Los faros turcos de Lepanto brillan de nuevo en Madrid
Nace la Fundaci¨®n ?lvaro de Baz¨¢n que abre a los madrile?os los tesoros de su palacio junto a Conde Duque
Los altivos y misteriosos fanales que alumbraban los bajeles turcos combatientes en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, no se hundieron en las oscuras aguas del mar J¨®nico. Pervivieron. Y se encuentran en Madrid. M¨¢s precisamente, en la calle de San Bernardino, 14, detr¨¢s del cuartel del Conde Duque. Iluminan la majestuosa escalera del palacio de los descendientes del almirante espa?ol, ?lvaro de Baz¨¢n, primer marqu¨¦s de Santa Cruz, que los trajo a Espa?a como bot¨ªn de guerra. Con Juan de Austria ¨¦l protagoniz¨® la victoria contra una temible flota turca en aquella "m¨¢s grande ocasi¨®n que vieran los siglos", en palabras de Miguel de Cervantes. El escritor universal, entonces soldado, perdi¨® la mano izquierda en la fiera batalla naval ganada por las armas espa?olas con ayuda de marinos genoveses. Tambi¨¦n conserv¨® Baz¨¢n, de su padre, las llaves de la ciudad de T¨²nez, conquistada por las tropas de Carlos I en 1535. Hasta ahora, los grandes faroles y las codiciadas llaves del basti¨®n norafricano s¨®lo pod¨ªan ser contemplados por los particulares que visitaban en privado el palacio. Pero, a partir de ahora, gracias al testamento de su propietaria, Casilda de Silva, descendiente de Baz¨¢n y marquesa de Santa Cruz, fallecida hace dos a?os, el palacio y los tesoros art¨ªsticos e hist¨®ricos que guarda, con obras de Brueghel, Van Dyck, Goya, Jord¨¢n, Carre?o de Miranda, Carduccio, Vicente L¨®pez, Madrazo o Sorolla, ser¨¢n de acceso libre a los madrile?os y forasteros que deseen visitarlos.
Los hist¨®ricos botines de guerra s¨®lo pod¨ªan verse en visitas privadas
"Su ¨²ltima voluntad fue cederlo", cuenta el primog¨¦nito de la propietaria
El Estado acaba de admitir en el Registro de Fundaci¨®nes y publicar en el BOE, la que lleva por nombre el de Don ?lvaro de Baz¨¢n, el vencedor de la batalla de Lepanto cuya estatua preside, rodeada de flores, la plaza de la Villa. La dotaci¨®n de la nueva fundaci¨®n, en aportaciones dinerarias y no dinerarias, se fija en unos 20 millones de euros, desglosados en bienes inmuebles por valor de 12 millones; bienes muebles por una cifra estimada en 7,3 millones de euros; un archivo hist¨®rico evaluado en medio mill¨®n y una suma de 120.000 euros en dinero contante.
Seg¨²n ?lvaro Fern¨¢ndez Villaverde, nacido en Londres en 1943, marqu¨¦s de Santa Cruz, duque de San carlos, diplom¨¢tico de carrera y primog¨¦nito de la testataria Casilda de Silva, "la ¨²ltima voluntad de nuestra madre (tiene tres hermanos m¨¢s, Casilda, Jos¨¦ Carlos y Rafael), fue la de ceder a la sociedad espa?ola este palacio, as¨ª como los de El Viso del Marqu¨¦s, en Ciudad Real, y el de la plaza de Trujillo, en C¨¢ceres, para que todo el mundo pueda visitarlos y disfrutar de sus ajuares art¨ªsticos". A cambio de que "permanezca su legado ¨ªntegro y unido", a?ade, conservar¨¢ ¨²nicamente en su interior una peque?a parte del espacio palaciego para habitaci¨®n de la familia propietaria. "El recinto manchego, que es el m¨¢s importante palacio espa?ol en estilo renacentista genov¨¦s y hoy Archivo Hist¨®rico de la Marina, es visitado anualmente por unas 20.000 personas, de entre ellas muchos investigadores", explica. "Por este palacio, mi madre Casilda de Silva percib¨ªa cada a?o una peseta en papel, efigiada, precisamente con el retrato de don Alvaro de Baz¨¢n, el primer marqu¨¦s de Santa Cruz, como arrendamiento simb¨®lico", se?ala el diplom¨¢tico, que ha sido durante siete a?os presidente de Patrimonio Nacional. "En cuanto al palacio de Trujillo, visitado por unas 5.000 personas cada a?o, fue cedido en usufructo a las monjas jer¨®nimas de Santa Paula", a?ade. Con la creaci¨®n fundacional, los tres recintos ampl¨ªan su apertura a la sociedad y su probable conversi¨®n en museos o casas-museo, tras la inminente vertebraci¨®n del correspondiente patronato seg¨²n prescriben las leyes.
