?Qu¨¦ necesito de los dem¨¢s para ser feliz?
La familia, la pareja y los amigos son una fuente de cari?o y apoyo, pero tambi¨¦n de problemas. Para mejorar nuestros v¨ªnculos afectivos hemos de empezar por cuidar nuestra relaci¨®n con nosotros mismos. Segunda entrega de esta serie de tres reportajes sobre crecimiento personal.
Teresa Casas "No poder tener hijos ha sido una lecci¨®n de amor incondicional"35 a?os. Casada. Gestora financera. El detonante de su fortalecimiento fue el no poder ser madre.
"Al cumplir los 30, lo que m¨¢s valoraba era la estabilidad que me daban mi profesi¨®n y mi relaci¨®n de pareja. Pronto surgi¨® un nuevo proyecto compartido: ser padres. Poco a poco esta ilusi¨®n se convirti¨® en un dif¨ªcil reto. Y a d¨ªa de hoy todav¨ªa no hemos podido hacerlo realidad. He probado todo tipo de tratamientos para conseguir quedarme embarazada, pero no ha habido manera. Incluso pusimos en marcha dos procesos de adopci¨®n. Han sido cinco a?os de muchos sue?os y esperanzas, pero tambi¨¦n de l¨¢grimas y frustraciones. Tras este largo y duro proceso, que he compartido codo con codo con mi pareja, agradezco al destino que no me lo haya puesto f¨¢cil. La adversidad me ha brindado la oportunidad de crecer y descubrir algo que no esperaba: la libertad. Me he cuestionado muchas cosas y se me han abierto puertas que no esperaba. He cooperado en proyectos infantiles en varias partes del mundo y me siento comprometida con mi crecimiento personal. Y este viaje hacia adentro me ha preparado a la vez para ser madre de cualquier ni?o, de cualquier raza, condici¨®n, con o sin problemas. Mi coraz¨®n est¨¢ lleno de experiencias de amor hacia otros ni?os y ni?as, que siempre formar¨¢n parte del hijo que alg¨²n d¨ªa quiz¨¢s llegar¨¢ a mi vida. Me siento agradecida porque este tiempo de espera me ha permitido conocerme a m¨ª misma, entrando en contacto con mi verdadera esencia. Ah¨ª residen mi confianza y mi coraje. He aprendido a luchar por mis sue?os desde la libertad y a tomar consciencia de lo que quiero hacer con mi vida. Adem¨¢s de llegar a ser madre, estoy comprometida con impulsar proyectos orientados a fomentar el desarrollo personal en la sociedad".
"Interpretamos lo que nos sucede de forma egoc¨¦ntrica: queremos que la realidad se adapte a nuestros deseos"
Por m¨¢s que nos lo hayan hecho creer, no somos medias naranjas: somos naranjas enteras
Los dem¨¢s no nos dan ni nos quitan nada. Nunca lo han hecho. S¨®lo son espejos de lo que tenemos y nos falta
"El rencor es una semilla muy t¨®xica que echa ra¨ªces en nuestro interior, nos debilita y nos hace vulnerables"
No estamos solos. Y aunque queramos, tampoco podemos estarlo. Nuestra existencia se entremezcla constantemente con la vida de otras personas. Somos hijos. Hermanos. Padres. Abuelos. Amigos. Novios. Esposos. Ex. Viudos. Cu?ados. T¨ªos. Sobrinos. Primos. Yernos. Suegros. Compa?eros. Jefes. Empleados... Desde que nacemos hasta que morimos, cada paso que damos y cada etapa que vivimos van acompa?ados por una serie de roles sociales, que a la vez son fuente de alegr¨ªa y de tristeza, de confianza y de miedo, de paz y de ira...
De las relaciones humanas surgen nuestros momentos de mayor felicidad y tambi¨¦n nuestros peores instantes de sufrimiento. En algunos casos, como le pas¨® a Teresa Casas, estas experiencias suceden incluso antes de poder establecer un v¨ªnculo afectivo. La gran paradoja es que las personas que m¨¢s queremos son tambi¨¦n con las que m¨¢s conflictos tenemos. Por eso muchos concluyen que no pueden vivir con los dem¨¢s, pero tampoco sin ellos.
