La incre¨ªble vida de Marcial Maciel
El fundador de los Legionarios de Cristo fue pederasta, tuvo hijos con varias mujeres y plagi¨® el libro de cabecera del grupo. Tantos 'pecados' ensombrecen la beatificaci¨®n de Juan Pablo II, su gran protector
Marcial Maciel so?aba con ser proclamado santo universal... y acabar¨¢ en los infiernos m¨¢s profundos de su iglesia. Los ¨²ltimos descubrimientos sobre la doble y exagerada vida del famoso fundador de los Legionarios de Cristo y del grupo sacerdotal Regnum Christi no dejan lugar a dudas, y eso que a¨²n no ha concluido la investigaci¨®n ordenada hace un a?o por Benedicto XVI. Lo que ya se sabe es demoledor. El l¨ªder de uno de los m¨¢s exitosos movimientos del nuevo catolicismo no s¨®lo fue notorio pederasta y drogadicto. Tambi¨¦n tuvo hijos -al menos cuatro, quiz¨¢ seis- con varias mujeres, plagi¨® descaradamente el libro de cabecera legionario, titulado El salterio de mis d¨ªas, e impuso a toda la organizaci¨®n un cuarto voto de silencio para guarecerse de denuncias. Uno de sus antiguos colaboradores le acusa incluso de haber envenenado a su t¨ªo abuelo, el obispo Gu¨ªzar, que aval¨® la exitosa carrera eclesi¨¢stica del ambicioso sobrino en el convulso M¨¦xico de los a?os treinta del siglo pasado.
Bl¨¢zquez, obispo de Bilbao, es uno de los cinco 'visitadores' encargados por el Papa de investigar a la Legi¨®n en pleno
"?Cu¨¢nta suciedad hay en la Iglesia!", clam¨® Ratzinger antes de ordenar que Maciel fuese castigado
"?Cu¨¢nta suciedad hay en la Iglesia!" Este clamor le vali¨® un pontificado al entonces cardenal Joseph Ratzinger. Lo pronunci¨® en un v¨ªa crucis en abril de 2005, a punto de reunirse el c¨®nclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II. El todopoderoso prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (ex santo Oficio de la Inquisici¨®n) sab¨ªa de qu¨¦ hablaba. Los cardenales electores, tambi¨¦n. Sobre la mesa del Papa anterior, Karol Wojtyla, se hab¨ªan acumulado acusaciones de pederastia contra miles de sacerdotes, y tambi¨¦n quejas por el encubrimiento de esos delitos por algunos jerarcas en Estados Unidos, Irlanda, Italia, Austria e, incluso, Espa?a. El alem¨¢n Ratzinger aparec¨ªa como el ¨²nico de los reunidos con informaci¨®n y autoridad suficientes para atajar tal estado de cosas.
El propio Juan Pablo II no se libraba de las cr¨ªticas. Por citar s¨®lo el caso del fundador de los Legionarios, a la mesa de trabajo del Papa polaco hab¨ªan llegado durante a?os cientos de denuncias sobre las andanzas y desviaciones del sacerdote Maciel. El Pont¨ªfice las despreci¨®. Maciel era uno de sus preferidos. Llenaba plazas y estadios de f¨²tbol en los viajes del l¨ªder cat¨®lico por el mundo, junto al otro movimiento de moda, el Camino Neocatecumenal del espa?ol Kiko Arg¨¹ello. Aquella protecci¨®n contra toda l¨®gica amenaza ahora con ensombrecer la anunciada beatificaci¨®n de Juan Pablo II, a poco que funcione la famosa y vieja figura -desaparecida como tal- del abogado del diablo en todo proceso de canonizaci¨®n.
