Luces y sombras que nos deja 2009
Cu¨¢l es el balance econ¨®mico de 2009 y las perspectivas para 2010? A mi juicio, hay luces y sombras.
Las luces tienen que ver con el ¨¦xito en el freno de la recesi¨®n y con el redescubrimiento de la importancia del Estado en el buen funcionamiento de una econom¨ªa de mercado. Las sombras surgen al observar la enorme crisis fiscal no prevista y las prioridades de pol¨ªtica para 2010 que comienzan a manifestar Gobiernos y autoridades monetarias.
Analicemos con m¨¢s detalle estas luces y sombras.
Hace un a?o ten¨ªamos claro que la crisis de 2008 no era una crisis normal, como fueron la de 2001 o la de 1992, pero no sab¨ªamos cu¨¢les pod¨ªan ser sus proporciones y sus consecuencias. Est¨¢bamos con el ¨¢nimo encogido y el miedo en el cuerpo a que la crisis financiera global y la sequ¨ªa de cr¨¦dito provocada por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la quiebra de Lehman Brothers nos arrojasen al precipicio de una depresi¨®n econ¨®mica similar a la de los a?os treinta, con sus secuelas de quiebras, ruina, desempleo, pobreza (vale la pena volver a leer Las uvas de la ira, la novela de John Steinbeck escrita en aquellos a?os) y tambi¨¦n de Gobiernos populistas, que en Europa derivaron en fascismo y nazismo.
La crisis financiera y econ¨®mica ha derivado en una crisis fiscal de largo alcance
Pero despu¨¦s de la tard¨ªa, dubitativa y equivocada respuesta de la Administraci¨®n conservadora de George W. Bush, atada por perjuicios ideol¨®gicos en contra de la intervenci¨®n p¨²blica, la llegada de Barak Obama a la Casa Blanca dio impulso a dos tipos de programas de gasto p¨²blico por parte de los Gobiernos de los pa¨ªses desarrollados. Uno, dirigido al rescate y saneamiento del sistema financiero. Otro, para frenar la recesi¨®n, hacer frente a las consecuencias del desempleo e incentivar la reactivaci¨®n.
?Cu¨¢les han sido los resultados? A pesar de sus limitaciones, han funcionado como esperaban sus defensores. Han evitado una quiebra financiera sist¨¦mica y han frenado el desplome de la actividad econ¨®mica, aunque no el desempleo.
El Estado se ha vuelto a legitimar en su funci¨®n de estabilizador de la econom¨ªa de mercado. Ha dejado de ser el problema, como dec¨ªan los conservadores, para convertirse en parte de la soluci¨®n. ?sta es una ense?anza importante de la crisis de 2008.
Pero, como suele ocurrir, toda soluci¨®n crea un nuevo problema. Esos programas de gasto, al coincidir con una fuerte ca¨ªda de ingresos derivada de la recesi¨®n, est¨¢n provocando ahora un aumento del d¨¦ficit y de la deuda p¨²blica.
Surge as¨ª un conflicto que dominar¨¢ el debate pol¨ªtico y econ¨®mico en 2010: ?mantener los est¨ªmulos a la recuperaci¨®n y al empleo o frenar el d¨¦ficit?
?Cu¨¢l es la lectura que hacen Gobiernos y bancos centrales? Est¨¢n ansiosos por certificar el fin de la recesi¨®n y retirar los programas de est¨ªmulo. Parecen creer que, una vez acabada la recesi¨®n, la recuperaci¨®n ser¨¢ inmediata y vendr¨¢ por s¨ª sola. Esto permitir¨ªa defender la retirada de los programas de gasto social y dar prioridad a la reducci¨®n del d¨¦ficit y la deuda. Pero ¨¦sta es una falsa creencia que puede llevar a una reca¨ªda en la recesi¨®n.
Aunque t¨¦cnicamente es posible que la recesi¨®n est¨¦ llegando a su fin, hay que recordar que ¨¦sta no es una crisis normal. El elevado desempleo permanecer¨¢ durante un tiempo, el fuerte endeudamiento de las familias les impedir¨¢ consumir y la debilidad de la econom¨ªa har¨¢ que la inversi¨®n empresarial permanezca bajo m¨ªnimos. Todo esto har¨¢ que la recuperaci¨®n sea lenta e incierta. De ah¨ª la prudencia a la hora de retirar los est¨ªmulos y optar por una reducci¨®n inmediata y dr¨¢stica del d¨¦ficit.
?Por qu¨¦, entonces, esta ansiedad? Las autoridades tratan de insuflar optimismo despu¨¦s de un a?o de vivir peligrosamente. Pero me temo que tiene tambi¨¦n que ver con otros dos motivos: por un lado, legitimar opciones de pol¨ªtica fiscal que implican un determinado reparto del coste de la crisis; por otro, la ansiedad por sacarse de encima la responsabilidad en la crisis.
Veamos.
La opci¨®n por la contenci¨®n inmediata del d¨¦ficit corre el riesgo de provocar un reparto injusto de los costes de la crisis. Por eso hay que recordar que el d¨¦ficit no es consecuencia de manirrotas pol¨ªticas de gasto social, sino de una burbuja inmobiliaria y de una crisis financiera cuya responsabilidad est¨¢ en fallos importantes de la pol¨ªtica monetaria, que inund¨® de dinero barato a la econom¨ªa desde 2001, y de un fallo de regulaci¨®n y de supervisi¨®n p¨²blica que incentiv¨® el riesgo y dej¨® sin control el fraude y el abuso del sector financiero privado.
Adem¨¢s, cada d¨ªa que pasa es m¨¢s evidente que nos enfrentamos a algo que no se hab¨ªa previsto: la crisis financiera y econ¨®mica ha derivado en una crisis fiscal de largo alcance. Especialmente en pa¨ªses que, como EE UU, Irlanda, Reino Unido y Espa?a, experimentaron m¨¢s intensamente la euforia. La causa de esa crisis fiscal no son los gastos sociales, sino la enorme e imprevista ca¨ªda de ingresos fiscales asociados al pinchazo de la burbuja inmobiliaria.
Esta crisis fiscal va a hacer m¨¢s lenta la recuperaci¨®n. Y deber¨ªa forzar una reforma del sistema tributario que distribuya equitativamente los costes de la crisis.
Pero aquellos que con sus errores y omisiones provocaron esa burbuja son los que ahora manifiestan mayor histeria con el d¨¦ficit. Los Gobiernos no deber¨ªan contagiarse de esta histeria. Sin duda, el d¨¦ficit y la deuda tienen que ser motivo de preocupaci¨®n, pero no pueden ser la prioridad absoluta de la pol¨ªtica en 2010.
Nos jugamos mucho en acertar con las prioridades de pol¨ªtica para 2010. Una falsa elecci¨®n no s¨®lo provocar¨ªa la reca¨ªda en la recesi¨®n, sino algo m¨¢s importante y sutil: la deslegitimaci¨®n social de la econom¨ªa de mercado que se producir¨ªa si al final pagan justos por pecadores. -
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