Celuloide, historia y catarsis
Michael Haneke consagra en La cinta blanca la tendencia revisionista del cine alem¨¢n Good bye Lenin!, El hundimiento,La vida de los otros, La ola. El cineasta rastrea los or¨ªgenes del nazismo en su pel¨ªcula premiada con la Palma de Oro en Cannes, en la que el horror va calando como lluvia fina con un ritmo apacible que planea sobre la pesadilla totalitaria
Con el estreno de La cinta blanca, de Michael Haneke (2009), Palma de Oro en el ¨²ltimo Festival de Cannes, el cine alem¨¢n confirma su capacidad de analizar la historia del siglo XX de su pa¨ªs. El hundimiento (2004), La vida de los otros (2006), Good bye Lenin! (2003) o La ola (2008) como alerta sobre la repetici¨®n de la historia constituyen algunos de los ejemplos m¨¢s representativos desde diversos g¨¦neros y modelos narrativos. Son pel¨ªculas pr¨®ximas en el tiempo, pero no forman un movimiento a lo Free Cinema brit¨¢nico o Nouvelle Vague francesa porque carecen de una propuesta est¨¦tica com¨²n. Por otra parte, las carreras de sus directores han quedado o bien estancadas en Hollywood, como la de Oliver Hirschbiegel, o no han tenido una continuaci¨®n de inter¨¦s. Tan s¨®lo el austriaco Michael Haneke se ha consagrado como un autor con voz personal, la misma que usa para bucear en los or¨ªgenes del nazismo y en la brutalidad de la sociedad cuando act¨²a como manada insensible ante las minor¨ªas.
'La cinta blanca' olisquea la p¨®cima de la locura reci¨¦n puesta en el fuego, la misma que 'El hundimiento' muestra en sus ¨²ltimos momentos
En la biograf¨ªa de Heinrich Himmler escrita por Peter Longerich se habla de los diarios de infancia del futuro y terrible ministro del Interior del Tercer Reich. En ellos describe su vida como si se tratase del dietario de un ejecutivo: "Cumplea?os de Gebhard. Comienzo de la guerra entre Austria y Serbia. Excursi¨®n al lago de Waging". Su frialdad ante la tragedia que arranca, la Primera Guerra Mundial, recuerda el comportamiento de los ni?os que habitan el pueblo donde transcurre La cinta blanca. Coincidencia algo m¨¢s que anecd¨®tica: el gestor de la soluci¨®n final es coet¨¢neo de estos angelicales infantes de coraz¨®n retorcido. La pel¨ªcula abre una ventana a la psicolog¨ªa de los que sostuvieron d¨¦cada y media m¨¢s tarde una de las mayores barbaries contra la humanidad.
Michael Haneke recurre a un ritmo tranquilo y apacible para mostrar c¨®mo desde fuera parece que nada ocurre porque la pesadilla se desarrolla intramuros: ni?os bajo la dictadura del fanatismo religioso (el mismo que el nazismo repudiar¨ªa pero del que copiar¨ªa su metodolog¨ªa), o v¨ªctimas de sus propios padres, de los complejos y prejuicios con que fueron educados. En Historia de un alem¨¢n, una de las cr¨®nicas literarias m¨¢s l¨²cidas sobre el auge del nazismo, Sebastian Haffner afirma: "No es posible acercarse a estos procesos sin seguirlos hasta el lugar donde se desarrollan: en la vida privada, en los sentimientos y las ideas propias de cada alem¨¢n". Ah¨ª es donde se adentra el gui¨®n de La cinta blanca para olisquear la p¨®cima de la locura reci¨¦n puesta en el fuego, la misma que la pel¨ªcula El hundimiento, de Oliver Hirschbiegel, muestra en sus ¨²ltimos momentos al describir la decadencia de Hitler, usando un estilo completamente distinto al de Haneke, con un ritmo r¨¢pido y alg¨²n que otro efecto especial.
Ambos t¨ªtulos son un buen programa doble. En La cinta blanca vemos c¨®mo el horror va calando como lluvia fina entre los habitantes de un imperio abocado a la humillaci¨®n hist¨®rica frente a las otras grandes potencias europeas; El hundimiento presenta la barbarie incapaz de reconocer su fracaso, ubicada m¨¢s all¨¢ de la realidad, ejerciendo un terror cimentado en el histrionismo de un l¨ªder enfermo y que rechaza una m¨ªnima empat¨ªa con los habitantes civiles del Berl¨ªn sitiado, a los que condena a morir con ¨¦l, lo que subraya cierta paradoja del nazismo seg¨²n Joachim Fest, autor de uno de los libros en los que se basa la pel¨ªcula: "Hitler pensaba que un pueblo que no puede sobrevivir a la guerra no era digno de existir, con lo que al final dict¨® el exterminio tanto de los jud¨ªos como de los alemanes", algo perpetrado tal y como dice el director de la pel¨ªcula "por humanos, no seres con colmillos y rabo", dirigentes escondidos en un b¨²nker, comandando ej¨¦rcitos fantasma para defender una ciudad sepultada en refugios, tal y como describe la escritora an¨®nima de Una mujer en Berl¨ªn: "Nos encontramos en estos momentos de regreso a siglos pasados. Somos habitantes de las cavernas" (este libro, entre los mejores sobre el sufrimiento de la poblaci¨®n civil en la guerra, ha tenido recientemente su traducci¨®n al cine, una t¨®pica y pobre adaptaci¨®n que apenas ha encontrado distribuci¨®n fuera de Alemania).