Frente a esta disyuntiva, los expertos en crecimiento personal abogan por concebir nuestra vida social como una oportunidad de aprendizaje. Sobre todo para mejorar nuestra competencia en el arte de establecer v¨ªnculos sanos y sostenibles. Entre otros reconocidos psic¨®logos, destaca el escritor Xavier Guix, quien defiende que "hablando no se entiende la gente". A su juicio, "la mayor¨ªa de conflictos humanos tienen su ra¨ªz en la confusi¨®n, en los malentendidos ling¨¹¨ªsticos y, sobre todo, en nuestra incapacidad para establecer relaciones reales, objetivas y profundas".
No en vano, en toda comunicaci¨®n humana existen tres niveles: "Primero est¨¢n nuestras motivaciones, es decir, lo que pretendemos conseguir o aportar en nuestra interacci¨®n con los dem¨¢s. Luego viene nuestra manera de expresar dichas intenciones por medio del lenguaje, la actitud y la conducta. Y finalmente se encuentra la interpretaci¨®n subjetiva de nuestro interlocutor", explica este experto. "Por m¨¢s que a este proceso lo llamemos comunicaci¨®n, a veces hay un abismo entre las motivaciones del emisor y la interpretaci¨®n final del receptor".
Y no s¨®lo eso. En general, "los seres humanos interpretamos lo que nos sucede de forma egoc¨¦ntrica: queremos que la realidad se adapte a nuestros sue?os, necesidades y expectativas, lo que condiciona y dificulta nuestra interrelaci¨®n con otras personas", a?ade Guix, autor de Pensar no es gratis. Creencias, comunicaci¨®n y relaciones. As¨ª, "los problemas aparecen cuando los dem¨¢s no cumplen con lo que esperamos de ellos, cuando hacen o dicen cosas con las que no estamos de acuerdo o cuando se interponen en nuestro camino para conseguir lo que deseamos". Y concluye: "Por m¨¢s que solamos buscarla fuera, la ra¨ªz de nuestros conflictos relacionales est¨¢ en nuestro interior".
Elma Roura "Mi madre ha sido mi gran maestra en el arte de vivir"
25 a?os. Vive en pareja. Terapeuta y fundadora del centro Desarrolla-te. El detonante de su fortalecimiento personal fue el sufrimiento derivado de la relaci¨®n con su madre.
"Ya desde muy peque?a sol¨ªa escuchar a mi madre decir que su vida ser¨ªa mejor, que ser¨ªa m¨¢s feliz, si pudiera cambiar de jefe, de trabajo, o si consiguiera llegar m¨¢s pronto a casa... Finalmente todo eso lleg¨®, pero ella segu¨ªa sinti¨¦ndose presa del sufrimiento, culpando a los dem¨¢s por su infelicidad. Despu¨¦s de convivir con tanta depresi¨®n, as¨ª como de experimentar alg¨²n que otro episodio traum¨¢tico, me di cuenta de que el ¨²nico lugar donde pod¨ªa buscar respuestas era dentro de m¨ª. Eso me hizo despertar. Por el camino, la relaci¨®n con mi madre se erosion¨® hasta tal punto que dejamos de hablar. Entonces mi anhelo de felicidad casi se convirti¨® en una obsesi¨®n. No paraba de luchar y de reaccionar por todo y contra todos. No lograba comprender en qu¨¦ consist¨ªa esto de 'vivir'. Sin darme cuenta, me hab¨ªa convertido en la mujer insatisfecha de la que tanto trataba de huir. Con el tiempo descubr¨ª que en realidad no luchaba contra ella, sino contra m¨ª misma. Al comprender que no era necesario demostrar nada a nadie, y que todo depend¨ªa de c¨®mo yo observaba la realidad, dej¨¦ de buscar la felicidad: la hab¨ªa encontrado dentro de m¨ª. Desde entonces sigo aprendiendo cada d¨ªa, compartiendo y acompa?ando a los dem¨¢s en su proceso de aprendizaje, pero con una serenidad interna que parece sobrevivir a todas las tormentas de la vida. Si bien mi madre ha sido la persona con la que m¨¢s conflictos he tenido, tambi¨¦n es de la que m¨¢s he aprendido y a la que estoy m¨¢s agradecida.?Actualmente mi relaci¨®n con ella est¨¢ basada en el cari?o y el amor. Le debo mucho m¨¢s que el hecho de poder estar viva".
