El problema island¨¦s
No hemos terminado de ver todas las consecuencias de la crisis financiera desencadenada en EE UU en el verano de 2007. Adem¨¢s de las p¨¦rdidas de bienestar asociadas al estancamiento y la elevaci¨®n de la tasa de paro hasta niveles sin precedentes en muchos pa¨ªses, otros afrontan episodios de inestabilidad pol¨ªtica igualmente excepcionales. Es el caso de Islandia. La aceptaci¨®n de las exigencias de indemnizaci¨®n a depositantes brit¨¢nicos y holandeses tras la quiebra de uno de sus bancos online, el Icesave (la marca en Internet del Landsbanki), es el asunto sobre el que se acaba de convocar a refer¨¦ndum a la poblaci¨®n del pa¨ªs n¨®rdico. Ello ha tenido lugar tras la negativa del presidente del pa¨ªs a aceptar la propuesta del Gobierno que aceptaba el pago a los Gobiernos brit¨¢nico y holand¨¦s que hab¨ªan asumido los dep¨®sitos de sus ciudadanos.
El origen del problema no es otro que esa pretensi¨®n por obtener rendimientos diferenciales. La codicia es leg¨ªtima, pero cegadora, como la crisis financiera iniciada en 2007 est¨¢ todav¨ªa demostrando. En un contexto de amplia movilidad y acceso a los mercados financieros globales, los bancos islandeses ofrec¨ªan elevados tipos de inter¨¦s a los depositantes internacionales, superiores en todo caso a los ofrecidos en pa¨ªses como el Reino Unido y Holanda, donde dos de los bancos captaron la mayor¨ªa de sus dep¨®sitos.
Los pasivos crecieron hasta niveles superiores al 50% del PIB island¨¦s porque aun cuando se pagaran tipos elevados, ¨¦stos eran inferiores a los vigentes en Islandia, cuya econom¨ªa soportaba una pol¨ªtica monetaria estricta, con el fin de dome?ar una tasa de inflaci¨®n relativamente elevada. Esos pasivos se a?ad¨ªan a los captados en el igualmente expansivo mercado interbancario internacional. Ambas fuentes de dep¨®sitos alimentaron muy elevados ritmos de crecimiento de la inversi¨®n crediticia de los bancos islandeses. La deuda de las familias en aquel pa¨ªs alcanz¨® el 200% de la renta disponible, muy superior, por ejemplo, a las excepcionales que estaban vigentes al inicio de la crisis en EE UU o Espa?a.
Cuando lleg¨® la crisis se bloquearon, como a muchos otros bancos, las posibilidades de renovaci¨®n de los dep¨®sitos mayoristas y a los problemas de liquidez sucedieron los de solvencia. Las reclamaciones de los depositantes holandeses y brit¨¢nicos fueron cubiertas por sus Gobiernos. Ahora ¨¦stos reclaman al de Islandia. Son 3.900 millones de euros (el 50% del PIB del pa¨ªs) los que podr¨ªan llegar a pagar los contribuyentes de ese pa¨ªs con 317.000 habitantes, a 12.000 euros per c¨¢pita.
Si antes no media negociaci¨®n entre los tres Gobiernos, el desenlace puede llegar a tener consecuencias inquietantes, si se deja que sea el resultado del refer¨¦ndum el que decida. Un precedente con el que ni los Gobiernos ni las agencias multilaterales (como el FMI, que antes o despu¨¦s tendr¨¢ que ayudar a ese pa¨ªs) deber¨ªan encontrarse c¨®modos. Es razonable, por tanto, buscar una salida negociada, mejor con un mediador europeo, que maneje argumentos m¨¢s matizados que la simple amenaza de no pagar o la de exclusi¨®n de las instancias internacionales, acceso a la UE incluido, con las que intimidan brit¨¢nicos y holandeses. Al tiempo, convendr¨ªa incorporar en las nuevas regulaciones la cobertura de ese agujero regulador y supervisor que la emergencia de este problema ha denunciado. -
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