La cruel historia de un pa¨ªs olvidado
Constantes crisis pol¨ªticas y sociales azotan Hait¨ª desde hace m¨¢s de 200 a?os
El terremoto que ha demolido Hait¨ª no hace sino confirmar las premoniciones contenidas en las populares leyes del ingeniero aeroespacial norteamericano Edward Murphy: cualquier situaci¨®n, por mala que sea, es susceptible de empeorar. Desde el victorioso alzamiento de las milicias esclavas en 1804 contra la dominaci¨®n francesa, que alumbr¨® la primera rep¨²blica negra de Am¨¦rica, el pa¨ªs encaden¨® calamidades f¨ªsicas, sociales, pol¨ªticas y econ¨®micas. Todo se soluciona y se destruye a la tremenda en la mendicante esquina de Latinoam¨¦rica: las sucesivas crisis gubernamentales se arbitraron a machetazos, la pobreza, con hambre y migraciones masivas, y los desastres naturales no la borraron del mapa porque lo impidi¨® la ayuda internacional.
S¨®lo los desastres naturales rescatan del abandono al enclave negro
Sin el apoyo de los Estados donantes, campan la violencia y la inestabilidad
Las sacudidas registradas por la escala Richter en la porci¨®n oriental de La Espa?ola derrumbaron los restos de una naci¨®n de diez millones de habitantes descalabrada por los d¨¦spotas, la corrupci¨®n, los fracasos, la deforestaci¨®n, el analfabetismo y enfermedades casi b¨ªblicas. Los 250.000 ni?os entregados por familias m¨ªseras a hogares menos m¨ªseros, en r¨¦gimen de semiesclavitud y desamparo, son una de las numerosas lacras padecidas por el pa¨ªs de origen africano, que se sostiene gracias a los 9.000 miembros de la misi¨®n de paz de la ONU, la constelaci¨®n de ONG. Pero sin consensos parlamentarios y sin el apoyo de los pa¨ªses y grupos donantes, puede la inestabilidad pol¨ªtica y la violencia.
S¨®lo las cat¨¢strofes rescatan del olvido al enclave negro, y s¨®lo los huracanes del 2008 se llevaron m¨¢s de 1.000 millones de euros y 112.000 casuchas de Hait¨ª, que disfrutaba de cierta estabilidad desde el derrocamiento del cura populista Jean Bertrand Aristide, en 2004, pero que nunca supo o pudo erradicar las causas de su postraci¨®n. El ingreso promedio apenas alcanza los 600 d¨®lares anuales y m¨¢s de la mitad sobrevive con menos de un d¨®lar diario. "Y si nos vamos nosotras, ?qui¨¦n cuidar¨¢ a esta gente", comentaba una monja navarra a este periodista en su primer viaje al pa¨ªs, desarrollado en los noventa.
Durante aquella visita a Cit¨¦ Soleil, y en posteriores, incluida la de las revueltas y linchamientos callejeros que expulsaron a Aristide, y arrebataron la vida al periodista espa?ol Ricardo Ortega, la insalubridad y hacinamiento de la barriada m¨¢s miserable de Puerto Pr¨ªncipe produc¨ªa arcadas. Los basureros, la inmersi¨®n de perolas en aguas sucias, la convivencia de ni?os y ratas, y la desesperanza y fatalismo de los chabolistas en paro, "?es f¨¢cil entrar en Espa?a?", eran deprimentes. A vista de ¨¢guila, desde la terraza del Hotel Montana, mecidos por el bongo de grupos locales, periodistas, funcionarios y cooperantes extranjeros, dec¨ªan que el Puerto Pr¨ªncipe del horizonte era bello, misterioso, legendario.
La historia de Hait¨ª es excesiva antes y despu¨¦s del l¨¢tigo colonial franc¨¦s. Hace 206 a?os, el general Jean Jacques Dessalines proclam¨® la independencia diciendo que el Acta de constituci¨®n hubiera debido escribirse sobre el pergamino de la piel de un blanco, con su calavera como tintero y la bayoneta, de pluma y entintada en la sangre de los hacendados que se lucraron con la sangre de los suyos. Al a?o, el patriota se coron¨® emperador y meses despu¨¦s muri¨® violentamente. Hasta la invasi¨®n norteamericana de 1915, se sucedieron 23 tiranos, todos ineptos. La sanguinaria saga de Fran?ois Duvalier, Papa Doc, dur¨® de 1957 a 1986. Todos tuvieron ¨ªnfulas napole¨®nicas. "?Aristide es el rey!", gritaban las concentraciones oficialistas en las v¨ªsperas de su derrocamiento.
