Democracia en la Iglesia, ?por qu¨¦ no?
Que no se le imponga al pueblo un obispo que el pueblo no desee". "Aquel que debe presidir a todos debe ser elegido por todos". "No se debe ordenar obispo a nadie contra el deseo de los cristianos y sin haberles consultado expresamente al respecto".
Seguro que no pocos lectores pensar¨¢n que estas tres afirmaciones est¨¢n tomadas de alg¨²n documento de los movimientos cristianos de base o de colectivos de te¨®logas y te¨®logos contrarios al actual sistema de nombramiento de obispos. Pues no. Son textos de los siglos III y V. El primero pertenece a san Cipriano (principios del siglo III-258), obispo de Cartago, quien consideraba "de origen divino" el derecho del pueblo a elegir a sus pastores. Su propia elecci¨®n episcopal fue muy discutida.
El sistema de nombramiento de los obispos hace que el despotismo sea su patolog¨ªa m¨¢s com¨²n
Los dos siguientes corresponden a Le¨®n Magno, papa de 440 a 461, el m¨¢s importante del siglo V, que fren¨® la marcha de Atila sobre Roma. Y no son excepci¨®n en la literatura teol¨®gica de la ¨¦poca, ni se limitan a reflejar un ideal a conseguir. Los cito como una brev¨ªsima antolog¨ªa que podr¨ªa ampliar con otros muchos testimonios en la misma direcci¨®n. La elecci¨®n de los obispos por el pueblo fue una pr¨¢ctica habitual en la historia de la Iglesia durante el primer milenio, como demuestra el prestigioso te¨®logo holand¨¦s recientemente fallecido Edward Schillebeeckx en su libro El ministerio eclesial. Agust¨ªn (354- 430) y Ambrosio (340-397) se vieron obligados a aceptar su elecci¨®n como obispos de Hipona y de Mil¨¢n, respectivamente, incluso contra su voluntad, porque fueron aclamados por la comunidad cristiana. Tambi¨¦n Paulino de Nola (355-431), amigo de Agust¨ªn, Ambrosio y Jer¨®nimo, fue elegido obispo por aclamaci¨®n popular, siendo sacerdote casado.
El concilio de Calcedonia (a?o 451) se opuso a la ordenaci¨®n de aquellos candidatos que no estuvieran vinculados a una comunidad, hasta el punto de declarar inv¨¢lida esa ordenaci¨®n. El obispo o sacerdote que dejaba de presidir una comunidad, volv¨ªa al estado laical.
A veces la elecci¨®n era muy re?ida, y se produc¨ªan altercados si no se respetaba la voluntad del pueblo. Algo parecido sucede hoy, pero no porque la comunidad cristiana participe en la elecci¨®n de los obispos, sino porque ¨¦sta se hace al margen suyo e incluso en contra de sus deseos. La oposici¨®n de la mayor¨ªa del clero de Guip¨²zcoa al nombramiento de Jos¨¦ Ignacio Munilla como obispo de la di¨®cesis no es un fen¨®meno aislado en la historia reciente de la Iglesia. Un caso similar se produjo con motivo de la ordenaci¨®n episcopal de Alfonso L¨®pez Trujillo como obispo auxiliar de Bogot¨¢ (Colombia) en 1971. Entonces no fue s¨®lo el clero quien se opuso, sino una parte importante del pueblo, que mostr¨® su disconformidad a trav¨¦s del lanzamiento de octavillas durante la ceremonia de la ordenaci¨®n episcopal.
Sacerdotes de Barcelona hicieron una sentada en el patio del palacio episcopal disconformes con la manera de dirigir la di¨®cesis de monse?or Marcelo Gonz¨¢lez, venido de Astorga. Hace unos a?os se produjeron reacciones de protesta similares por el nombramiento de Jaume Pujol, miembro del Opus Dei, como arzobispo de Tarragona. Frecuentes son tambi¨¦n las campa?as de sacerdotes y de grupos cristianos cuando corre el rumor del nombramiento de un obispo que no consideran id¨®neo para su di¨®cesis. Muchas veces se salen con la suya y consiguen que no se nombre al candidato in p¨¦ctore.
A prop¨®sito del conflicto provocado por el nombramiento de monse?or Munilla, he podido leer estos d¨ªas que lo que est¨¢ en juego son dos modelos de Iglesia: el de Uriarte, m¨¢s democr¨¢tico, y el de Munilla, m¨¢s autoritario. Yo creo que este planteamiento es teol¨®gicamente incorrecto y en la pr¨¢ctica, enga?oso. Los dos deben obediencia al Papa, que es quien los ha nombrado. Los dos se han caracterizado por pr¨¢cticas autoritarias, cada uno en su di¨®cesis. Uriarte ha vetado a varios profesores de la Escuela de Teolog¨ªa, vinculada a la Universidad de Deusto. Munilla impuso el traslado del seminario de Palencia a Madrid en contra de la opini¨®n de un sector importante del clero palentino. El despotismo es la patolog¨ªa episcopal m¨¢s com¨²n.
El problema radica, a mi juicio, en el sistema de nombramiento de los obispos. De ah¨ª se derivan dos modelos de Iglesia: el jer¨¢rquico-patriarcal, que se sustenta en la elecci¨®n de los obispos por el Papa sin intervenci¨®n del pueblo cristiano, y el democr¨¢tico-igualitario, que se basa en la elecci¨®n de los dirigentes religiosos conforme al principio "un cristiano, una cristiana, un voto". Una pr¨¢ctica acorde con la tradici¨®n de la Iglesia, que tiene su fundamento teol¨®gico en la dimensi¨®n comunitaria del cristianismo y que est¨¢ en sinton¨ªa con los procesos electorales de las sociedades democr¨¢ticas. Se me objetar¨¢ que la Iglesia es de instituci¨®n divina. Aun en ese supuesto, que es mucho suponer, no entiendo por qu¨¦ la democracia tenga que ser contraria a la voluntad divina ni por qu¨¦ el Papa y los obispos la defienden en la sociedad y no la practican en la Iglesia. ?C¨®mo Dios puede querer la elecci¨®n democr¨¢tica de los gobernantes a nivel pol¨ªtico y oponerse a ella en la comunidad cristiana?
Juan Jos¨¦ Tamayo es te¨®logo y autor de Nuevo paradigma teol¨®gico (Trotta, Madrid, 2010).
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