Atrapar a los mentirosos
M entir es un acto consciente y deliberado, no un accidente como a menudo el mentiroso nos quiere hacer creer. Hay dos formas b¨¢sicas de mentir: la primera es ocultar, y consiste en retener cierta informaci¨®n sin decir nada que no sea verdad. La segunda es falsear, y se basa en presentar la informaci¨®n falsa como si fuera cierta. El ocultamiento es pasivo, mientras que el falseamiento es activo. Desde esta perspectiva, la persona que oculta suele sentirse menos culpable que la que falsea, aunque en ambos casos las consecuencias pueden ser igual de perjudiciales para sus v¨ªctimas.
Por lo general, la gran mentira se teje con el tiempo. Se empieza con un enga?o banal, al que sigue un segundo enga?o algo mayor. No pasa nada, y el mentiroso no es detectado. Esto le da alas para cometer un enga?o todav¨ªa mayor, en un proceso que no conoce l¨ªmite hasta que comete alg¨²n error y es desenmascarado.
S¨®focles afirmaba: "Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja". Porque no se puede controlar ni esconder todas las conductas
El mentiroso habitual se crece hasta que, crey¨¦ndose m¨¢s listo que los dem¨¢s, relaja el control y baja la guardia, momento en el que comete un desliz y es descubierto. Como afirma el profesor Ekman, "la pr¨¢ctica del enga?o, as¨ª como el ¨¦xito reiterado en instrumentarlo, reducir¨¢ siempre el recelo a ser detectado".
mentir no es complicado. Lo que es complicado es aguantar una mentira en el tiempo. Alexander Pope dec¨ªa que el que dice una mentira est¨¢ obligado a decir veinte m¨¢s para sostenerla, y Abraham Lincoln declar¨® en una ocasi¨®n que no ten¨ªa suficiente memoria como para ser un buen mentiroso. Cuando uno miente, puede tener preparada una buena explicaci¨®n para quien le interpele, pero va a tener que recordarla porque en el momento menos pensado alguien volver¨¢ a preguntar, y si no somos r¨¢pidos en la respuesta, quedaremos en evidencia.
Adem¨¢s, en el curso de una mentira solemos improvisar respuestas a preguntas que no hab¨ªamos previsto, creando un mont¨®n de mentiras adicionales. Se requiere una habilidad prodigiosa para recordarlas a fin de evitar delatarnos.
As¨ª pues, no es f¨¢cil que la mentira -especialmente la mentira reiterada- dure siempre. S¨®focles afirmaba que "una mentira nunca vive hasta hacerse vieja", porque el mentiroso no puede controlar ni esconder todas sus conductas. Parece haber tambi¨¦n una relaci¨®n entre el tiempo en que se aguanta una mentira y el n¨²mero de gente a la que se quiere enga?ar, ya que a m¨¢s gente por enga?ar, m¨¢s posibilidades hay de cometer un desliz. Como dijo J. F. Kennedy, "se puede enga?ar a muchos poco tiempo, o a pocos mucho tiempo. Pero no se puede enga?ar a todos todo el tiempo".
Desenmascarando la mentira. La mentira se desenmascara por errores que comete el mentiroso. No hay garant¨ªa de que los cometa, sobre todo si la mentira se sostiene por un corto periodo de tiempo, con lo que no todas las mentiras necesariamente fallan. Pero lo normal es que lo haga. Aunque hay verdaderos "profesionales de la mentira" que evitan cualquier signo delator, la mayor¨ªa de nosotros cometeremos m¨¢s bien pronto que tarde errores evidentes que desenmascarar¨¢n nuestro enga?o. Y aun en el caso de grandes mentirosos, nadie puede controlar todo lo que ocurre a su alrededor ni evitar que un suceso fortuito le delate.