Abatida por el amargo futuro nacional, Mich¨¨le Pierre-Louis, primera ministra hasta octubre del pasado a?o, atribuy¨® a la abyecci¨®n de las elites haitianas, integradas por mulatos, hombres de negocios, sindicalistas o agricultores, buena parte de los males: "son como un enorme elefante sentado sobre este pa¨ªs, al que no dejar moverse. Y no se puede mover porque no hay una clase pol¨ªtica, no hay partidos pol¨ªticos. Todos se corrompen y pervierten". Washington baj¨® el pulgar a Bertrand Aristide, acusado de sectarismo y corrupci¨®n, porque la Casa Blanca ejerce una especie de protectorado sobre Hait¨ª desde que el presidente Woodrow Wilson ordenase su invasi¨®n hace 95 a?os para pacificar sus ciudades, cobrar las deudas del Citibank y enmendar el art¨ªculo constitucional que prohib¨ªa la venta de plantaciones a los extranjeros.
Ni los franceses, ni los Gobiernos de la independencia, ni tampoco el presidente Ren¨¦ Preval, al mando desde mayo de 2006, lograron revertir la cadena de reveses promovida por la coalici¨®n de hombres y naturaleza: Hait¨ª ocupa el puesto 150 de los 177 pa¨ªses del ?ndice de Desarrollo Humano, la esperanza de vida de sus habitantes apenas alcanza los 52 a?os, s¨®lo uno de cada 50 recibe un salario, la deforestaci¨®n arras¨® el 98% de los bosques, y los ingresos por sus exportaciones de manufacturas, caf¨¦, aceites y mango son casi una propina, pues la deuda externa supera los mil millones. Las remesas de los inmigrantes en EE UU son tan fundamentales como envidiado el destino de los compatriotas que consiguieron afincarse en Nueva York o Miami.
Una sucesi¨®n de golpes de Estado
- Hait¨ª, primer Estado latinoamericano que logr¨® la independencia al liberarse en 1804 del control de Francia, ha tenido desde su fundaci¨®n una tumultuosa historia pol¨ªtica, marcada por golpes militares y crisis institucionales.
- En 1957, unas elecciones controladas por los militares dan la victoria de Fran?ois Papa Doc Duvalier, que en 1964 se proclam¨® presidente vitalicio e instaur¨® una sangrienta dictadura que dej¨® en herencia en el a?o 1971 a su hijo Jean-Claude. La dictadura de los Duvalier, bajo cuyo r¨¦gimen murieron 60.000 personas, acab¨® en 1986, al hacerse la oposici¨®n con el poder, tras meses de huelgas. Duvalier hijo se exili¨® en Francia.
- Leslie Manigat fue el presidente elegido en 1988, en las primeras elecciones despu¨¦s de la dictadura. Manigat fue depuesto s¨®lo cuatro meses m¨¢s tarde por el general Namphy, derrocado el mismo a?o por otro general, Prosper Avril, quien dimiti¨® tras fuertes protestas en 1990.
- Tras el Gobierno provisional de Ertha Pascal-Trouillot, el sacerdote Jean Bertrand Aristide, fundador del movimiento Lavalas (Avalancha), gan¨® las elecciones de diciembre de 1990. Su Gobierno fue interrumpido menos de un a?o despu¨¦s por el golpe militar del general Raoul C¨¦dras. Aristide se exili¨® en M¨¦xico, desde donde volvi¨® en octubre de 1994.
- En las elecciones que se celebraron en 1995, la organizaci¨®n pol¨ªtica Lavalas gan¨® con una amplia mayor¨ªa y Ren¨¦ Preval recibi¨® el cargo presidencial de mano de Aristide. El antiguo sacerdote volvi¨® al poder en 2000, tras declararse vencedor de unas elecciones tachadas de fraudulentas, ya que la participaci¨®n no super¨® el 10%.
- El descontento desencaden¨® en 2004 una sangrienta revuelta que, tras violentos combates, puso fin a la presidencia de Aristide. El dirigente dej¨® el pa¨ªs el 29 de febrero de 2004 y se refugi¨® en Sur¨¢frica, donde reside desde entonces.
- En 2006, Ren¨¦ Preval gan¨® las elecciones presidenciales celebradas bajo la vigilancia de la Minustah, la misi¨®n de la ONU que desde 2004 se ha establecido en el pa¨ªs para garantizar su estabilidad.
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