?Internet amenaza el contacto real?
Leo en el libro La inteligencia social, de Daniel Goleman, la referencia a un estudio que afirma que por cada hora que la gente pasa en Internet, disminuye en 24 minutos el contacto personal con amigos, colegas y familia. La buena noticia es que la relaci¨®n no es paritaria: no todo el tiempo dedicado a Internet es a costa de la relaci¨®n personal. La mala noticia es que el consumo de Internet no para de crecer, especialmente entre los m¨¢s j¨®venes. Si asumimos que cada adolescente pasa como m¨ªnimo una hora y media diaria de su tiempo navegando por la Red, podemos deducir que est¨¢ perdiendo m¨¢s de media hora diaria de interrelaci¨®n cara a cara con los dem¨¢s.
El dato es preocupante, porque Internet, como medio de comunicaci¨®n, presenta importantes interrogantes. Y la consecuente p¨¦rdida de contacto personal supone una seria amenaza para la capacidad de los j¨®venes de relacionarse con los dem¨¢s.
"La informaci¨®n que se comparte v¨ªa Messenger es incompleta. No permite interpretar correctamente una emoci¨®n"
Messenger: el escondite perfecto. Dos compa?eros de clase salen del colegio. Han pasado ocho horas juntos, y han tenido, aparentemente, todo el tiempo del mundo para compartir sus vivencias e inquietudes. Sin embargo, cuando llegan a casa y se conectan al Messenger es cuando empiezan a hablar de todo lo que no se han contado hasta entonces.
Los adolescentes de hoy d¨ªa son capaces de expresar por estas v¨ªas sus m¨¢s profundos sentimientos. Se desnudan emocionalmente a trav¨¦s del teclado del ordenador. Sin embargo, cara a cara pueden pr¨¢cticamente no dirigirse la palabra. Parece como si necesitaran la protecci¨®n de la pantalla.
Este fen¨®meno afectan profundamente a las relaciones entre ellos. En primer lugar, el Messenger les proporciona el escondite perfecto para expresarse sin exponerse. Pueden decir lo que quieran sin temor a la reacci¨®n del otro. Est¨¢n en el entorno seguro de su pantalla, sin que nadie les vea y sin tener que dar m¨¢s explicaciones que las que quieran dar. Esto les provoca una p¨¦rdida de habilidad en el intercambio personal (la comunicaci¨®n personal se aprende practicando) y puede desembocar en una especie de "analfabetismo relacional" que les har¨¢ el camino mucho m¨¢s dif¨ªcil cuando como adultos no tengan m¨¢s remedio que interactuar con los dem¨¢s.
En segundo lugar, los j¨®venes pueden estar construyendo relaciones que est¨¦n muy lejos de la realidad, porque la informaci¨®n que comparten v¨ªa Messenger viene desprovista de las pistas necesarias para su correcta comprensi¨®n. Es imposible interpretar adecuadamente una emoci¨®n sin o¨ªr o ver a la persona que la expresa. Como receptores, podemos entender de forma totalmente equivocada el mensaje que recibimos. Y como emisores, podemos fingir cualquier emoci¨®n sin ser desenmascarados. En la relaci¨®n cara a cara, todo esto es imposible, porque el cerebro es sincero por naturaleza y se encarga -a trav¨¦s del tono de la voz o de peque?os gestos- de comunicar lo que sentimos, pongamos las palabras que pongamos. S¨®lo cara a cara hay certeza de sinceridad en lo que se dice.
Facebook: a la caza de 'amigos'. Las redes sociales -el otro gran ladr¨®n de tiempo para la relaci¨®n- han introducido un nuevo reto para los j¨®venes: cu¨¢ntos amigos son capaces de tener. Hay una verdadera competici¨®n por cu¨¢nta gente tengo agregada en mi grupo, y hoy d¨ªa, en cualquier reuni¨®n de j¨®venes, la pregunta es obligada: "?cu¨¢ntos amigos tienes en Facebook?".