Cuando el todav¨ªa cardenal Ratzinger clam¨® contra la "suciedad" interna en su iglesia, los cardenales se convencieron de que era el hombre a elegir. Dos d¨ªas m¨¢s tarde lo hicieron Papa, el 19 de abril de 2005. Fue entonces cuando se empez¨® a cavar la tumba del hasta entonces intocable fundador de los Legionarios. Una de las primeras medidas anticorrupci¨®n del pont¨ªfice Benedicto XVI, en mayo de 2006, le alcanz¨® donde m¨¢s dol¨ªa. Maciel deb¨ªa abandonar Roma apresuradamente, y retirarse a su M¨¦xico natal. Tambi¨¦n deb¨ªa dejar el poder en manos de alguno de sus colaboradores. La decisi¨®n del Vaticano parec¨ªa humillante -Maciel era obligado a llevar "una vida reservada de oraci¨®n y penitencia, renunciando a cualquier forma de ministerio p¨²blico", se le ordenaba-, pero no acall¨® el esc¨¢ndalo. Demasiado poco castigo para documentadas acusaciones de abusos sexuales en varios pa¨ªses. Como disculpa, Roma apel¨® a la edad avanzada del encausado, casi nonagenario. Maciel morir¨ªa poco m¨¢s tarde, en enero de 2008, en Cotija (Michoac¨¢n, M¨¦xico). Asunto zanjado, suspiraron sus antiguos amigos en el Vaticano.
Se equivocaban de punta a cabo. Adem¨¢s del clamor dolorido de las v¨ªctimas, que pusieron el grito en el cielo por la benevolencia de Benedicto XVI, ahora entraban en escena autoproclamados hijos y mujeres de Maciel reclamando atenci¨®n y derechos. Todo empez¨® en Madrid, adonde Maciel ven¨ªa con frecuencia, a veces discretamente. Al fin y al cabo, fue aqu¨ª donde fue recibido con los brazos abiertos en 1941, nada m¨¢s fundar en M¨¦xico el movimiento de los Legionarios de Cristo, con apenas 20 a?os de edad. El ministro de Asuntos Exteriores de entonces, el democristiano Alberto Mart¨ªn-Artajo, fue el encargado de introducirlo en la nacionalcat¨®lica sociedad franquista. Hoy, los Legionarios cuentan en Espa?a con una Universidad -la Francisco de Vitoria, en Madrid-, varios seminarios y cientos de colegios, entre otras muchas propiedades.
Los primeros rumores sobre la doble vida de Maciel provocaron un revuelo morboso entre algunos legionarios, abrumados, sobre todo, por las acusaciones de pederastia, que hasta Roma avalaba oficialmente. Si su adorado fundador conoci¨® mujer y ten¨ªa una hija, eso espantaba, seg¨²n ellos, las sospechas del horrendo pecado de pedofilia. As¨ª que lo que deb¨ªa ser gestionado en sumo secreto, pronto fue un clamor p¨²blico, filtrado desde dentro. Maciel no s¨®lo tuvo aventuras amorosas, sino que en Madrid viv¨ªa una hija suya, con nombre, apellidos y un n¨²mero de portal concreto en unos lujosos apartamentos de la calle de Los Madro?os. La chica, ya madura -la madre muri¨® hace a?os-, se llama Norma Hilda y ha pactado silencio a cambio de una pensi¨®n vitalicia. Quien sell¨® el acuerdo y se ocup¨® de que la rocambolesca historia acabase ah¨ª fue el mism¨ªsimo secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, durante una visita semioficial a Espa?a. Ocurri¨® en los primeros d¨ªas de febrero del a?o pasado. El dinero no fue un obst¨¢culo. Hace d¨¦cadas que en ambientes hostiles el grupo del Maciel es conocido, con iron¨ªa, como los Millonarios de Cristo.
