrid. Nadie, ni siquiera el Rajoy del "cuanto peor mejor", se lo podr¨¢ reprochar por intentarlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.