Fernando Arrabal: ¡°Le le¨ª la mano al rey Juan Carlos y tiene una l¨ªnea de la intuici¨®n cojonuda¡±
A punto de cumplir 91 a?os, el artista expone por primera vez en solitario su obra pict¨®rica en Espa?a y anuncia la publicaci¨®n de una novela in¨¦dita. El dramaturgo, poeta, ensayista, artista y cineasta celebra su vida, aunque la considere inmerecida
El pr¨®ximo 1 de falo, festividad suprema primera de San Chibro, guardia, en el calendario pataf¨ªsico perpetuo, Fernando Arrabal cumplir¨¢ 91 a?os. ¡°Nonagenario +1¡å, especifica. Y anuncia (?en tercera persona?) que un centenar de expertos en su obra, que viene a ser su vida, le est¨¢ preparando un gaudeamus ¡°no merecido, ni remotamente¡±. La efem¨¦ride en cualquier caso la pintan p¨¢nica para celebrar al ¡°poeta inconmensurable¡±. Tambi¨¦n el dramaturgo m¨¢s representado en la actualidad. El ¨²nico que escribi¨® a tiranos en vida. El director de los siete largometrajes ¡°de los siete instantes¡±. El que form¨® parte de los ¡°cinco muy peligrosos¡± a los que se les impidi¨® regresar (a Espa?a). El del corpus literario prohibido en los ¨²ltimos a?os de la dictadura. El que fue juzgado y encarcelado en 1967. El que fue calumniado por la Stasi ¡°con motivo de su frustrado tiranicidio¡± (el de Franco). El de aquella aparici¨®n en televisi¨®n. Y el de aquella aparici¨®n mariana cuando adolescente, como recordaba en La torre herida por el rayo (Premio Nadal, 1983). Ese mismo fausto d¨ªa, se publicar¨¢ su novela in¨¦dita Un gozo para siempre.
Todo eso se lo cuenta Fernando Arrabal (Melilla, 11 de agosto de 1932, fecha gregoriana) al periodista un mes despu¨¦s de verse en Madrid. Lo hace sin pompa, pero tampoco falsa modestia, v¨ªa correo electr¨®nico, que le chifla un e-mail. Y trinar en Twitter (@arrabalf). Casi nonagenario +1, ¨¦l, testigo postrero ya de los cuatro avatares de la modernidad ¡ªencarnada en el dada¨ªsmo, el surrealismo, la ciencia pataf¨ªsica y el movimiento p¨¢nico, seg¨²n estipul¨® Mel Gussow, largo tiempo cr¨ªtico teatral de The New York Times¡ª, no pierde ripio de esta sociedad posmoderna, conectad¨ªsimo.
¡ªLo ¨²ltimo que habr¨ªa imaginado es que podr¨ªa hablar con usted de Lady Gaga, Rihanna y Bizarrap.
¡ª?Claro! A m¨ª me interesa todo. No me parece que merezca la pena excluir. ?Esos son surrealistas, son locos! Ya le digo yo que Tristan Tzara no ten¨ªa nada de loco.
Aunque el dramaturgo, poeta, novelista, ensayista, cineasta, artista pl¨¢stico y fil¨®sofo ¡ªel autor 360¡ª no ha vuelto a Madrid para hablar de m¨²sica, sino de pintura. La galer¨ªa Cay¨®n (Blanca de Navarra, 7), que lo representa en Espa?a, expone hasta el 7 de julio la que pasa por ser su primera muestra en solitario aqu¨ª, la serie Amores imposibles que realiz¨® en 1985, acr¨ªlico sobre lienzo. ¡°Mire, estas son gotas de semen¡±, hace notar, se?alando lo que parece un chorreo de insectos de alas blancas en uno de los cuadros. ¡°Nunca he sabido pintar un cl¨ªtoris, porque tampoco sab¨ªa c¨®mo era. Hasta que una amiga me dibuj¨® uno. Qu¨¦ cosa m¨¢s bella y fascinante. Le dediqu¨¦ un poema¡±, contin¨²a mientras repasamos este bestiario de interacciones rom¨¢nticas, ejecutado como un c¨®dice, con la minuciosidad de un miniaturista, repleto de simbolismos m¨¢s o menos arcanos. ?Los vende? ¡°No, siempre he pensado que no podr¨ªa. Aunque he empezado a considerarlo¡±. Tambi¨¦n anda d¨¢ndole vueltas a una posible incursi¨®n en el arte urbano. El a?o pasado descubri¨® un mural gigante con su rostro asomando en un callej¨®n de Londres, obra al espray de Nacho Cerro: ¡°Es un sobrino, el nieto de un condenado a muerte. Quiero hacer pinturas con ¨¦l, aunque mi colaboraci¨®n ser¨¢ m¨ªnima¡±. Arrabal grafitero, lo que faltaba. ¡°No se sorprenda¡±, tercia. ¡°Ya hice un libro con fotos de grafitis que acompa?¨¦ de sonetos. Tuvo un ¨¦xito loco en el extranjero¡±.
