?'Caritas in veritate' o 'Veritas in caritate'?
Alguien dijo que cuando los Papas perdieron los Estados de la Iglesia, inventaron las enc¨ªclicas. La Caritas in veritate de Benedicto XVI es una apolog¨ªa de la llamada "doctrina social" de la Iglesia. En los debates del Vaticano II se elimin¨® esta expresi¨®n del decreto Christus Dominus sobre los obispos, y en el n¨²mero 76 de la constituci¨®n Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo contempor¨¢neo se la reemplaz¨® por "doctrina sobre la sociedad" (doctrina de societate). As¨ª rezaba el texto definitivamente votado el 6 de diciembre de 1965, promulgado por Pablo VI y publicado en Acta Apostolicae Sedis.
Pero, un a?o m¨¢s tarde, el cardenal Pericle Felici presentaba una edici¨®n oficial de los documentos conciliares. Felici hab¨ªa sido secretario general del Vaticano II, y desde este puesto favoreci¨® una y otra vez las maniobras de la minor¨ªa conservadora. Fiel a su trayectoria, a petici¨®n de un grupo de obispos brasile?os conservadores, reintrodujo la expresi¨®n doctrina socialis como una de tantas erratas que se correg¨ªan. El P.M.D. Chenu, uno de los principales redactores de Gaudium et spes, futuro cardenal, lo calific¨® de "intervenci¨®n ilegal".
La historia nos dice que muchas veces la verdad y la caridad han estado fuera de la Iglesia
La distinci¨®n entre doctrina socialis y doctrina de societate no es bizantina. La Iglesia ense?a que el evangelio ha de repercutir en la sociedad, pero doctrina socialis hab¨ªa adquirido un sentido espec¨ªfico, referido a las enc¨ªclicas sociales de Le¨®n XIII y sucesores y, como explica el P. Chenu, "este sentido gen¨¦rico no se sostiene m¨¢s que por una referencia expl¨ªcita al evangelio, que se hallaba extra?amente ausente en el uso doctoral y magisterial de las enc¨ªclicas llamadas sociales, vinculadas a referencias ideol¨®gicas y a la preocupaci¨®n por el orden establecido". (La "doctrine sociale" de l'?glise comme id¨¦ologie, Par¨ªs 1979, pp. 8-9).
Juega todo el documento con el binomio "caridad" y "verdad". Han de ir unidas, pero el Papa recuerda que, si san Pablo propugnaba la veritas in caritate (cf. Efesios 4,15), hay que urgir tambi¨¦n el "sentido inverso y complementario de caritas in veritate" (n? 2). Juan XXIII, en cambio, insist¨ªa en lo primero. Ten¨ªa media docena de textos b¨ªblicos que eran l¨ªneas de fuerza tanto de su piedad personal como de su actividad pastoral y, adem¨¢s, los proclamaba convencido del poder de la Palabra para transformar la Iglesia y el mundo. El principal y m¨¢s fecundo era "Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad" (Lucas 2,14), pero tambi¨¦n repet¨ªa Efesios 4,15, que en la Vulgata latina dice veritatem facientes in caritate ("practicando la verdad con caridad").
Antes del Concilio, cuando la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica andaba obsesionada por la doctrina ortodoxa, Roncalli y otros eclesi¨¢sticos que como ¨¦l deseaban una renovaci¨®n de la Iglesia, sosten¨ªan que la defensa de la fe nunca puede olvidar la caridad, como por desgracia ocurr¨ªa con los procedimientos del Santo Oficio (de los que el propio joven Roncalli hab¨ªa sido v¨ªctima, acusado de modernismo). Benedicto XVI nos hace volver a la ortodoxia: caritas, s¨ª, pero in veritate y, aunque en alg¨²n momento veritas se identifica con el evangelio (n? 18), pr¨¢cticamente designa aqu¨ª a la doctrina social de la Iglesia.
Al principio se dice modestamente que la doctrina social est¨¢ "abierta a la verdad, de cualquier saber que provenga" (n? 9), pero luego leemos frases muy restrictivas: "Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vac¨ªo que se rellena arbitrariamente" (n? 3); "Sin verdad se cae en una visi¨®n empirista y esc¨¦ptica de la vida (n? 9); "No hay, pues, m¨¢s que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocaci¨®n que da la idea verdadera de la vida humana" (n? 16). En la conclusi¨®n se afirma que "sin Dios el hombre no sabe ad¨®nde ir", y que el hombre solo "no puede fundar un verdadero humanismo" (n? 78). Por consiguiente, "el humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano" (ibid.).
La historia nos dice que muchas veces tanto la verdad como la caridad no han estado dentro de la Iglesia, sino fuera. Los "hombres de buena voluntad" a los que apelaba Juan XXIII nos dan a menudo lecciones de humanidad, y hasta de teolog¨ªa. En 1981, en el 350? aniversario de la muerte de Galileo, Juan Pablo II cre¨® una comisi¨®n que revisara el proceso de la Inquisici¨®n que hab¨ªa condenado a Galileo. Su conclusi¨®n reconoci¨® el error de la Inquisici¨®n, y Juan Pablo II lleg¨® a afirmar que "Galileo, sinceramente creyente, se mostr¨® m¨¢s perspicaz que sus adversarios te¨®logos".
En el juicio universal (Mateo 25) seremos juzgados por la caridad. Los que dieron pan al hambriento y de beber al sediento, obraban s¨®lo por compasi¨®n. No sab¨ªan que se lo hac¨ªan a Cristo, ni mucho menos que aplicaban las enc¨ªclicas.
Hilari Raguer es monje de Montserrat e historiador especializado en la Iglesia durante la Guerra Civil espa?ola.
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