Deseos contempor¨¢neos
No recuerdo en qu¨¦ buena novela norteamericana le¨ª este di¨¢logo: "?Cree usted en Dios?". "No, yo s¨®lo creo en pagar mis deudas y en la buena educaci¨®n". La respuesta no deja de ser la de una persona exigente consigo misma, adem¨¢s de serlo, con todo derecho, con los dem¨¢s. Pero la respuesta no deja de ser tambi¨¦n la de un impertinente. O un pel¨ªn borde, que dir¨ªan en mi barrio. Al margen de que uno sea creyente o no, me parece que la ¨²nica respuesta posible a una pregunta de ese calibre era responder s¨ª o no, pero no mezclar peras con olmos. La respuesta laica del personaje de la novela me parece muy interesante, pero s¨®lo si se la orilla del contexto, digamos, teol¨®gico en que fue inspirada.
Al socaire de Larsson, pido que el n¨²mero de hombres que aman a las mujeres aumente
Reflexiono sobre esto por los pasados d¨ªas navide?os y no por ninguna convicci¨®n trascendental. Los pesebres y las calles iluminadas me ablandan un poco. Soy f¨¢cil presa de villancicos y del exquisito panettone que nos colaron los italianos con tanta competencia en el manejo de la mercadotecnia. Y sobre las fechas navide?as, por cierto: nuestras autoridades municipales han decidido muy agn¨®sticamente desear felices fiestas y no felices navidades. Ellos sabr¨¢n por qu¨¦ mezclan tradiciones con la cada vez m¨¢s invasiva autocensura de lo pol¨ªticamente correcto. Otra vez las peras y los olmos. A m¨ª de estas jornadas navide?as me interesa sobremanera el d¨ªa de Reyes. Pido deseos. Si me los conceden, bien, y si no, otro a?o ser¨¢. Por ejemplo, el a?o pasado ped¨ª que por favor intercedieran ante las autoridades correspondientes para que en el metro quitaran esos horribles anuncios o advertencias emitidas con un innecesario dispendio de decibelios, o esas musiquitas insoportables. Les ped¨ª este a?o que algunos tenderos no se quejen tanto de las obras que el Ayuntamiento acomete para arreglar y embellecer las aceras: Paul Krugman dir¨ªa que as¨ª se ayuda a paliar la crisis. Y este a?o vuelvo a pedir, al socaire de Larsson, que el n¨²mero de hombres que aman a las mujeres aumente exponencialmente, suponiendo que en esta sensible materia los Reyes Magos puedan hacer algo. Pero esa cifra no la sabr¨¦ hasta el a?o que viene.
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