La charla fluye fuera de guion, sin preguntas pensadas, que ya se le han hecho muchas, a ver d¨®nde nos lleva. Que c¨®mo me la arrabalarier¨ªa yo. ¡°En ese caso va a ser muy ¨²til para m¨ª¡±, agradece el interlocutor, que, paren las rotativas, llega tarde a la cita: ¨¢rbitro de la puntualidad, debe ser la primera vez que haya noticia de un retraso suyo. Ha ido a tomar un caf¨¦ y a dar un paseo por los alrededores de la galer¨ªa.
¡ªLleva tiempo diciendo que le gustar¨ªa mudarse a Madrid, pero no termina de hacer las maletas.
¡ªNo me puedo imaginar viviendo fuera de Par¨ªs, tengo todo all¨ª. Aqu¨ª lo paso teta, ?lo paso muy bien! Espa?a me lo ha dado todo, pero no es culpa de Espa?a ni m¨ªa que no pueda aceptarme.
Toca entonar la canci¨®n del exiliado. Del desterrado, mejor. La conocen. En 1955, Arrabal consigue una beca para estudiar en la capital francesa, enferma de tuberculosis que lo deja sin un pulm¨®n y aprovecha para no volver. Porque en realidad se sabe en casa, la misma de Breton, Duchamp, Tzara y Picasso. Lo ten¨ªa claro: un a?o antes se las hab¨ªa ingeniado para plantarse en Par¨ªs anhelante por ver la representaci¨®n de Madre coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht, interpretada por Helene Weigel, esposa del dramaturgo alem¨¢n y directora de la Berliner Ensemble. La leyenda cuenta que consigui¨® entrar al teatro sin pagar, igual que se colaba en los cines madrile?os de posguerra. ¡°Cuando sent¨ª la necesidad de ir a Francia, fui a Francia¡±, sentencia. Con Espa?a ha tenido sus m¨¢s y sus menos desde entonces. Primero, perseguido por el franquismo, que lo consideraba un agitador comunista, blasfemo ofensor por la dedicatoria en un libro, ¡°Me cago en la Patria¡±, de ah¨ª aquel juicio, encarcelamiento y posterior libertad tras el clamor de G¨¹nter Grass, Samuel Beckett, Camilo Jos¨¦ Cela y hasta Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n. Despu¨¦s, por su inclusi¨®n en la lista de los cinco espa?oles m¨¢s peligrosos, junto a Santiago Carrillo y Dolores Ib¨¢rruri, La Pasionaria, que hac¨ªa imposible su vuelta aun muerto el dictador. Y, luego, institucionalmente ninguneado, en democracia. De todos los presidentes del Gobierno, solo Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar lo recibi¨®, quiz¨¢ obligado por la carta p¨²blica que le remiti¨®, con copia a Felipe Gonz¨¢lez, en 1993.
¡ª?Confirma que Aznar es republicano? H¨¢bleme de cuando le sac¨® la bandera tricolor durante su visita a La Moncloa, la misma que Aza?a quiso llevarse al exilio para que le sirviera de mortaja, ?no?
¡ª?La compr¨® con su dinero! Estuvieron muy cari?osos, ¨¦l y su esposa, que no sab¨ªa ni mi nombre. Se van a interesar much¨ªsimo por la Guerra Civil y por Mosc¨², que yo he ido mucho a Mosc¨² para ver a jugadores de ajedrez. Ese d¨ªa termin¨® de una manera genial, me pregunt¨®: ¡°?Y c¨®mo le trat¨® a usted La Pasionaria?¡±. Pues no me pudo tratar mejor. ¡°?Y qu¨¦ hizo?¡±. Pues me regal¨® un cenicero, pero no vea usted qu¨¦ cenicero, con un escudo grabado y unas monedas de Gorki en plata. Y al final me dice: ¡°Arrabal, quiero regalarle algo, pero nosotros no somos tan ricos como La Pasionaria¡±. Y me dio un cenicero ordinario que pon¨ªa Mon Coeur, un souvenir. Pero nunca lo he tratado con desprecio. Es m¨¢s, escrib¨ª un texto po¨¦tico sobre los dos ceniceros.
