En la cola del paro
C¨¦sar Vallejo lo dijo: "Hay golpes en la vida tan fuertes... ?Yo no s¨¦! / Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, / la resaca de todo lo sufrido / se empozara en el alma... ?Yo no s¨¦!".
A lo largo de la historia esa plaga que soporta el alma ha tenido todas las caras humildes y tremendas de la desgracia; algunas veces fueron los terremotos (como el que ahora se ha ensa?ado con la miseria de Hait¨ª), otras veces fueron los maremotos, y a veces, demasiadas veces, los hombres se han subido al caballo negro de las guerras para llevar desgracia a hermanos o a adversarios remotos.
La desgracia, esos "golpes como de Dios", nacen de la casualidad o de la sa?a, o de la sa?a de la casualidad. Y el drama que ahora est¨¢ vertebrando con fr¨ªo, despiadadamente, la espina de la sociedad contempor¨¢nea es la crisis que convoca a millones de seres humanos en todas partes al paro primero y luego a la desgana, a esa desesperanza que se parece a la desgana desde la que Mersault, el extranjero de Camus, vive su propia extra?eza de estar sin ser solicitado.
?sa es la plaga hasta ahora sorda, o ensordecida, de la vida contempor¨¢nea: las colas del paro, la persistencia de las noticias sobre el destino laboral de millones de personas (en Espa?a, en todas partes), como si a la sociedad le estuvieran haciendo costuras en el alma. Ante esa evidencia, que es cada d¨ªa un s¨ªmbolo de las calles, s¨®lo cabe el respeto, el recogimiento del que mira y sigue. No se puede mirar para otro lado, pero no se puede mirar desde el otro lado.
Claudio Magris tiene en su (espl¨¦ndido) libro Utop¨ªa y desencanto (Anagrama) un peque?o ensayo sobre lo que ¨¦l llama, en este tiempo, "la era de lo facultativo", esa tendencia contempor¨¢nea a decidir que todo vale, o que valen una cosa y la contraria siempre que nos venga bien. "La zona moralmente gris (...) se extiende como una mancha de aceite y en la zona gris nada es debido o prohibido, sino que todo es facultativo, esto es, l¨ªcito". Y no todo puede ser facultativo, concluye el extraordinario escritor de Trieste. No todo puede valer.
En esa expresi¨®n pens¨¦ cuando vi al l¨ªder de la oposici¨®n, Mariano Rajoy, posando para un peri¨®dico ante la cola del paro. Como si el efluvio de esa desgracia le diera a ¨¦l la vitola que precisa para apuntalar el ce?o preocupado ante lo que le pasa a este pa¨ªs. "...Y todo lo vivido / se empoza, charco de culpa, en la mirada", dice Vallejo, y en esa mirada del pol¨ªtico, en esa foto, se empozaba, es cierto, un aire furtivo, como si ¨¦l supiera que se estaba apoderando de una desgracia para hacerse una foto que ah¨ª le convierte en el hombre que mira desde lejos el espejo de la desgracia.
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