Los caminos
Hay caminos inescrutables y caminos escrutables. Los del Se?or dependen del escrutinio general: cuanta m¨¢s pe?a coincida con que el Alt¨ªsimo tiene caminos por los que se pueden recorrer sus dominios, m¨¢s albergues habr¨¢ en el camino de Santiago, ac¨®lito que fue, a la postre y a la saz¨®n, ap¨®stol del Gran Jefe y colega de la Reina Lupa. El escrutinio y la inescrutabilidad se nos vienen encima en un A?o Santo plagado de sopranos gallegas, todas ellas primadonnas y primas hermanas de Carmi?a Burana, la famosa pseudoCastafiore de P¨¦rez Varela, otro escrutador que, como el de Italo Calvino, tuvo su jornada y sali¨® sin escaldar de su puchero. Del puchero de la olla podrida, se entiende. Todo se andar¨¢, aunque sea a pasitos cortos.
Galicia es capaz de soportar el peso de faunas no aut¨®ctonas con gran resignaci¨®n
El camino de Santiago es largo y raro. Para empezar, no se sabe d¨®nde empieza y nadie tiene muy claro d¨®nde acaba. Hay quien tira sus sandalias (andalias ser¨ªa la palabra adecuada) en Fisterra y hay quien las deja en el control de Lavacolla para que las revisen, no vaya a ser que lleven alg¨²n queso de Arz¨²a por ah¨ª escondido. Tanto en el viaje de vuelta como en el viaje de ida (de venida, seg¨²n nuestro punto de vista) desesperamos todos: los que caminan y los que esperan, los que construyen y los que destruyen, los que ponen los ladrillos y los que los pagan. Mientras, los perros callan al paso de los carros que llevan el material con retraso a la Cidade da Cultura. Sin ladrillos y sin ladridos no se cabalga.
En este camino eterno que los bichos del arca de No¨¦ emprendieron desperdig¨¢ndose tras encallar en A Costa da Morte, hay de todo, como en la vi?a del se?or ese de los hilillos inescrutables. De hecho, Galicia es capaz de soportar el peso de faunas no aut¨®ctonas con gran resignaci¨®n y no menor asombro de propios y extra?os. De ah¨ª la aparici¨®n de un hipop¨®tamo pastando a la orilla de la r¨ªa de O Burgo, en Coru?a. El orondo animal fue liberado temporalmente por los responsables de un circo que acampaba por los alrededores -con animales trabajando lejos, muy lejos, de su hogar- para pactar con alg¨²n equipo de gobierno de alg¨²n concello local, y de metropolitana ¨¢rea, bien necesitado de apoyos pesados a la hora de rendir cuentas a la animalidad de la justicia y sus r¨¦moras. El hipop¨®tamo puede permanecer sumergido durante mucho tiempo aliment¨¢ndose de plantas acu¨¢ticas. Es su condici¨®n gen¨¦tica de pol¨ªtico gallego y su capacidad para pastar donde quiera que le dejen y ¨¦l se pueda aprovechar. Dientes enormes no le faltan, ni leyes sobre la lengua a soltar en los colegios a los que env¨ªa a sus hipopotamitos, que as¨ª se llaman sus cr¨ªas. Las de los gallegos son los hipogalleguitos; esos a los que sus padres sumergen en diversos colegios para aprender en idiomas hipohuracanados de tal o cual signo electoral.
Los caminos del camello son distintos de los del hipop¨®tamo. Sobre sus jorobas llegaron los tres Reyes Magos, aunque s¨®lo fuera para jorobar. Pero esto ¨²ltimo, claro, no est¨¢ permitido en un pa¨ªs que siempre estuvo guiado por alguna estrella; mala o buena, tanto da. Es as¨ª que el camello vive mucho tiempo sin agua y el hipop¨®tamo tanto o m¨¢s dentro de ella. Son criaturas inocentes que no distinguen entre el agua salada con petr¨®leo del agua de Mondariz. Su camino por esta tierra de promisi¨®n es puro y duro. Nosotros, b¨ªpedos de corto recorrido circense, tambi¨¦n tenemos nuestros instintos y nuestra ingenuidad. Los contenedores est¨¢n hoy repletos de infinidad de regalos in¨²tiles que se estropearon a los diez minutos de puestas las pilas y que causaron ayer m¨¢s de un conflicto familiar por ver qui¨¦n manejaba el artefacto-timo que tanto molaba en el anuncio. Nuestros juguetes son de mando a distancia y narices largas; muy parecidos a los de carne y hueso que nos compramos en las urnas cada cuatro a?os. Somos bisiestos a destiempo pero para siempre. De aqu¨ª a la eternidad.
Van cincuenta a?os de las aventuras de Asterix, y los habitantes de la aldea gala del noroeste ya sabemos que el cielo caer¨¢ sobre nuestras cabezas inevitablemente. Por eso Tutatis nos tiene preparados para este a?o caminos inescrutables plagados de hipop¨®tamos extraviados.
julian@discosdefreno.com
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