La historia de Elma Roura no es, ni mucho menos, un caso aislado. La sombra de "pap¨¢ y mam¨¢" suele ser m¨¢s alargada de lo que nos gustar¨ªa. Y es curioso, porque nadie pone en duda que nuestros padres (y madres) son de las personas que m¨¢s nos van a querer a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, sus buenas intenciones a veces tienen un efecto nocivo en la construcci¨®n de nuestra identidad y nuestro estilo de vida.
As¨ª, el condicionamiento recibido durante nuestra infancia nos deja una huella dif¨ªcil de borrar. "El legado emocional de nuestros padres es como una mochila que cargamos a nuestras espaldas, repleta de creencias, normas y valores que nos dicen qui¨¦nes hemos de ser y de qu¨¦ manera hemos de vivir", afirma el director del Instituto Gestalt, Joan Garriga, experto en constelaciones familiares.
Y ¨¦sta es la esencia de la gran mayor¨ªa de conflictos existentes en el seno de las familias. "Algunos padres hacen con sus hijos exactamente lo que les hicieron a ellos cuando eran ni?os: inculcarles una manera determinada de ver y comprender el mundo, obstaculizando el descubrimiento de s¨ª mismos y de la vida", sostiene Garriga. Eso s¨ª, se ha de tener muy en cuenta que "nadie nos ha ense?ado a ser padres, sin duda alguna la profesi¨®n m¨¢s exigente de todas".
Sea como fuere, "al entrar en la edad adulta muchos hijos culpan a sus progenitores por sus carencias afectivas, sus inseguridades e incluso por la rabia que experimentan al ver c¨®mo el conflicto y la insatisfacci¨®n siguen protagonizando sus relaciones m¨¢s ¨ªntimas", a?ade Garriga, autor de ?D¨®nde est¨¢n las monedas? El cuento de nuestros padres. Aunque es mucho m¨¢s f¨¢cil y c¨®modo se?alar a nuestros progenitores como los culpables de nuestra infelicidad, "tarde o temprano llega un d¨ªa en que no nos queda m¨¢s remedio que responsabilizarnos de nuestro destino".
Sin duda alguna, "¨¦sta es la verdadera emancipaci¨®n, que suele venir acompa?ada de una de las mayores crisis existenciales que sufrimos a lo largo de nuestra vida: aceptar que, m¨¢s all¨¢ de nuestro pasado, nuestro ¨²nico problema en este preciso momento somos nosotros mismos". Al igual que consigui¨® Elma Roura con su madre, "lo que nos cura es que podamos abrazar en nuestro coraz¨®n a nuestros padres y no tanto que seamos abrazados por ellos", concluye Garriga.
Carlos Ocho "El amor llena de dicha
al que ama y no tanto al amado"
28 a?os. Soltero, con pareja. 'Product manager' de la escuela de negocios EADA. El detonante de su fortalecimiento fue una ruptura de pareja que le desgarr¨® por dentro.
"Siempre me he considerado y me han visto como una persona muy abierta, cercana y sociable. Sin embargo, mi punto d¨¦bil siempre fueron las relaciones de pareja, una dificultad que ya vi en mis padres, quienes terminaron separ¨¢ndose. A los 22 a?os, tras 8 a?os de confusi¨®n y dudas, de conflictos internos y de mentiras, tuve la honestidad y el coraje de enfrentarme a m¨ª mismo. Acept¨¦ mi homosexualidad. Desde aquel d¨ªa, mi compromiso con la verdad y con ser transparente conmigo mismo y con los dem¨¢s no ha dejado de crecer. Al principio, mis relaciones de pareja segu¨ªan durando muy poco y siempre sufr¨ªa mucho cuando finalizaban. Pero todo cambi¨® hace dos a?os. Tras romper con mi ¨²ltimo novio, entr¨¦ en una profunda crisis que me anul¨® como persona. A pesar de la angustia y del dolor que sent¨ªa, me di cuenta de que aquella dram¨¢tica experiencia no proven¨ªa tan s¨®lo de la separaci¨®n. Si bien hab¨ªa un cierto dolor asociado al duelo de aquella ruptura, me hice responsable del sufrimiento que a?ad¨ªa yo. Esta toma de consciencia fue el comienzo de mi trabajo interior. El autoconocimiento me ayud¨® a comprender los porqu¨¦s de todo lo que me hab¨ªa sucedido en mis relaciones m¨¢s dolorosas y conflictivas. A d¨ªa de hoy s¨®lo conservo gratitud por todas esas experiencias de adversidad y superaci¨®n personal, pues sin ellas no hubiera descubierto mi verdadera vocaci¨®n. Estoy comprometido con ense?ar y compartir con los dem¨¢s el inmenso poder que reside en nuestro interior. El gran reto es dejar de vivir de forma inconsciente, aprendiendo de todo lo que nos depara la existencia".
