Actividad bajo cero en el centro
El fr¨ªo y las aceras resbaladizas dejan semivac¨ªos los comercios del centro
Guantes, bufanda, abrigo, jersey y cuatro camisetas interiores. Envuelta en prendas en su puesto de ropa de la calle de la Montera, Roc¨ªo, una peruana de 39 a?os, esperaba ayer a las dos de la tarde la llegada de alg¨²n cliente: "Hace tanto fr¨ªo que la gente no se para ni a regatear. Estoy deseando cerrar e irme a casa".
El fr¨ªo dej¨® las calles del centro de Madrid hu¨¦rfanas de la masa de gente que circula por ellas en d¨ªas de trabajo. "Hasta la una de la tarde no hubo casi nadie", contaba una polic¨ªa municipal embozada hasta los ojos. Aunque a primera hora de la ma?ana se hab¨ªan limpiado por completo las calles principales, en las que s¨®lo quedaban mojones de nieve sucia con la que trasteaban ni?os con m¨¢s ilusi¨®n que escr¨²pulos, el n¨²cleo tur¨ªstico y comercial de Madrid no tuvo el trasiego de costumbre.
"Hasta la una de la tarde no hubo casi nadie", contaba una polic¨ªa local
Ni?os con menos escr¨²pulos que ilusi¨®n jugaban con nieve sucia
Los vendedores de cupones daban datos evidentes de la falta de comercio. "En una jornada normal, a estas horas, ya hubiera despachado 150 euros en n¨²meros para el sorteo, y hoy no he vendido ni 30", dec¨ªa Ra¨²l, de 37 a?os, en su puesto de la calle de Preciados. En las tiendas y centros comerciales de la zona los clientes entraban y sal¨ªan a cuentagotas. Pero no todos los negocios sucumbieron al fr¨ªo polar. En un estanco de la Puerta del Sol presum¨ªan de la fiabilidad de su producto: "Hasta las tres hemos hecho 1.900 euros de caja, muy poco menos de lo habitual. Es que el vicio es mucho vicio", bromeaba Pedro, encargado del puesto.
Por la Puerta del Sol paseaban al comienzo de la tarde algunos turistas irreductibles y merodeaban pacientemente los descuideros habituales. Mendigos y artistas callejeros se esforzaban por atraer las pocas monedas que circulaban por el lugar. Un corpulento individuo embutido en un fino traje de lycra de Spiderman gesticulaba a los turistas y se abrazaba a ellos por una foto que llevase dinero a su cazo. Sin perder su profesionalidad, reconoc¨ªa que empezaba a pensar en huir del invierno de la capital. "Hasta los superh¨¦roes pasamos fr¨ªo. Me parece que voy a coger el traje y largarme a Canarias".
Los grandes beneficiados del mal tiempo fueron los estudiantes de instituto. Con las clases suspendidas, vagueaban por el centro sin echar de menos las aulas. "A las ocho de la ma?ana me llam¨® una amiga y me dijo que no hab¨ªa que ir al instituto. Dej¨¦ los libros a un lado y me puse la ropa corriendo para salir. Si sabes que no hay clase, lo haces todo con m¨¢s ilusi¨®n", vacilaba Noelia, una alumna de Bachillerato de 17 a?os.
Y a mayor edad, menos impulso y m¨¢s prevenciones. Hasta que el sol empez¨® a calentar un poco, los ancianos no salieron a cumplir con su pase¨ªto diario. Caminaban por la calle Mayor Emilio, de 78 a?os, y Nieves, de 75. "Llev¨¢bamos dos d¨ªas en casa con este tiempo tan malo, pero hab¨ªa que aprovechar un rato para moverse. Despacito y con buena letra", dec¨ªa el marido, cubierta la cara por una bufanda y con una boina calada hasta las cejas.
El cielo de Madrid estaba limpio. Un term¨®metro de una farmacia marcaba cero grados. Emilio y Nieves dieron media vuelta en la esquina siguiente.
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