Pedro Altares, a su manera

Sus hijos Juan y Guillermo y su esposa, Pilar Lucendo, eligieron anoche My way, de Frank Sinatra para abrir el homenaje a Pedro Altares junto con un gent¨ªo de amigos de la cultura y de la pol¨ªtica y compa?eros del oficio que abarrotaron el teatro del C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid. El periodista muri¨® a los 75 a?os el 6 de diciembre. Terminaba as¨ª una vida que ¨¦l vivi¨® plenamente, a su manera; hizo de la amistad su divisa y de la concordia su modo de ver la pol¨ªtica. Esa carta magna de su car¨¢cter (como dijo su colega Joaqu¨ªn Estefan¨ªa) resume su rabiosa militancia democr¨¢tica.

Empez¨® con My way y termin¨®, en la voz de Ana Bel¨¦n (al piano, su hijo David San Jos¨¦), con Camisa blanca de mi esperanza. Como se?al¨® Fernando Delgado, que condujo el acto, ambas melod¨ªas le retratan. Mientras sonaba la canci¨®n de Sinatra, por la pantalla desfilaron algunos de los que le precedieron en la despedida, como Carlos Barral, Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n, Alfonso Carlos Com¨ªn, el presidente de Cuadernos Joaqu¨ªn Ruiz Jim¨¦nez, Eduardo Haro Tecglen, Luis Carandell, Eduardo Barrenechea, Juan Garc¨ªa Hortelano; y no s¨®lo eso, sino que el esp¨ªritu de la canci¨®n fue acompa?ando el otro modo de ser de Altares: el personaje que aglutinaba a los suyos y a los ajenos, en un ejercicio que ahora consolida su memoria, la de un hombre que quiso la concordia incluso con aquellos con los que mantuvo desacuerdo. Cuadernos para el Di¨¢logo no era s¨®lo el nombre de una revista que fue fundamental hasta la Transici¨®n, dijo Rafael Mart¨ªnez Al¨¦s, editor, compa?ero suyo en esa aventura, sino que representaba el esp¨ªritu de aquel consejo que no se re¨²ne desde hace 31 a?os...

Quiso el di¨¢logo incluso con quienes estaban en desacuerdo

Tuvo, record¨® Fernando Delgado, "una vida satisfactoria", en la que las tristezas no fueron capaces de amedrentar su esp¨ªritu combativo; "sus pasos eran m¨¢s largos que sus piernas". Le toc¨® ganar "y tambi¨¦n perder" y a ambos impostores los trat¨® con la misma actitud. Fue, a?adi¨®, leal a un lema: "Si no es fiel a s¨ª mismo el hombre no tiene nada".

Fue, en todo caso, "un elegante perdedor". El m¨¦dico Jos¨¦ Mar¨ªa Ribera, le record¨® como el hombre que abr¨ªa las puertas al conocimiento y como un mal enfermo, hasta el final, agarrado a escondidas con el pitillo. La vida, dijo Ribera, existe m¨¢s all¨¢ del tiempo acotado por la muerte, y en ese espacio sigue viviendo Pedro Altares. Intervino tambi¨¦n su amigo segoviano Juan Pita, pintor, que ahond¨® en la ra¨ªz que Pedro y su familia sembraron en Torrecaballeros, "su para¨ªso", como dijo su hijo Guillermo. La vicepresidenta Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, que est¨¢ en Hait¨ª, envi¨® una carta. De ella es esta frase: "Nunca pudimos igualar su entrega y su generosidad".