Tanto si aprendemos de nuestros padres como si no, el siguiente gran maestro que aparece en nuestra vida viene bajo el nombre de "pareja". Ninguna otra relaci¨®n puede proporcionarnos una mayor estabilidad emocional que la de nuestro compa?ero (o compa?era) sentimental. Sin embargo, las consultas de psic¨®logos y terapeutas est¨¢n llenas de pacientes que han convertido estos v¨ªnculos afectivos en una adicci¨®n muy dif¨ªcil de lidiar y mucho m¨¢s de superar. De hecho, algunas personas temen enamorarse y comprometerse por miedo a volver al infierno que supone separarse del ser querido.
Por m¨¢s rom¨¢ntico que pueda parecernos, "el sufrimiento derivado de cualquier relaci¨®n amorosa tan s¨®lo pone de manifiesto que hemos encerrado nuestro amor en la invisible c¨¢rcel de la dependencia", afirma el psic¨®logo cl¨ªnico, Walter Riso, autor de ?Amar o depender? C¨®mo superar el apego afectivo y hacer del amor una experiencia plena y saludable.
En opini¨®n de este experto, "depender de la persona que se ama es una manera de enterrarse en vida, un acto de automutilaci¨®n psicol¨®gica donde el amor propio, el autorrespeto y la esencia de uno mismo son ofrendados y regalados irracionalmente". No en vano, detr¨¢s de esta dependencia se esconde uno de los virus m¨¢s letales que atenta contra nuestra salud emocional: el apego.
Popularmente se considera sin¨®nimo de "afecto, cari?o o estimaci¨®n". De hecho, hay quien dice que el apego es "natural" y "sano", pues es una muestra del "amor" que sentimos por la persona a la que vivimos apegados. E incluso algunos afirman con cierto orgullo que "cuanto m¨¢s apego se tiene, m¨¢s se ama". Pero nada m¨¢s lejos de la realidad. "Cuando nos apegamos a nuestra pareja creemos inconscientemente que sin ella no podemos ser felices, destruyendo cualquier posibilidad de amarla", sostiene Riso.
Bajo el embrujo de esta falsa creencia, "nace en nuestro interior la obsesi¨®n de poseerla, de garantizar que est¨¦ siempre a nuestro lado", a?ade este experto. "Y el miedo a perderla nos lleva a tomar actitudes defensivas y conductas preventivas". Es entonces cuando aparecen los celos, "un s¨ªntoma que revela que vemos a nuestra pareja como algo que nos pertenece".
Por el camino terminamos perdi¨¦ndonos a nosotros mismos, tal y como le sucedi¨® a Carlos Ocho. De ah¨ª que las rupturas sentimentales supongan una de las experiencias m¨¢s traum¨¢ticas, pero a la vez m¨¢s transformadoras de nuestra vida. "De nuevo a solas, cara a cara con nosotros mismos, podemos tomar consciencia de que nuestra felicidad, antes de ser compartida, debe existir primero dentro de nosotros mismos", concluye Riso. Por m¨¢s que nos lo hayan hecho creer, no somos medias naranjas: somos naranjas enteras. Al menos as¨ª podemos sentirnos cuando nos amamos a nosotros mismos.
Nuria Chiva "Lo que buscaba en los dem¨¢s era lo que no me daba a m¨ª misma"
27 a?os. Vive en pareja. Educadora social.
El detonante de su fortalecimiento fue
una depresi¨®n, en la que cay¨® por olvidarse
de s¨ª misma.
