Or¨ªgenes del pactismo republicano
Francesc Eiximenis, te¨®rico de la virtud c¨ªvica, el mayor pensador pol¨ªtico catal¨¢n de la historia, promovi¨® en el siglo XIV la b¨²squeda de acuerdos entre partes desiguales y reclam¨® el respeto debido a los mismos
El a?o que acaba de expirar se?al¨® el 600 aniversario de la muerte del mayor pensador pol¨ªtico catal¨¢n de la historia, Francesc Eiximenis. Su aportaci¨®n a la filosof¨ªa pol¨ªtica republicana es una de las m¨¢s descollantes entre las inmediatamente anteriores a la realizada por Nicol¨¢s Maquiavelo. Sorprende que, a pesar de la dimensi¨®n europea que alcanz¨® en vida, Eiximenis luzca por su ausencia en los anales m¨¢s conocidos del republicanismo. Aunque su Gobierno de la cosa p¨²blica no sea, por fortuna, un texto rec¨®ndito, parece como si nadie se hubiera percatado de su significado para la gran tradici¨®n democr¨¢tica republicana.
Nacido en Gerona hacia 1330, se hizo all¨ª fraile menor, para estudiar luego en Par¨ªs, Cambridge, Oxford, Colonia y Roma. Doctorado en teolog¨ªa en Toulouse, residi¨® en Barcelona entre 1374 y 1383, donde comenz¨® a componer una vasta obra de enciclop¨¦dica ambici¨®n llamada El Cristiano, o Lo Cresti¨¤. En aquellos a?os form¨® parte de una comisi¨®n de te¨®logos creada para poner fin al gran cisma de Occidente. Pedro III de Arag¨®n lo envi¨® a Valencia en 1383, donde vivi¨® hasta 1408. All¨¢ redact¨® la mayor parte de sus obras, en lengua catalana, pronto traducidas a diversos idiomas europeos. El papa Benedicto XIII le nombr¨® Patriarca de Jerusal¨¦n y obispo de Elna, el episcopado principal de la Catalu?a transpirenaica. Lo ocup¨® s¨®lo durante el ¨²ltimo a?o de su vida. Falleci¨® en la vecina Perpi?¨¢n en 1409.
La corrupci¨®n de cargos p¨²blicos es el gran pecado, "echa por tierra todo el edificio de la comunidad"
La convivencia supone negociaci¨®n entre gente honrada; la libertad es responsabilidad p¨²blica
En Valencia, Eximenis ejerci¨® de consejero de los Magistrados que reg¨ªan la ciudad -jurados- al tiempo que predicaba con franciscana sencillez y compon¨ªa su obra filos¨®fica. Goz¨® de inmenso respeto entre sus conciudadanos. Su talla intelectual fue reconocida hasta el punto de que su obra, encadenada para que no fuera hurtada, estaba a disposici¨®n de los jurados valencianos. No menor era la deferencia con que era tratado por su rey.
Entre sus escritos descuella su breve, elegante e incisivo tratado sobre el buen gobierno, Lo regiment de la cosa p¨²blica, impreso en 1499. Precedido por una emocionante carta a los jurados de la ciudad, c¨¦lebre por su idealizaci¨®n del Reino de Valencia, Lo regiment constituye un esfuerzo por recomendar c¨®mo debe ejercerse el gobierno de la res publica, traducida sin circunloquios como cosa p¨²blica.
Lo regiment contiene la expresi¨®n te¨®rica m¨¢s cumplida del pactismo catal¨¢n, una actitud que hasta Eiximenis se hallaba sin definici¨®n precisa, reflejada s¨®lo en leyes y disposiciones judiciales o notariales. Una actitud, la pactista, manifiesta ya en documentos jur¨ªdicos como los Usatges -casi un siglo anteriores a la Carta Magna inglesa, que es pactista- y de los igualmente venerables acuerdos de Paz y Tregua -Pau i treva- alcanzados en Toluges, en el Rosell¨®n, en 1027. Tal concepci¨®n se consagra como esencial en el mundo feudal catal¨¢n y contin¨²a vigente, con fuerza de ley, hasta 1714. (Sus ecos, en pleno siglo XXI, no se han apagado, como entender¨¢ cualquiera que considere las vicisitudes por las que han pasado los dos Estatutos de Autonom¨ªa aprobados por el pueblo y las Cortes bajo la Constituci¨®n de 1978.)
El pactismo obliga al respeto a acuerdos entre partes desiguales y el reconocimiento por parte de las m¨¢s altas o generales de los derechos de las m¨¢s circunscritas. Tiene una dimensi¨®n p¨²blica -para ce?irnos a la ¨¦poca medieval, entre se?ores y vasallos, o entre ¨¦stos y sus superiores, como lo era el monarca, o entre ¨¦ste y otros soberanos- y otra privada, entre particulares. No constituye quintaesencia alguna catalana que la haga ¨²nica en Europa -la alusi¨®n al documento ingl¨¦s basta para dejarlo claro- pero no cabe duda de que el pactismo ha formado una de "las formas de la vida catalana" m¨¢s caracter¨ªsticas, para decirlo con la conocida expresi¨®n de Jos¨¦ Ferrater Mora. Jaume Vicens Vives, en su Noticia de Catalu?a, de 1954, supo presentar los avatares, pero tambi¨¦n la permanencia, de la mentalidad pactista y de su manifestaci¨®n -con altibajos, reveses y logros- en la pol¨ªtica de todos los territorios de cultura catalana a lo largo de los siglos. La visi¨®n de Vicens se apoya expl¨ªcitamente en la eiximeniana.