La respuesta nunca deja de sorprenderme. Nadie baja de 300, y en muchos casos llegan a 1.000 o hasta 2.000. Aqu¨ª la fantas¨ªa ha tomado claramente el relevo a la realidad, pero lo que es seguro de entrada es que el lenguaje est¨¢ mal utilizado. No se trata de amigos. Se trata, en el mejor de los casos, de meros conocidos, o conocidos de conocidos. Yo me apunt¨¦ a Facebook recientemente (no me entusiasma, pero siento que tengo que conocerlo) y a los pocos d¨ªas recib¨ª un mont¨®n de mensajes de gente que me invitaba a que fu¨¦semos amigos. ?Amigos? Cuando repas¨¦ la lista, pude ver que algunos de ellos me la hab¨ªan jugado a base de bien en el pasado? Por tanto, cuando hablamos de redes sociales, ?de qu¨¦ tipo de relaci¨®n hablamos exactamente?
Las relaciones a trav¨¦s de las redes sociales son de contacto, nada m¨¢s. No niego su utilidad, pero s¨ª cuestiono que se trate de verdaderas relaciones. Una aut¨¦ntica relaci¨®n de amistad no nos la podemos plantear con m¨¢s de una decena de personas, porque el esfuerzo que requiere simplemente nos agotar¨ªa. Algo falla, pues, en las cuentas.
Al mismo tiempo, las redes sociales introducen, de nuevo, un factor de enga?o, autoenga?o o fantas¨ªa importante. Uno puede ser en ellas quien quiere ser, no quien verdaderamente es.
Padres que han dimitido. Da la sensaci¨®n de que, como padres, estamos tirando la toalla frente a esta nueva generaci¨®n de j¨®venes internautas que se pasan media vida conectados a Internet.
En algunos casos hemos renunciado a conocer y familiarizarnos con todas las nuevas formas de comunicaci¨®n. No conocemos el mundo del Messenger, de las redes sociales, y no hemos hecho el esfuerzo de valorar sus riesgos para aconsejar a nuestros hijos sobre su utilidad o marcar los l¨ªmites razonables a su uso. Reconozco que supone un esfuerzo, pero s¨®lo conociendo a fondo esta realidad podremos actuar.
En otros casos, parece que hayamos optamos por dejar de tutelar a nuestros hijos sobre cu¨¢ndo y cu¨¢nto deber¨ªan utilizar todos estos instrumentos.
Los padres no podemos "dimitir de padres" en este asunto. Debemos conocer los instrumentos que usan, y debemos fijar las reglas del juego y los l¨ªmites.
De hecho, hay entre adolescentes y adultos una responsabilidad de doble direcci¨®n: ellos han de ense?arnos el uso de las nuevas tecnolog¨ªas, su lenguaje y sus posibilidades. Nosotros hemos de ense?arles a usarlas en su justa medida.
entender los usos de internet. Internet es un gran invento, y ha revolucionado la comunicaci¨®n. Nos permite estar en contacto con personas que se encuentran en la otra punta del planeta o localizar a conocidos de los que hemos perdido la pista. Sin embargo, esta maravillosa capacidad de contacto no va acompa?ada de profundidad en la relaci¨®n. Parece que estamos cambiando, en algunos casos, cantidad por calidad. Como afirma el profesor Serrano, las nuevas tecnolog¨ªas facilitan, y mucho, los lazos de uni¨®n entre los j¨®venes, si bien parece que los quieren d¨¦biles.
En este contexto, son muchos los profesionales de la comunicaci¨®n que est¨¢n dando la voz de alarma: las nuevas tecnolog¨ªas favorecen sin duda los contactos entre la gente, pero al mismo tiempo est¨¢n debilitando peligrosamente las relaciones.
Utilicemos, pues, cada medio para lo que sirve: Internet, para contactar, y la relaci¨®n personal cara a cara, para construir y desarrollar una relaci¨®n. Dejemos que los j¨®venes utilicen Internet para ponerse en contacto, para compartir informaci¨®n, para encontrarse o reencontrarse. Pero ayud¨¦mosles a que no renuncien al contacto personal para construir y hacer crecer las relaciones de amistad, muchas de las cuales pueden haber surgido del contacto en la Red.
Menos Internet y m¨¢s cara a cara
Como padres, podemos ayudar a nuestros hijos a desarrollar la habilidad de la comunicaci¨®n cara a cara. ?stas son algunas de las cosas que podemos hacer:
- Limitar el uso de aparatos en nuestra presencia.
- Pactar las horas de uso
del ordenador.
- Fomentar la relaci¨®n
con otras personas.
- Fomentar la lectura, el cine y
otras actividades culturales.
- Estimular el deporte y las actividades en equipo.
- Interesarlos en actividades grupales como el voluntariado.
- Estimular la comunicaci¨®n y el di¨¢logo en la propia familia.
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