"A los 21 a?os estudiaba tercero de carrera, trabajaba ocho horas al d¨ªa y era directora y monitora voluntaria en una organizaci¨®n social. Intentaba sacar las mejores notas, ser la mejor en el trabajo, la mejor en la familia, la mejor amiga y la mejor novia. Pero tener una agenda fren¨¦tica y el deseo constante de intentar agradar a todo el mundo me llev¨® a pagar un precio muy alto: una ma?ana no pude levantarme de la cama. Fui v¨ªctima de un fuerte ataque de ansiedad. Estuve 10 meses de baja por depresi¨®n. No ten¨ªa fuerzas ni ganas para vivir. Me qued¨¦ vac¨ªa. Durante aquella depresi¨®n salieron a flote la separaci¨®n de mis padres, la muerte de mi abuela y una fuerte dependencia emocional hacia el que hab¨ªa sido mi primer amor. Fue entonces cuando decid¨ª emprender un duro trabajo personal con la ayuda de un psic¨®logo. A su lado descubr¨ª que todo lo que no encontraba en m¨ª lo buscaba en el exterior, haciendo mil cosas para tapar mi vac¨ªo y creando todo tipo de dependencias con los dem¨¢s. ?Me hab¨ªa olvidado de m¨ª misma! Gracias al apoyo incondicional de mi madre, de mi ex pareja y de unos pocos amigos, aprend¨ª una gran lecci¨®n: si mi autoestima la dejo en manos de los dem¨¢s, de lo que no depende de m¨ª, estoy perdida. Hoy doy gracias a la vida por haberme ofrecido esa vivencia, ya que he iniciado un camino de b¨²squeda hacia mi aceptaci¨®n y mi crecimiento personal. Ahora intento escucharme para darme lo que necesito. Y cada d¨ªa valoro m¨¢s a las pocas personas con las que puedo establecer v¨ªnculos afectivos de verdad. Doy gracias por haber encontrado a mi actual pareja, Santi, y por ser hija de mi madre, que es mi gran maestra en la escuela de la vida".
Despu¨¦s de nuestros padres y de la pareja, otro de los v¨ªnculos afectivos m¨¢s importantes es el formado por nuestro c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo de amigos. A todos nos gusta sentir que pertenecemos a un grupo humano. Saber que podemos contar con otras personas nos da seguridad. Su apoyo nos ayuda en nuestra toma de decisiones. Adem¨¢s, parece que las tristezas se diluyen cuando se comparten, mientras que las alegr¨ªas se multiplican.
Para algunos, los amigos son aquellas pocas personas que verdaderamente nos comprenden y nos aceptan tal como somos. E incluso hay quien afirma que, al ser elegidos de forma voluntaria y consciente, constituyen una especie de segunda familia. Sin embargo, etiquetar a alguien como nuestro "amigo" tambi¨¦n puede traer consigo diferentes conflictos. Al empezar a tener expectativas, en ocasiones podemos cosechar grandes decepciones y frustraciones, hasta el punto de poder convertirnos en "enemigos". No en vano, s¨®lo llegamos a odiar aquello que hemos amado.
Pero, entonces, ?qu¨¦ podemos hacer para vivir en paz con los dem¨¢s? La respuesta parece estar m¨¢s a nuestro alcance de lo que pensamos: se encuentra dentro de nosotros mismos. Aunque nos cueste reconocerlo, "la ¨²nica relaci¨®n real y verdadera es la que mantenemos con nosotros mismos, pues nadie m¨¢s puede conocer nuestras motivaciones m¨¢s profundas". As¨ª de contundente es el sabio hind¨² Jiddu Krishnamurti (1895-1986), uno de los fil¨®sofos contempor¨¢neos m¨¢s reconocidos y admirados hoy.
Para Krishnamurti, todos nuestros v¨ªnculos afectivos "son un reflejo de la relaci¨®n que mantenemos con nosotros mismos". Y a?ade: "Cada uno de nosotros somos la ¨²nica causa de nuestro bienestar y de nuestro malestar". As¨ª, los dem¨¢s no nos dan ni nos quitan nada. Y nunca lo han hecho. Tan s¨®lo son espejos que nos muestran lo que tenemos y lo que nos falta.
De hecho, "no vemos a los dem¨¢s como en realidad son, sino como nosotros somos", un fen¨®meno que los psic¨®logos denominan "proyecci¨®n". Y esto es lo que descubri¨® Nuria Chiva cuando se dio cuenta de que quer¨ªa que los dem¨¢s le dieran lo que ella no se estaba dando. Para Krishnamurti, esta toma de consciencia "es el principio que nos conduce hacia la sabidur¨ªa".