El cine alem¨¢n actual y su vertiente revisionista contrasta con la vocaci¨®n de espejo deformado que tuvo durante su ¨¦poca m¨¢s gloriosa, el expresionismo, en el que a trav¨¦s de pel¨ªculas de terror y ciencia-ficci¨®n se intu¨ªa el ascenso de los monstruos. El gabinete del Doctor Caligari (1920), de Robert Wiene, fue el punto de partida. Aunque alejada de los planteamientos est¨¦ticos del expresionismo, Metr¨®polis (1927), de Fritz Lang, se val¨ªa de elementos inquietantes como la aparici¨®n de la estrella de David asociada al personaje del inventor malvado, o el culto a la juventud como tabla de salvaci¨®n frente a la generaci¨®n que fracas¨® en la primera gran guerra. La pel¨ªcula, desde su deslumbrante forma e indudable m¨¦rito, no deja de provocar dudas sobre su ideolog¨ªa de fondo. Hay que recordar c¨®mo el director huy¨® de Alemania al llegar el nazismo, aunque no ten¨ªa nada que temer, mientras su mujer y guionista, Thea Von Harbou, permaneci¨® fiel a las doctrinas del dictador, quien convocaba a las clases obreras y a los grandes empresarios arios para eliminar a los peligrosos hombres sobre cuya puerta luc¨ªa la estrella de David, tal y como ocurre en esta pel¨ªcula que termina en una sentencia que al propio Fritz Lang nunca convenci¨®: "El mediador entre las manos y la cabeza ha de ser el coraz¨®n".
La guerra fr¨ªa tambi¨¦n ha encontrado su translaci¨®n al cine en los ¨²ltimos a?os. Desde el horror, La vida de los otros, de Florian Henckel von Donnersmarck; desde la comedia, Good bye, Lenin!, de Wolfgang Becker. Como en el caso de La cinta blanca y El hundimiento, ambas forman un buen programa doble sobre este periodo de la historia alemana, la primera porque no escatima medios para describir la vida en un estado policial, rodada en color para dejar en el cerebro del espectador una pesada sensaci¨®n gris. La segunda utiliza el ritmo ¨¢gil de la comedia para mostrar la acelerada reconversi¨®n de un grupo de gente al capitalismo m¨¢s salvaje. Ambas se convirtieron en grandes ¨¦xitos comerciales, ambas hablan de amores (sentimentales o fraternales) en peligro por culpa de la fidelidad o no a un sistema moribundo, ambas consiguieron grandes galardones, la primera el Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa, la segunda un buen n¨²mero de premios europeos del cine. Las cuatro reflexionan sobre los peligros del totalitarismo, como lo hace en un plano m¨¢s abstracto La ola, de Dennis Gansel.
Sebastian Haffner, en su libro Historia de un alem¨¢n, manifestaba a prop¨®sito de la consolidaci¨®n del nazismo: "Los alemanes (...) han sido 'camaradizados' (El alem¨¢n) vive en un mundo de enso?aci¨®n y embriaguez. Se siente tan feliz en ¨¦l y tan terriblemente anulado al mismo tiempo. Tan contento consigo mismo y a la vez v¨ªctima de una fealdad sin l¨ªmites. Tan orgulloso y tan sumamente vil e infrahumano. Uno cree caminar entre las cumbres y se arrastra por el fango. Mientras dure el encantamiento, apenas hay ant¨ªdoto contra ¨¦l". Y, tal cual, La ola nos muestra el experimento que lleva a cabo un profesor (al que nadie podr¨ªa acusar de fascista) con sus alumnos. Durante una semana pone en marcha un proceso de "camarader¨ªa" aut¨¢rquica entre los j¨®venes adolescentes donde no cabe la disidencia. Procesos de este estilo conducen a delirios como el de Hitler en El hundimiento o a la paranoia de La vida de los otros; tambi¨¦n genera la inquietante y acusadora mirada de los ni?os del pueblo donde transcurre La cinta blanca, de Michael Haneke, una obra maestra que el tiempo tal vez convierta en un cl¨¢sico.
![Fotograma de <i>La cinta blanca,</i> de Michael Haneke, Palma de Oro en el ¨²ltimo Festival de Cannes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LZZEQL6DUBXCOU6BCFTCIHBEEQ.jpg?auth=3d37df436da8c0c7ca703156e939bf966985cac1415cc15d15069c3c22757d22&width=414)
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