El palacio madrile?o, de dos plantas con fachada de puerta jalonada por dos columnas toscanas de piedra, sin apenas adorno, ocupa la mayor parte de una manzana situada entre las calles del Lim¨®n y de Juan de Dios. Dos decenas de ventanales guarecidos por fraileros pintados de blanco se abren a la calle en uno de los lugares m¨¢s c¨¦ntricos de la ciudad, equidistante de las estaciones de metro de Ventura Rodr¨ªguez, plaza de Espa?a y Noviciado, muy cerca del palacio de Liria. La planta baja est¨¢ ocupada por un archivo hist¨®rico, con su correspondiente biblioteca. De ambos podr¨¢n beneficiarse tambi¨¦n los investigadores, ya que el palacio de la calle de San Bernardino conserva uno de los fondos nobiliarios m¨¢s relevantes de cuantos existen en Espa?a. Contiene miles de documentos, generalmente manuscritos en papel verjurado, que se remontan al siglo XIV y dan cuenta de la actividad de uno de los linajes m¨¢s poderosos de la historia de Espa?a. Su poder proced¨ªa de distinciones regias -como lo ser¨ªa desde fines del siglo siglo XVII y durante el XVIII el monopolio del correo con Am¨¦rica gracias a la intervenci¨®n de Baz¨¢n en la conquista de las islas Azores, clave para el poder¨ªo oce¨¢nico de Espa?a- asignadas a sus m¨¢s renombrados miembros, oriundos del valle del Bazt¨¢n, en Navarra, desde la ¨¦poca de los Reyes Cat¨®licos a quienes, ya a fines del siglo XV, hab¨ªan ayudado militarmente en la conquista de Granada.
En la ciudad andaluza, el cabeza de la estirpe se estableci¨® en 1580. A medida que las ?rdenes Militares, Santiago, Montesa, Alc¨¢ntara y Calatrava, se iban deshaciendo de sus propiedades por presiones reales, la nobleza se aprestaba a adquiririrlas. De esta manera, los descendientes de don ?lvaro de Baz¨¢n se hicieron en el siglo XVIII con extensas propiedades fundiarias tanto en La Mancha como en Extremadura. Luego, por sucesivos entronques matrimoniales, el primitivo linaje del marqu¨¦s de Santa Cruz emparent¨® con otras familias, titulares de los marquesados de Visor, Archicollar, El Viso y Bayona; del condado de Castillejo; y de los ducados de Santo Mauro, Pie de Concha y San Carlos.
Precisamente el segundo duque de San Carlos llegar¨ªa a ministro de Estado con Fernando VII, a quien acompa?¨® durante sus destierro, Bonaparte mediante, en Valenciennes. De aquel duque de San Carlos -de quien se asegura que siendo embajador en Par¨ªs se uni¨® a la esposa del orgulloso ministro napole¨®nico y ex obispo Talleyrand- el palacio madrile?o conserva un bell¨ªsimo retrato atribuido a Francisco de Goya. Otras dos obras m¨¢s del pintor aragon¨¦s, referidas a San Francisco de Borja, as¨ª como un "Baile en el campo" y una "Merienda", tambi¨¦n campestre, cuelgan de las paredes de la gran casa madrile?o, junto a otros tesoros pict¨®ricos: una copa de flores del flamenco Jan Brueghel; dos obras de Lucas Jord¨¢n, una de ellas autorretrato en el que aparece provisto de lentes; un lienzo del napolitano Vicente Carduccio; dos obras Juan Carre?o de Miranda, pintor de Corte de los Austrias, as¨ª como dos retratos de Vicente L¨®pez, coet¨¢neo de Goya; tres retratos familiares de la saga pict¨®rica de Los Madrazo, adem¨¢s de lienzos del c¨ªrculo de Bartolom¨¦ Esteban Murillo, as¨ª como dibujos de van Dyck y numerosos otros de pintores de escuelas venecianas y napolitanas. Un retrato de la reina Victoria Eugenia con manto de armi?o, obra de Joaqu¨ªn Sorolla, ilumina una de las estancias del palacio, amuebladas con exquisito gusto y salpicadas de objetos ornamentales de gran valor, muchos de ellos en materiales preciosos y porcelanas francesas e inglesas, adem¨¢s de tapices, siler¨ªas, medallones, condecoraciones y cortinajes.
"Durante la guerra civil, la Junta de Defensa del Tesoro Art¨ªstico de la Rep¨²blica conserv¨®, etiquet¨® y clasific¨® todos estos bienes con sumo cuidado y pudieron ser recobrados", explica el marqu¨¦s de Santa Cruz y duque de San Carlos. Y concluye: "La familia naturalmente, acepta la ¨²ltima voluntad de nuestra madre, porque as¨ª el legado de nuestros antepasados permanece ¨ªntegro. En breve podr¨¢ ser disfrutado por todos los madrile?os".
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