En su obra maestra, La libertad primera y ¨²ltima, se desprende que "nuestra felicidad, nuestra paz y nuestra capacidad de servir y de amar a los dem¨¢s son fortalezas que emergen de nuestro interior cuando nos liberamos de la esclavitud de la mente". Es decir, "cuando ponemos fin a la ignorancia de no saber qui¨¦nes somos y a la inconsciencia de no querer saberlo". De ah¨ª que "nuestras relaciones constituyan una maravillosa forma de conocernos a nosotros mismos".
Gis¨¨le Rottier "La muerte
de mi hijo me hizo despertar a la vida"
55 a?os. Divorciada y con tres hijos.
Empresaria. El detonante de su fortalecimiento fue la muerte de su hijo V¨ªctor.
"Era una de esas personas que no se hac¨ªa demasiadas preguntas. Simplemente trataba de que mi vida fuese c¨®moda y tranquila. Pero todo cambi¨® en octubre de 2003, cuando mi padre y mi hijo V¨ªctor, de 23 a?os, tuvieron un accidente de coche. Mi padre muri¨® en el acto y mi hijo lleg¨® al hospital con vida. Fueron cinco d¨ªas de incertidumbre y agon¨ªa. Al final falleci¨®. Entr¨¦ en un estado de 'shock'. La cruda realidad era tan horrible que un intenso dolor empez¨® a acompa?arme las 24 horas del d¨ªa. Y as¨ª segu¨ª durante cinco interminables a?os, lo que me llev¨® a profundizar dentro de m¨ª misma, descubriendo mi dimensi¨®n espiritual. Mi alma estaba enferma. Aquella revelaci¨®n me llev¨® a buscar respuestas para comprender el porqu¨¦ de aquella terrible p¨¦rdida. Quer¨ªa darle sentido a su muerte. As¨ª fue como empec¨¦ a hacerme fuerte, a luchar por recuperar mi vida, a tratar de ser feliz no s¨®lo por m¨ª, sino tambi¨¦n por mis hijos. Abandon¨¦ el papel de v¨ªctima y comenc¨¦ a ser m¨¢s constructiva, m¨¢s positiva. Hace m¨¢s de un a?o que ya no siento dolor en el alma. Me siento bastante en paz. Ahora su recuerdo me da fuerzas; es mi fuente de inspiraci¨®n. Me hace valorar y disfrutar mucho m¨¢s de mi vida, pudiendo ser una mejor madre para mis otros dos hijos. Aunque pueda parecer lo mismo, existe una gran diferencia entre existir y estar vivo. Mi hijo V¨ªctor tuvo que morir para que yo lo comprendiera. Superar este proceso de duelo me ha hecho madurar: ahora ya s¨¦ qui¨¦n soy y qu¨¦ quiero hacer con el resto de mi vida. No puedo cambiar lo que pas¨®, pero llevo a mi hijo en el coraz¨®n. Ha sido mi gran maestro. Como ¨¦l dec¨ªa, la vida hay que vivirla".
De todas las experiencias de aprendizaje, superaci¨®n y fortalecimiento asociadas con nuestras relaciones humanas, el fallecimiento de un ser querido es sin duda la m¨¢s dif¨ªcil y dura de afrontar. Dado que la muerte sigue siendo un tab¨² en nuestra sociedad, su aparici¨®n en nuestra vida nos suele coger desprevenidos, tal y como le pas¨® a Gis¨¨le Rottier.
Aunque cada proceso de duelo es diferente, la reconocida psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth K¨¹bler-Ross (1924-2004), autora de La muerte: un amanecer, estableci¨® cinco fases que atravesamos al sufrir una p¨¦rdida:
1. Negaci¨®n: negamos lo que nos ha sucedido, pues no somos capaces de asumir las consecuencias que implica la muerte del ser querido.
2. Ira: adoptamos el rol de v¨ªctima, sintiendo ansiedad, irritaci¨®n y enfado, y buscando culpables con quienes canalizar nuestro malestar.
3. Lucha: intentamos cambiar lo que ha sucedido, negociando con los dem¨¢s e incluso con la vida la posibilidad de recuperar al ser querido.