¡ªEn 2017 tuvo un rifirrafe con Manuela Carmena, entonces alcaldesa de Madrid, porque su equipo de cultura quiso borrar su nombre y el de Max Aub de las Naves del Matadero.
¡ª?Pero si no me enfad¨¦! Le mand¨¦ una postal cari?osa. Y comprend¨ª que nos echaran porque ya no representamos nada. Adem¨¢s, yo casi no tengo ideas pol¨ªticas.
¡ª?Qu¨¦ le parece Pedro S¨¢nchez?
¡ªNo s¨¦ muy bien lo que hace ese se?or, me tienen que explicar. A lo mejor no me invita porque dir¨¢: ¡°Este es p¨¢nico, es capaz de morderme¡±.
Que nadie busque iron¨ªa en sus palabras, un recurso que no practica: ¡°Rechazo la provocaci¨®n y la iron¨ªa. Nunca he sido ir¨®nico, me parece¡±. Y, a continuaci¨®n, insiste: ¡°Me gustar¨ªa que me invitaran los presidentes, los directores de peri¨®dicos, los de los partidos, tendr¨ªa que saber qu¨¦ piensan. Acudir¨ªa con todo el respeto, porque s¨¦ adem¨¢s que en ese caso hacer una genialidad no sirve para nada¡±. Una genialidad como la vez que se arranc¨® a bailar ante el auditorio de intelectuales durante la entrega del Premio Mariano de Cavia de la prensa, en 1998: no hab¨ªa preparado el discurso de aceptaci¨®n, as¨ª que bail¨®. ¡°Porque bailo muy bien¡±, apunta. El acto lo presidi¨® el hoy rey em¨¦rito, a quien le une cierto cari?o. ¡°Nuestra relaci¨®n siempre fue chistosa. Una vez me dice: ¡®?Sabe que yo soy como usted?¡¯. Uy, menuda noticia. ¡®Seg¨²n mi prima Lili, soy un anarquista, porque le he dicho que tiene que pagar impuestos¡¯. Y ?qui¨¦n es su prima? ¡®?La reina de Inglaterra!¡¯. Le le¨ª la mano y tiene una l¨ªnea de la intuici¨®n cojonuda¡±. Aqu¨ª deber¨ªan sonar risas enlatadas, por lo menos.
Cuenta Arrabal que la madre Mercedes le prepar¨® para conocer a cualquier persona. La madre Mercedes es aquella teresiana que le dio alas en cuanto lleg¨® de Melilla a Ciudad Rodrigo, de donde es oriunda su familia, a¨²n muy ni?o. ¡°Esa monja, profesora de primaria, intentaba hacer sabios. ?Pero tambi¨¦n quer¨ªa que fu¨¦ramos Dios!¡±, atruena. Y se quiebra. Ya se hab¨ªa emocionado poco antes, al intentar hablar de sus progenitores. Hay una herida que no consigue cerrar, un vac¨ªo provocado por la ausencia del padre, Fernando Arrabal Ruiz, pintor y teniente del Ej¨¦rcito condenado a muerte por permanecer fiel a la Rep¨²blica tras el golpe de Estado de 1936 (conmutada la pena capital por cadena perpetua, acab¨® fug¨¢ndose de la c¨¢rcel-hospital de Burgos en la que hab¨ªa sido internado, en 1942, y nunca m¨¢s se supo), y la presencia de la madre, Carmen Ter¨¢n Gonz¨¢lez, af¨ªn al r¨¦gimen, a la que culp¨® durante mucho tiempo del destino paterno. ¡°Es una madre que en ese momento atraviesa la vida sin comprender¡±, consigue articular. M¨¢s adelante volver¨¢ a ella: ¡°A pesar de toda la guerra que le hice con mi padre, siempre presum¨ªa de m¨ª. Si cog¨ªa por banda a alguien que ven¨ªa a casa, no perd¨ªa oportunidad: ¡®?Mi hijo! ?Mi hijo es magn¨ªfico! En Melilla gan¨® un premio de belleza. ?Un verdadero mu?eco, y tan listo!¡¯. La carta que decid¨ª escribirle cuando estuve en Jerusal¨¦n [el mon¨®logo Carta de amor (Como un suplicio chino), estrenado en Tel Aviv en 1999] es un texto ejemplar para m¨ª¡±.
