Pek¨ªn y las libertades
El desprecio de los derechos humanos por el r¨¦gimen comunista chino no conoce barreras
En el curso de unos pocos d¨ªas el r¨¦gimen chino ha ejecutado por tr¨¢fico de drogas a un ciudadano brit¨¢nico detenido en 2007 y condenado a 11 a?os de c¨¢rcel, tras un juicio de dos horas a puerta cerrada, a uno de sus m¨¢s notorios disidentes. El delito de ¨¦ste, Liu Xiaobao, es el de pedir pac¨ªficamente la democratizaci¨®n del sistema patroneado por el Partido Comunista. Akmal Shaikh ha sido ejecutado porque en el equipaje de este paquistan¨ª de origen, con un largo historial de problemas mentales, se hallaron cuatro kilos de hero¨ªna. Fue utilizado como correo en un pa¨ªs que pena sin piedad el narcotr¨¢fico.
El denominador com¨²n de uno y otro caso es el manifiesto desprecio chino por los derechos humanos. Pek¨ªn, que en 2008 ejecut¨® a m¨¢s de 1.700 personas, tiene a gala no aceptar lecciones en este terreno. La misma actitud que explica que el Gobierno chino haya ignorado los llamamientos a la clemencia del Ejecutivo brit¨¢nico, apoyados en la minusval¨ªa del ajusticiado, y que considere una injerencia inadmisible la en¨¦rgica protesta de Londres, ilustra tambi¨¦n la c¨ªnica acusaci¨®n de "subversi¨®n" y los 11 a?os impuestos al disidente Xiaobao.
Veinte a?os despu¨¦s de la matanza de Tiananmen, China sigue siendo un agujero negro de los derechos humanos. Es una absoluta potencia econ¨®mica mundial, pero su partido ¨²nico no puede satisfacer el complejo conjunto de demandas de una sociedad que se moderniza y aspira a la libertad. En el pa¨ªs que acaba de inaugurar un tren de alta velocidad de m¨¢s de mil kil¨®metros, envidiable incluso para los est¨¢ndares europeos, su Gobierno es incapaz de lidiar de forma civilizada con cualquier tipo de disidencia -individual o colectiva (T¨ªbet, Xinjiang)- y encarcela arbitrariamente, tortura, censura peri¨®dicos e Internet y permanece dedicado a la caza de disidentes. Todo ello, pese a proclamas puntuales, con la benevolencia pr¨¢ctica de EE UU y Europa, atentos sobre todo a no comprometer sus relaciones estrat¨¦gicas o comerciales con el gigante asi¨¢tico
El presidente Hu Jintao habla de democratizar un partido, el comunista, que sigue blindado al escrutinio y es un foco manifiesto de corrupci¨®n. Los hechos demuestran que el r¨¦gimen es tan al¨¦rgico a democratizarse internamente como a permitir que los ciudadanos chinos tengan su propia voz.
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