4. Tristeza: al empezar a reconocer la realidad de la situaci¨®n, nos sentimos desanimados, frustrados y derrotados, lo que puede hundirnos en la depresi¨®n.
5. Aceptaci¨®n: finalmente asumimos y aceptamos la p¨¦rdida, recuperando la normalidad de nuestra vida, pero con un nuevo nivel de comprensi¨®n, madurez y consciencia.
Condecorada con 23 doctorados honoris causa, K¨¹bler-Ross verific¨® que "cuando las personas superan este proceso, aprendiendo de lo que les ha sucedido, descubren su espiritualidad, que no es m¨¢s que recuperar los valores esenciales que nos permiten llevar una vida m¨¢s plena y con sentido". De ah¨ª que "no debamos luchar contra el dolor, pues su funci¨®n consiste en romper la carcasa de ignorancia que nos separa de la comprensi¨®n, entrando en contacto con nuestro ser m¨¢s profundo".
Rafael de la Fuente Labori "Perder a mi padre me hizo madurar y valorar a mi familia"
22 a?os. Soltero, con pareja. Estudia ADE y Derecho, y realiza pr¨¢cticas en una empresa. El detonante de su fortalecimiento fue la temprana muerte de su padre.
Mi padre falleci¨® de leucemia cuando yo apenas ten¨ªa 10 a?os. Al ser un ni?o, pensaba que su ingreso en el hospital era algo transitorio, que al cabo de unos d¨ªas volver¨ªa a estar en casa, totalmente recuperado. Pero un d¨ªa me dieron la noticia. Mi padre hab¨ªa muerto. Y en tan s¨®lo un segundo comprend¨ª que nunca m¨¢s lo volver¨ªa a ver, que se hab¨ªa ido para siempre. Este hecho ha marcado mi vida de una manera determinante. A lo largo de estos 12 a?os he pasado por varias etapas. Crecer sin una figura paterna ha provocado que durante mucho tiempo me sintiera como un ni?o desorientado, como un barco sin rumbo. Pero a trav¨¦s de la reflexi¨®n y la comprensi¨®n estoy cada d¨ªa m¨¢s cerca de la aceptaci¨®n. Su p¨¦rdida ha despertado y guiado una sana curiosidad por mirar dentro de m¨ª. El verdadero camino es llegar a conocerse a uno mismo. Es el gran reto y la tarea m¨¢s dif¨ªcil. S¨¦ que por ah¨ª puedo convertirme en una persona mejor, m¨¢s madura, que pueda aportar felicidad y amor a quienes me rodean. La muerte de mi padre me ha llevado a comprender lo importante que es pasar m¨¢s tiempo con las personas que amas. A no discutir ni pelear por tonter¨ªas. Y a no desaprovechar la ocasi¨®n de recordar con palabras y gestos lo mucho que aprecias a un ser querido. Agradezco a mi madre, a mi hermana y al resto de mi familia el intentar mantenernos unidos. Gracias al amor de todos ellos, el sufrimiento se ha ido diluyendo con el tiempo. Mi padre ha dejado un bonito recuerdo en nuestra memoria. Ahora s¨¦ que una persona nunca muere si la recordamos con cari?o. Por ello, siempre le tengo muy presente, pensando que ¨¦l estar¨ªa orgulloso de que hayamos podido rehacer nuestras vidas".
Llegados a este punto, concluimos que en la vida no siempre ocurren las cosas que nos gustar¨ªa que pasaran. A ra¨ªz de estos desencuentros con la realidad, el miedo, la ira y la tristeza suelen envenenar nuestra mente y nuestro coraz¨®n mediante pensamientos y sentimientos negativos, alej¨¢ndonos del equilibrio y bienestar con el que conectamos cuando aprendemos a fluir con lo que nos pasa. Adem¨¢s, "cuando culpamos a los dem¨¢s o al destino de aquello que nos ha sucedido, nos convertimos en v¨ªctimas del rencor", afirma la psic¨®loga Carmina Martorell, especializada en terapia familiar.