¡ª?A qui¨¦n escribe estos d¨ªas?
¡ªEscribo con devoci¨®n a mucha gente. Soy tan presumido que dir¨¦ que en la carta que escrib¨ª a Antonio Garrigues evoco los problemas sobre los que siempre se han preguntado el poeta y el fil¨®sofo y c¨®mo los solucionar¨ªan si estuvieran en vida Hes¨ªodo, Safo de Lesbos y Arist¨®teles. Es curioso que Espa?a sea el ¨²nico pa¨ªs que ha tratado el tohu bohu del que hablaba Hes¨ªodo en su Teogon¨ªa. Antes de morir, Cervantes pone en su testamento: ¡°He escrito mucho en mi vida, pero lo mejor que he escrito, lo mejor, es La confusa¡±. ?Putaine! ?Es posible? ?Lo hace para m¨ª? Es una obra suya que se ha perdido. ?Espa?a ha perdido La confusa!
El tohu bohu, del hebreo b¨ªblico tohu va bohu, es el principio de la creaci¨®n: la confusi¨®n, el estado previo al ser. Tambi¨¦n es el pilar del grupo/movimiento P¨¢nico, que Arrabal funda junto a Alejandro Jodorowsky y Roland Topor en 1962 un poco como respuesta existencialista al surrealismo: el arte de vivir en la confusi¨®n y el azar¡ y todo lo contrario. ¡°Creo que donde no hay confusi¨®n, no hay vida. Por qu¨¦ denigrar la confusi¨®n; si algo no es confuso, no hay sue?o, y sin sue?o no hay teatro ni poes¨ªa. Los copistas de la Biblia no supieron traducir tohu bohu y se sacaron de la manga lo de caos. Si cambiamos las vocales, es un caso¡±, explica. ¡°Lo m¨¢s hermoso es que, ahora mismo, en la c¨¢rcel de Burgos de la que huye mi padre est¨¢n haciendo Fando y Lis. Y c¨®mo es posible que para evocar lo que pasa en Ucrania hagan Picnic, que escrib¨ª a los 14 a?os, cuando cre¨ªa que todav¨ªa era pintor¡±. Manifiesto antib¨¦lico, Picnic (1952), su primer drama, sigue dando la vuelta al mundo, posiblemente la obra en espa?ol m¨¢s representada nunca: ¡°Es imposible que abandone el teatro porque los j¨®venes no paran de pedirme que les cuente esto y aquello sobre El arquitecto y el emperador de Asiria y tantas otras, que ya ni s¨¦ lo que pude escribir¡±.
¡ª?El momento televisivo del milenarismo en El mundo por montera [1989] fue tohu bohu?
¡ªFue caos. No es Arrabal el que habla, es un vaso grande de chinch¨®n. Nunca hab¨ªa bebido, algo que Topor lamentaba mucho. Desde entonces, si voy a televisi¨®n, tomo un vaso de an¨ªs.
Casi nonagenario +1, Arrabal sigue siendo el anfitri¨®n de las veladas pataf¨ªsicas (la ciencia m¨¢s all¨¢ de la metaf¨ªsica) en su casa del distrito XVII parisiense: ¡°Vienen las personas menos tontas de Par¨ªs, comemos palitos de s¨¦samo y bebemos Arizona, una especie de t¨¦ holand¨¦s fant¨¢stico¡±. Albert Serra es el nuevo de la pandilla. Se conocieron el a?o pasado durante el Festival de Cannes, cuando el director y productor present¨® Pacifiction y el dramaturgo asisti¨® al reestreno de Viva la muerte (1971), su tremendo primer largometraje restaurado en 4K por su 50? aniversario. ¡°Se me ocurri¨® tuitear una foto en la que vamos cogidos de la mano y fue una locura, no s¨¦ por qu¨¦. Es un gerundense inteligent¨ªsimo Serra¡±, cuenta. Tambi¨¦n contin¨²a jugando al ajedrez, al menos una hora al d¨ªa. ¡°Partidas de 10 minutos con gente de mi nivel, la mayor¨ªa rusos y ucranios, nunca contra un ordenador. Prefiero al ser humano¡±. Pero anda obsesionado con la inteligencia artificial, ¡°que todav¨ªa es un fracaso¡±.
¡ª?Por qu¨¦ dice que todo lo suyo es inmerecido?
¡ªPorque es cierto. Creo que toda mi vida es inmerecida. Soy el hijo de mi padre.
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