?No disparen a los pianistas!
La pol¨¦mica sobre la l¨ªnea editorial de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos es recurrente, especialmente en Catalu?a, donde ¨¦stos son pr¨¢cticamente los ¨²nicos del panorama audiovisual que tienen la actualidad pol¨ªtica y social de este pa¨ªs como prioridad. Los medios p¨²blicos deben estar al servicio del conjunto de la sociedad. La cuesti¨®n es qui¨¦n -y bajo qu¨¦ criterios- determina si efectivamente lo est¨¢n. En un r¨¦gimen democr¨¢tico como el nuestro, es indiscutible que la representaci¨®n del sentir de los ciudadanos corresponde fundamentalmente -aunque no ¨²nicamente- a los diputados elegidos para formar el Parlament. Los medios p¨²blicos deben atender todas las demandas de la sociedad y ser permeables a las cr¨ªticas, que en la mayor¨ªa de los casos provienen de la estima que la sociedad les tiene. Aunque las cr¨ªticas tengan a menudo una apariencia molesta, hay que tener en cuenta que lo peor que les podr¨ªa pasar a les medios ser¨ªa la indiferencia de la sociedad, por lo que tendr¨ªa de insignificancia de sus contenidos. Corresponde, pues, a los parlamentarios la misi¨®n de marcar los l¨ªmites de la actuaci¨®n de los medios p¨²blicos como hacen mensualmente en la C¨¢mara catalana. Pero corresponde a los profesionales de los medios atender a esas demandas en funci¨®n del inter¨¦s informativo, que debe ser en todo caso un criterio razonado y razonable y en ning¨²n caso simplemente un sustitutivo de la subjetividad de los ciudadanos o de los parlamentarios para confundirla con la de los periodistas.
Los medios p¨²blicos deben ser permeables a las cr¨ªticas, que en la mayor¨ªa de los casos provienen de la estima que la sociedad les tiene
Algunos abrig¨¢bamos la esperanza de que la nueva ley de la Corporaci¨® Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) cambiar¨ªa en algunos aspectos el debate sobre la orientaci¨®n editorial de TV-3 y Catalunya R¨¤dio. Parecer¨ªa sobre el papel que la constituci¨®n de un ¨®rgano de gobierno de extracci¨®n parlamentaria elegido por mayor¨ªa de dos tercios y encargado de nombrar por mayor¨ªas cualificadas a los gestores de las diversas empresas garantizar¨ªa un debate alejado de la ¨²nica l¨®gica del Gobierno y la oposici¨®n. Ha sido s¨®lo parcialmente as¨ª y ciertos malestares entre parlamentarios y profesionales se han mantenido inalterados. Unos siguen pensando que los medios p¨²blicos siguen estando al servicio y al dictado ¨²nicamente de determinadas ideolog¨ªas y los otros se muestran refractarios a las cr¨ªticas razonadas, pues entienden que responden en m¨¢s de una ocasi¨®n a la l¨®gica partidista y no principalmente a la expresi¨®n de ciertos malestares sociales. Y en medio de este fuego cruzado, los nuevos ¨®rganos de gobierno hemos sido incapaces de alzarnos como tertium gaudens.
La progresiva proximidad de los comicios catalanes no hace presagiar que esta din¨¢mica se pueda reorientar durante 2010. Pero a¨²n tenemos la oportunidad de moderarla. Los pa¨ªses y las instituciones p¨²blicas se organizan a trav¨¦s de las normas formales que aprueban los parlamentos. Pero no todo est¨¢ escrito en el DOG ni en el BOE. Cualquier sistema pol¨ªtico funciona tambi¨¦n gracias a los consensos impl¨ªcitos, aquellos que nadie discute porque todo el mundo da por supuestos siempre que est¨¦n alejados de cualquier tipo de connivencia nociva. Deber¨ªamos recuperarlos en el caso de TV-3 y Catalunya R¨¤dio. La audiencia y, sobre todo, el prestigio social que tienen no se corresponde -ni antes ni ahora- con las cr¨ªticas a menudo histri¨®nicas que reciben en el Parlament. Tampoco con los informes del propio organismo que la C¨¢mara catalana cre¨® para velar por la pluralidad. Y de la misma manera, el malestar sistem¨¢tico de ciertos colectivos sociales con los medios p¨²blicos no deber¨ªa dejar indiferentes a los profesionales por el hecho de expresarse tambi¨¦n pol¨ªticamente. El duelo permanente entre pianistas no nos lleva m¨¢s que a considerar las fijaciones de unos como simples ejercicios de endogamia de los otros. O al rev¨¦s. El Parlament nos ha dado instrumentos para centrarnos m¨¢s en las melod¨ªas y menos en los int¨¦rpretes. Es cuesti¨®n de afinar el o¨ªdo y entender que todos trabajamos para los mismos: la sociedad catalana.
Albert S¨¢ez es presidente de la CCMA
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