No es s¨®lo racismo
En Rosarno (Italia), con la fuerza bruta, y en Vic (Espa?a), neg¨¢ndoles el empadronamiento y por tanto la identidad civil (educaci¨®n, salud y cobertura de las necesidades b¨¢sicas), Europa se libra de los extranjeros no deseados.
Quer¨ªamos un joven, soltero, centroafricano, musulm¨¢n no practicante, para la agricultura de primor espa?ola o italiana; una mujer de mediana edad, con cargas familiares en origen, de tez clara, y cat¨®lica practicante para el servicio dom¨¦stico; peones, sin familia, que vivan en las obras donde trabajan, y dispuestos a la movilidad continua de tajo en tajo, para la construcci¨®n; mujeres y hombres sin horario laboral para la hosteler¨ªa, la limpieza industrial y el comercio; conductores incansables para el transporte y la distribuci¨®n de mercanc¨ªas; mujeres j¨®venes y con formaci¨®n sanitaria para las residencias de tercera edad..., todos ellos dispuestos a cobrar un 40% menos que la media, porque se reconocen menos productivos, que accedan sin condiciones previas a su puesto de trabajo, y que, en la medida en que puedan, se hagan invisibles en lo cotidiano... pero llegaron personas.
El contrato de extranjer¨ªa es la punta del iceberg del contrato social con el que pretendemos rearmar la democracia europea, el m¨¢s burdo, el m¨¢s expl¨ªcito, el m¨¢s hiriente, pone de manifiesto la estructura de dominaci¨®n en que se fundamenta la UE y cuestiona la legitimidad del sistema pol¨ªtico que se pretende establecer.
Al negar la capacidad de decisi¨®n y actuaci¨®n a los inmigrantes (extranjeros que vienen a trabajar) nos la est¨¢n negando a todos los trabajadores.
No es s¨®lo racismo, se trata de la econom¨ªa, de la distribuci¨®n de rentas en ambas orillas de la migraci¨®n.
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