Pero ?en qu¨¦ consiste exactamente? "El rencor es una semilla muy t¨®xica que va echando ra¨ªces en nuestro interior a trav¨¦s del pensamiento obsesivo y victimista, debilitando nuestro sistema inmunol¨®gico y volvi¨¦ndonos todav¨ªa m¨¢s vulnerables frente a nuestras circunstancias". Adem¨¢s, "al culpar a otro de nuestro malestar puede surgir el impulso de querer castigarlo, un af¨¢n de venganza que consideramos justificado y que creemos que pondr¨¢ fin a nuestra desaz¨®n".
Lo parad¨®jico de este proceso es que "el m¨¢s damnificado por nuestro rencor, resentimiento y odio no es el objeto al que se dirigen -nuestro supuesto agresor-, sino el sujeto que los emite, es decir, nosotros mismos". Finalmente, "al estar saturados por nuestro propio veneno, empezamos a darnos cuenta de que el rencor es totalmente in¨²til para hacer frente a los reveses que nos da la vida", apunta esta experta.
Martorell suele explicar a sus pacientes que "todos los seres humanos lo hacemos lo mejor que podemos y estamos en nuestro derecho de cometer errores para aprender y evolucionar". Aunque a veces nos ocurren incidentes dolorosos, "los hechos no son los responsables de nuestro malestar, sino la interpretaci¨®n y la actitud que tomamos frente a ellos". Y a?ade: "Nadie puede herirnos emocionalmente sin nuestro consentimiento".
Para evitar las emociones negativas desde el inicio, "podemos aprender a aceptar las cosas tal como nos vienen, y a los dem¨¢s, tal como son". Aceptar no quiere decir estar de acuerdo con lo que ha pasado o se ha dicho de nosotros. Ni siquiera tolerarlo o resignarse. "Aceptar significa no reaccionar mec¨¢nica e impulsivamente, lo que nos permite tomar la mejor actitud y conducta en cada momento y frente a cualquier persona", concluye esta terapeuta.
Nadie dijo que vivir fuera un asunto f¨¢cil. Y mucho menos cuando la vida consiste en relacionarse con los dem¨¢s. Diariamente. Dado que no podemos cambiar lo que nos ha ocurrido, s¨ª tenemos la opci¨®n de modificar nuestra actitud, de reinterpretar ciertos acontecimientos adversos y dolorosos de una forma m¨¢s sabia y objetiva, dejando en nuestro coraz¨®n un poso de paz.
Ver nuestros conflictos relacionales como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje es una cuesti¨®n de entrenamiento y compromiso. Y de cambiar el foco de atenci¨®n, dejando de se?alar a los dem¨¢s para empezar a mirarse a uno mismo. Tal como dijo el sabio Dar¨ªo Lostado: "Si no te conoces t¨², ?qui¨¦n te conocer¨¢? Si no te conoces a ti, ?a qui¨¦n conocer¨¢s? Si no te aceptas t¨², ?qui¨¦n te aceptar¨¢? Si no te aceptas a ti, ?a qui¨¦n aceptar¨¢s? Si no te amas t¨², ?qui¨¦n te amar¨¢? Si no te amas a ti, ?a qui¨¦n amar¨¢s?"
Imprescindibles
Imprescindibles
1. LIBRO. La libertad primera y ¨²ltima, de Jiddu Krishnamurti (Kair¨®s). Este ensayo recoge algunas de las charlas m¨¢s inspiradoras de este gran sabio contempor¨¢neo, cuyas reflexiones se centran en redefinir conceptos como amor, soledad, relaciones, perd¨®n, compasi¨®n y aceptaci¨®n. En definitiva, se trata de una obra para profundizar sobre el arte de vivir con sabidur¨ªa y observar de qu¨¦ manera podemos aprovechar los conflictos con los dem¨¢s como una oportunidad de superaci¨®n y aprendizaje.
2. PEL?CULA. Qu¨¦date a mi lado, de Chris Columbus. En ella, las actrices Susan Sarandon y Julia Roberts interpretan, respectivamente, a la ex mujer y la nueva pareja de un hombre que intenta que su ruptura sentimental no afecte a la educaci¨®n de sus hijos. Las dos mujeres deber¨¢n aparcar sus diferencias, super¨¢ndose a s¨ª mismas, para establecer un v¨ªnculo afectivo basado en la aceptaci¨®n y el respeto mutuo. La enfermedad terminal de Sarandon llevar¨¢ a los dem¨¢s a experimentar un proceso de duelo, del cual saldr¨¢n fortalecidos.
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