Eiximenis parte de la necesidad de que los mayores -rey, magistrados, se?ores- cumplan los acuerdos que se alcancen con todos los estamentos y personas, sobre todo respetando la integridad de cada cual. Por eso no manda el pueblo mismo, sino -seg¨²n una noci¨®n esencial en todo republicanismo- la ley. Su imperio es garante de la paz, la prosperidad y la justicia, as¨ª como del albedr¨ªo que a cada cual corresponde. El republicanismo reh¨²ye el populismo. La ley pactada deja as¨ª de ser abstracta para adaptarse a las necesidades y dignidad de cada cual. Aunque esta visi¨®n parezca estar m¨¢s acorde con un mundo feudal que con el burgu¨¦s, hay que entender que para Eiximenis, defensor de la burgues¨ªa y de los oficios, y enemigo abierto del mundo rural, feudal, que manten¨ªa a los siervos en pr¨¢ctica esclavitud, el mayor respeto debe rendirse a los estamentos c¨ªvicos, sobre todo a la m¨¤ mitjana, o clase media. La libertad s¨®lo pod¨ªa ejercerse si ¨¦stos gozaban de una autonom¨ªa protegida por su alianza y pacto con el monarca. ?ste era, para el "republicano mon¨¢rquico" Eiximenis, el ¨¢rbitro protector de la cosa p¨²blica, garante del cumplimiento de los pactos entre los elementos desiguales de la Corona de Arag¨®n y entre sus diversos territorios, extendidos por el Mediterr¨¢neo. (Una concepci¨®n que nuestros Habsburgos mantuvieron con mayor convicci¨®n -a pesar de Olivares- que Felipe V o las pol¨ªticas jacobinas que tanto estrago y malhumor engendrar¨ªan en las Espa?as).
Por si cupieran dudas acerca del protorrepublicanismo eiximeniano, Lo regiment apoya su argumentaci¨®n en el concepto de la virtud c¨ªvica. Elaborada desde Tuc¨ªdides, Arist¨®teles y Cicer¨®n hasta Maquiavelo, esa noci¨®n es crucial en el republicanismo moderno, desde Milton, Locke y los padres de la Constituci¨®n yanqui hasta hoy. Eiximenis, moralista franciscano, no se hace ilusiones sobre la virtud del hombre, pero comprende, aristot¨¦licamente, que es menester confiar en el ciudadano medio, trabajador y honrado, que hace posible la ciudad. (La idea de c¨®mo debe ordenarse una buena ciudad atrae tambi¨¦n la atenci¨®n de nuestro fraile, uno de los urban¨®logos m¨¢s notables del Medioevo.) Su preocupaci¨®n por el ejercicio de la virtud c¨ªvica llega a inspirarle normas para desterrar de la ciudad a in¨²tiles y perezosos -jam¨¢s a los dispuestos a ganarse el pan- y tambi¨¦n a no excluir de su condena a los mismos magistrados, notarios y oficiales. Su n¨²mero debe ser el justo y no excesivo, so pena de convertirse en par¨¢sitos que viven del sudor de sus conciudadanos. La corrupci¨®n de magistrados y cargos p¨²blicos es el mayor pecado, pues "echa por tierra todo el edificio de la comunidad".
La identificaci¨®n del trabajo con la virtud c¨ªvica es uno de los rasgos m¨¢s modernos de la obra eximeniana. De ah¨ª su entusiasmo por los mercaderes como estamento decisivo para el buen gobierno y prosperidad de la ciudad. Los mercaderes pactan. Cuando violan pactos, especulan con sus precios o indebidamente "regatean" -compran barato, almacenan y venden car¨ªsimo-, caen en el vicio y destruyen el tejido social. Eiximenis admira y promueve pero no glorifica. Censura cuando es menester.
No hay en su obra una teor¨ªa temprana del capitalismo, una concepci¨®n de la reinversi¨®n del capital. Eso s¨ª, hay una legitimaci¨®n del trabajo y una dignificaci¨®n de la honestidad en la vita activa del ciudadano que ya es plenamente moderna.
El pragmatismo, la iron¨ªa, el humor -su gusto por episodios divertidos- y la claridad de su expresi¨®n literaria hacen pensar lo mucho que Eiximenis aprender¨ªa en Cambridge y Oxford en sus tiempos estudiantiles. La escuela de Duns Escoto y Roger Bacon, franciscanos y maestros de los profesores directos del joven Eiximenis, iniciaron la l¨ªnea anal¨ªtica y empirista que conducir¨ªa a la filosof¨ªa moderna. Tambi¨¦n su atenci¨®n, volcada siempre hacia lo concreto y lo constatable, presenta afinidades con el pensamiento filos¨®fico catal¨¢n, desde Ram¨®n Llull hasta hoy. Estamos ante un lenguaje y un enfoque que se me antojan m¨¢s necesarios que nunca.
La promoci¨®n de la convivencia armoniosa como negociaci¨®n entre gentes honradas, la de la libertad como responsabilidad en la esfera p¨²blica, la de la ley y la justicia como fuentes de soberan¨ªa, la de la rep¨²blica como cosa com¨²n, la de la virtud como pr¨¢ctica pol¨ªtica, son algunas aportaciones de Eiximenis al desarrollo posterior de la filosof¨ªa pol¨ªtica republicana.
Salvador Giner es catedr¨¢tico em¨¦rito de Sociolog¨ªa de la Universidad de Barcelona y presidente del Institut d'Estudis Catalans
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