?xtasis en el Calder¨®n

Al ¨¢rea que lleg¨® Antonio L¨®pez para elevarse m¨¢s que nadie, para sentirse el rey del mambo, para cabecear aquel bal¨®n con el reloj, y el partido, muriendo en el minuto 93, para marcar un gol casi milagroso, el que dio la victoria al Atl¨¦tico, la victoria y algo m¨¢s. Porque este equipo ol¨ªa a cad¨¢ver hasta hace bien poco y ayer se sinti¨® renacer. Y sali¨® del infierno. Y se sinti¨® grande, feliz, sin f¨²tbol, cierto, pero demostrando unas ganas y un coraje admirables para desilusi¨®n de un Sevilla algo grosero, que durante toda la segunda parte mostr¨® una cara espantosa.

Y eso que el Sevilla arranc¨® como un hurac¨¢n, como si el partido durara cinco minutos. Tan arrolladora puesta en escena no arredr¨® al Atl¨¦tico, lo que ya es noticia, que se mantuvo entero y fren¨® el ¨ªmpetu rival con la mejor arma posible, con una velocidad endiablada, Reyes volvi¨® a parecerse a Reyes, a aquel chico que hace a?os deslumbrara al mism¨ªsimo Wenger, el gur¨² del Arsenal. Logr¨® el Atl¨¦tico maniatar al Sevilla y, aunque le falt¨® f¨²tbol, lo que ya no es noticia, fue encogiendo a su rival. Hizo alguna de las suyas, claro, que ah¨ª estuvo Perea para intentar, sin conseguirlo, despejar un centro desde la derecha que se le enred¨® de manera incomprensible entre las piernas, qu¨¦ cosa tan rara es esto del bal¨®n. Ah¨ª lo dej¨®, en el punto de penalti, sin que nadie del Sevilla se percatara, por inesperado, del lance.

Pero estaba serio el Atl¨¦tico, sin duda. Y a 30 metros del ¨¢rea rival recibi¨® el bal¨®n Reyes, que se fue como una locomotora, rememorando aquellos tiempos en que era el futbolista que amenaza con volver a ser. Fabulosa fue su carrera y no menos fabuloso su pase a Forl¨¢n, que la peg¨® con la izquierda abajo, fuera aunque a cent¨ªmetros del poste, un tiro del uruguayo de ¨¦sos que hace meses acababan en gol y ahora, para desgracia del Atl¨¦tico, se van al limbo.

Varado el Sevilla, sin m¨¢s imaginaci¨®n que la que le aport¨® Navas, el Atl¨¦tico fue creciendo. Squillaci anunci¨® que pod¨ªa cometer disparates del tenor de, por ejemplo, los de Perea y dej¨® el bal¨®n a pies de Forl¨¢n, que se escap¨® para repetir acci¨®n, y fracaso, saliendo como sali¨® su tiro fuera.

Pero ocurri¨® que el Atl¨¦tico se encontr¨® con un c¨®rner en contra. Mal asunto. Nefasto, mejor dicho, que es el rojiblanco un equipo que sufre un saque de esquina y parece encontrarse ante el pared¨®n. Y all¨ª que vol¨® el env¨ªo de Perotti, hacia el segundo palo, y all¨ª que Asenjo sale, o no sale, que el chico no lo vio claro y se qued¨® en medio de la nada para solaz de Renato, que meti¨® el frentazo y mand¨® el bal¨®n a la red.

Mucho castigo era aqu¨¦l para el Atl¨¦tico. Fue de justicia, por tanto, que al arrancar el segundo acto llegara el empate. Cay¨® el bal¨®n al ¨¢rea del Sevilla y Squillaci lo despej¨® de mala manera, tanto es as¨ª que lo hizo con el culo. Forl¨¢n pill¨® la pelota y se plant¨® ante Palop, un gol cantado en cualquier otra versi¨®n del uruguayo, no en la actual. Lanz¨® Forl¨¢n y Palop rechaz¨® el bal¨®n con la mala suerte de que el rebote golpe¨® en el pecho de Dragutinovic, que pasaba por ah¨ª, y se fue dentro.

El gol destroz¨® al Sevilla. Y m¨¢s a¨²n, la expulsi¨®n de Duscher, al que se le fue la cabeza en una entrada barriobajera a Valera. A partir de ah¨ª el partido fue del Atl¨¦tico, que no se lo cre¨ªa, que no era capaz de machacar a un rival inferior en todos los terrenos. Ni un tiro a puerta hubo del Sevilla en el segundo tiempo. Ni uno fuera. Ni una jugada de peligro. Languidec¨ªa el partido y el Atl¨¦tico no encontraba el premio que su empe?o, no su f¨²tbol, ped¨ªa a gritos. Quique prescindi¨® de Reyes y la decisi¨®n provoc¨® el enojo de la grada. Pero con Jurado el equipo se apropi¨®, ya definitivamente, del bal¨®n. El t¨¦cnico hab¨ªa sido valiente en el inicio, al dar carrete a Ibrahim, jugador del filial, de 19 a?os, con un f¨ªsico portentoso y que cumpli¨® con creces.

Pero mor¨ªa el partido y no hab¨ªa premio para el Atl¨¦tico. Y de repente, el Sevilla que comete una falta en el lateral, ya en pleno minuto 93. Y Simao que la pone en el ¨¢rea. Y Antonio L¨®pez, como si de G¨¢rate se tratara, que roba la cartera al Sevilla en pleno, adelant¨¢ndose a todos entre una nube de paralizados defensas e invent¨¢ndose un cabezazo que se fue dentro y que provoc¨® el ¨¦xtasis de la grada y del Atl¨¦tico, del sufriente y doliente Atl¨¦tico, cuyo impecable talante, por una vez, convirti¨® en una minucia sus carencias de talento.