Groucho contra Keynes
Seg¨²n el an¨¢lisis de los expertos, la crisis ha propiciado el retorno en olor de multitudes de las teor¨ªas de Keynes para prevenir los ciclos econ¨®micos. Gracias a la quiebra de Air Comet, propiedad del presidente de la patronal espa?ola, Gerardo D¨ªaz Ferr¨¢n, se ha sabido que tambi¨¦n Groucho Marx estar¨ªa triunfalmente de regreso.
Siguiendo a quien se ten¨ªa por cl¨¢sico del humor pero que ha resultado serlo tambi¨¦n de las finanzas, D¨ªaz Ferr¨¢n asegur¨® en la rueda de prensa convocada para dar cuenta de la quiebra que ¨¦l no hubiera volado en Air Comet. Y no porque las fechas de su hipot¨¦tico viaje hubieran coincidido con las de un par¨¦ntesis de la econom¨ªa de mercado, con lo cual vaya usted a saber c¨®mo se llevar¨ªa a cabo la elemental operaci¨®n de compraventa de un pasaje. Seguramente aplicando las ideas de Groucho sobre los clubes al negocio de las aerol¨ªneas, D¨ªaz Ferr¨¢n no habr¨ªa viajado en Air Comet por la sencilla raz¨®n de que nunca aceptar¨ªa volar con una compa?¨ªa de la que fuera presidente.
La briosa irrupci¨®n de Groucho en el terreno de la econom¨ªa obliga a contemplar la realidad con precauci¨®n, en la sospecha de que no sea s¨®lo D¨ªaz Ferr¨¢n, sino la totalidad del empresariado, la que aplique sus postulados. A partir de las declaraciones del presidente de Air Comet, lo ¨²nico que se puede decir con seguridad de un se?or que lleve paraguas en estos d¨ªas de tormenta es que ¨¦l no es el fabricante, lo mismo que de alguien que vista guantes, abrigo, zapatos o bufanda. Y no digamos de quien se desplace en autom¨®vil, motocicleta o, incluso, veloc¨ªpedo.
Aplicando la l¨®gica econ¨®mica de Groucho hasta sus ¨²ltimas consecuencias, de las que D¨ªaz Ferr¨¢n s¨®lo se ha quedado a un mil¨ªmetro, llegar¨¢ el momento en que no se pueda distinguir a un vagabundo de un empresario del ladrillo que rechace vivir en las casas que ¨¦l mismo construye.
A punto de reiniciarse el di¨¢logo social, nada tiene de extra?o que crezca la expectaci¨®n en torno a Gerardo D¨ªaz Ferr¨¢n y sus declaraciones. No por aclarar si seguir¨¢ representando a los empresarios espa?oles, sino por comprobar si la influencia de Groucho Marx es superior a la de Keynes en el nuevo pensamiento econ¨®mico. Los sindicatos, desde luego, estar¨¢n contando con decirle que no les gustan sus principios, s¨®lo para ver si esgrime otros y saber, as¨ª, definitivamente, a qu¨¦ atenerse.
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