Sam Peckinpah, el poeta de la violencia
Ocurre en el arte y en la vida que determinados creadores y seres an¨®nimos que est¨¢n lejos de la perfecci¨®n, en los que transiges con sus defectos casi tanto como admiras sus virtudes, poseen el don de enamorarte siempre, conectan con tus fibras m¨¢s ¨ªntimas, te hacen sentir, se te pone un nudo en la garganta cuando desaparecen de este mundo, mantienen un lugar imborrable en tu memoria, los vas a echar de menos hasta tu ¨²ltimo d¨ªa.
Con los seres cercanos s¨®lo te sirve el recuerdo para evocarlos. Con los libros, la m¨²sica y las pel¨ªculas no existe esa limitaci¨®n, ya que la desaparici¨®n de sus autores no es impedimento para que puedas seguir gozando de todo lo que crearon.
Esta semana hace 25 a?os que muri¨® Sam Peckinpah. No poseo ning¨²n director vivo, incluidos los extraordinarios Clint Eastwood, Woody Allen y Martin Scorsese, con la dimensi¨®n m¨ªtica y tan cercano a mis emociones (aunque nunca haya disparado un tiro ni montado un caballo) como este juglar de los espacios abiertos, ¨¦pico y l¨ªrico, bronco y tierno, retratista incomparable de la violencia interna y externa y de perdedores con aura o exclusivamente cochambrosos, de desesperados con causa o sin ella, de profesionales que no van a morir en la cama, de amistades traicionadas que parec¨ªan inquebrantables, de principios morales y c¨®digos de conducta en matadores presuntamente amorales, de gente que vive o sobrevive en el l¨ªmite, cercana al ocaso.
Sus pel¨ªculas acaban siempre con la muerte. De buenos y malos
Esta semana se ha cumplido el 25? aniversario de su fallecimiento
No poseo ning¨²n director vivo con la dimensi¨®n m¨ªtica y tan cercano a m¨ª
Mi bautizo en ese cine de aroma y personalidad inconfundible ocurri¨® en Duelo en Alta Sierra. La muerte de Joel McCrea despidi¨¦ndose de su socio y de las monta?as podr¨ªa llevar la firma del mejor John Ford. Las grandes pel¨ªculas de Peckinpah siempre acaban con la muerte. De los malos y de los buenos. Lo segundo es inexacto, ya que cualquiera de sus personajes buenos no dudar¨ªa en meterle un balazo en la sesera a cualquier impedimento con forma humana. El legendario Pike Bishop, el jefe del grupo salvaje, advert¨ªa a los rehenes de su asalto al banco: "Si se mueven, m¨¢talos".
El mayor Amos Dundee lograba finalmente acabar con el apache Charriba y cruzar la frontera de R¨ªo Grande a costa de perder en su obsesivo viaje a su sudista ¨¢lter ego, el capit¨¢n Benjamin Tyreen, y a la ¨²nica mujer que podr¨ªa haber arreglado su torturada existencia. El suicidio que m¨¢s me ha impresionado en la historia del cine es el de Bishop y su banda. Consecuentemente, mueren matando, gritando "?Por qu¨¦ no?" (expresi¨®n nihilista y habitual en el mundo de Peckinpah), con el pretexto de que intentan liberar a su socio mexicano.
Cable Hogue, el desamparado de Dios y de los hombres, el agonizante cuya fe encontr¨® agua en el desierto, tambi¨¦n acaba tr¨¢gicamente sus d¨ªas, pero ¨¦ste tiene el consuelo de ser enterrado por la puta que ama y de que el predicador canalla que ha sido su problem¨¢tico socio le dedique el m¨¢s hermoso y complejo serm¨®n f¨²nebre.
El reconvertido Pat Garrett rompe el espejo que le devuelve su indeseada imagen despu¨¦s de matar al forajido Billy The Kid, a su antiguo amigo, al tipo que se neg¨® al pragm¨¢tico cambio que le exig¨ªan los nuevos y arteros tiempos. El volc¨¢nico borracho que iba a triunfar por primera vez en su vida entregando la cabeza de Alfredo Garc¨ªa decide montar el infierno y que ¨¦ste se lo trague en nombre de una anhelada dignidad.
El maltrecho jinete de rodeo Junior Bonner no muere, pero sabe que lo tiene muy crudo para seguir tirando. Tampoco el acorralado matem¨¢tico que acaba carg¨¢ndose a los feroces perros de paja, pero ya nunca podr¨¢ identificar el camino de su casa.
Peckinpah tambi¨¦n hizo pel¨ªculas olvidables, mediocres caricaturas de s¨ª mismo. En las ¨²ltimas, los estragos de la vida le pasaron factura a su arte. Da igual. Cuando estuvo en forma su cine fue duro, complejo, emocionante, po¨¦tico e inmejorable. Cre¨® escuela, pero sus esencias no admiten el plagio. Es uno de los grandes.
Babelia
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