Hay, seg¨²n el profesor Ekman, dos indicios fundamentales del enga?o: los indicios revelatorios y los indicios de comportamiento mentiroso. En el primer caso se trata de manifestaciones que hacemos sin querer y que ponen de manifiesto la verdad (por ejemplo, mentimos afirmando que estamos reunidos con el jefe, y a los tres d¨ªas accidentalmente negamos haber hablado con ¨¦l). En el segundo caso, el mentiroso, sin decir nada que le delate espec¨ªficamente, se comporta de manera que revela que lo que nos est¨¢ diciendo no es cierto.
Los indicios revelatorios son m¨¢s f¨¢ciles de controlar que los de comportamiento. Saber lo que uno est¨¢ diciendo es relativamente f¨¢cil, mientras que conocer lo que nuestra expresi¨®n verbal o facial revela es complicado. Adem¨¢s, la expresi¨®n facial est¨¢ conectada con zonas del cerebro vinculadas a las emociones, que son de dif¨ªcil control voluntario.
En la voz y en los gestos encontraremos grandes pistas para detectar la mentira. Dentro de los indicadores de voz, pausas demasiado largas o frecuentes, y vacilaciones al empezar a hablar cuando nos interpelan, nos han de poner en alerta. Y dentro de los gestos, un parpadeo inusualmente r¨¢pido o la incapacidad de sostener la mirada ser¨¢n claramente delatores. El mentiroso puede hacer gestos muy elocuentes que contradigan lo que dice o reducir notablemente la gesticulaci¨®n, se?alando que inventa lo que dice.
Es importante tener en cuenta dos aspectos: el primero, que hay gente entrenada a lo largo de los a?os para mentir que no caer¨¢n en los errores obvios. El segundo, que la valoraci¨®n de todas las expresiones corporales s¨®lo puede hacerse en comparaci¨®n con el nivel habitual del sujeto: si uno vacila habitualmente al hablar y no lo sabemos, podemos estar pensando que miente por un comportamiento que es natural en ¨¦l.
Las pistas que no enga?an y escapan del control del mentiroso son las relacionadas con la alteraci¨®n fisiol¨®gica del cuerpo: respiraci¨®n entrecortada, sudoraci¨®n, enrojecimiento? pero aun as¨ª los mentirosos compulsivos aprenden a no sentir la tensi¨®n de estas reacciones.
A veces, sin darse cuenta, el que enga?a da muchas m¨¢s explicaciones de las solicitadas. Y otra t¨¦cnica consiste en decir la verdad de forma inveros¨ªmil para que no se crea (por ejemplo, admito haber pasado la noche fuera no con una, sino con tres mujeres, y describo una gran cantidad de detalles de la fiesta).
CONSECUENCIAS DE LA MENTIRA. Mentir no es neutro y tiene fatales consecuencias para las relaciones. La confianza se teje poco a poco, y se rompe con una sola mentira. Tras una mentira podemos obtener el perd¨®n, pero seremos objeto de sospecha en adelante. Se necesitar¨¢n muchas verdades y mucho tiempo para volver a merecer la confianza de aquel a quien hemos mentido. Como afirm¨® Nietzsche, "lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante ya no podr¨¦ creer en ti".
EXPLICACIONES Y COARTADAS
1. un libro.
El psic¨®logo Paul Ekman (Washington, 1934) ha dedicado una buena parte de su trabajo de investigaci¨®n a la mentira. En su libro 'C¨®mo detectar mentiras' (Paid¨®s, 2005) nos ofrece una completa gu¨ªa de c¨®mo desenmascarar a los mentirosos, y en su p¨¢gina 'web' (www.paulekman.com) ofrece programas de entrenamiento para detectar las expresiones faciales.
2. una teleserie.
La serie 'Mi¨¦nteme' (Antena 3) ofrece casos de investigaci¨®n que son resueltos a partir de la capacidad de un grupo de expertos de detectar las mentiras a trav¨¦s de las
microexpresiones faciales.
3. una pel¨ªcula.
'La cortina de humo' es una excelente s¨¢tira sobre la mentira y el poder. Tras ser pillado 'in fraganti' en un desliz amoroso, el presidente de EE UU inventa una guerra en Albania para distraer a la prensa de su 'affaire'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.