Animado por el ¨¦xito del apa?o maquinado en Madrid, Benedicto XVI tom¨® otra decisi¨®n, con la esperanza de difuminar el esc¨¢ndalo. Orden¨® que la investigaci¨®n se extendiese a toda la organizaci¨®n. El argumento de la medida era inatacable: si el fundador legionario hab¨ªa llevado una vida de cr¨¢pula, ?c¨®mo es que nadie de su entorno lo advirti¨® y denunci¨®? Para encontrar respuestas, el Papa nombr¨® a cinco "visitadores", todos ellos obispos: Ricardo Bl¨¢zquez, de Bilbao (Espa?a); Giuseppe Versaldi, de Alessandria (Italia); Ricardo Watty, de Tebladpic (M¨¦xico); Ricardo Ezzati, de Concepci¨®n (Chile), y Charles Joseph Chaput, de Denver (EE UU). Watty inspeccionar¨ªa en M¨¦xico y Centroam¨¦rica; Chaput, los centros legionarios de Estados Unidos y Canad¨¢; Versaldi, los de Italia, Israel, Corea y Filipinas; Ezzati, los de Suram¨¦rica, y Bl¨¢zquez, los de Europa, con la excepci¨®n de Italia. Para facilitarles el trabajo, el Papa, ¨²nico que puede atar y desatar esas cosas en la confesi¨®n cat¨®lica, derog¨® el cuarto voto de la Constituci¨®n legionaria, que obliga a los seguidores de Maciel a confesarse s¨®lo con sus superiores y a guardar secreto de los conflictos internos.
En un principio, la inspecci¨®n ordenada por el Papa fue tomada por el sucesor de Maciel al mando de la Legi¨®n y del Regnum Christi, el tambi¨¦n mexicano ?lvaro Corcuera, como un gesto de confianza. El propio cardenal secretario de Estado, Bertone, hab¨ªa dado pie al equ¨ªvoco en la carta en la que comunic¨® p¨²blicamente la decisi¨®n papal. "La visita apost¨®lica es de fundamental importancia y merece la pena consagrarse a ella con amplitud de miras y limpio coraz¨®n. [Los legionarios] Siempre podr¨¢n contar con la ayuda de la Santa Sede para, a trav¨¦s de la verdad y la transparencia, en un clima de di¨¢logo fraterno, superar las dificultades existentes", dec¨ªa la carta del cardenal al sacerdote Corcuera.
Lo que no pod¨ªan prever entonces ambas partes es el aluvi¨®n de noticias sobre la vida secreta de Maciel, ahora sin control posible. Para colmo, hab¨ªa entrado en acci¨®n un abogado de prestigio, anunciando acciones judiciales civiles, que siempre sacan de quicio a la Santa Sede. El letrado se llama Jos¨¦ Bonilla. Uno de sus hijos fue sometido a abusos sexuales a la edad de tres a?os en un colegio de los Legionarios y le gan¨® a la Iglesia cat¨®lica un juicio penal por esos hechos. Ahora representa a tres de los autoproclamados hijos de Maciel, con nombres propios y en busca de reconocimiento legal y compensaciones econ¨®micas. Se trata de tres varones, hermanos entre s¨ª, de nacionalidad mexicana. El letrado asegura que Maciel habr¨ªa tenido tres hijos m¨¢s, incluida la espa?ola Norma Hilda, cuya existencia ya ha reconocido oficialmente la Legi¨®n. Otro hijo vivir¨ªa en Londres, y una sexta hija se mat¨® en un accidente de tr¨¢fico cuando iba a recoger a su padre a un aeropuerto de Par¨ªs. Norma Hilda, por cierto, curs¨® su carrera en la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid, propiedad legionaria.
Los obispos visitadores que llevan casi un a?o investigando en las instituciones y centros de los Legionarios de Cristo y del Regnum Christi no sueltan prenda de sus averiguaciones. Tampoco desmienten noticia alguna, y eso que se publican a diario, sobre todo en la prensa latinoamericana. Reconocen, en cambio, que los cinco prelados han sido convocados a Roma de urgencia para presentar a Benedicto XVI un primer informe de lo actuado. Jos¨¦ Mart¨ªnez de Velasco, redactor jefe de la agencia Efe y el primero que desvel¨® los esc¨¢ndalos de la Legi¨®n -public¨® en 2002 el libro Los Legionarios de Cristo, el nuevo ej¨¦rcito del Papa, y dos a?os m¨¢s tarde, Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo-, sostiene que la investigaci¨®n est¨¢ "pr¨¢cticamente concluida", pese a que son muchas las personas que han solicitado ser recibidos para dar su testimonio o desahogarse.
Mart¨ªnez de Velasco afirma, adem¨¢s, que las acusaciones de pederastia contra Maciel pr¨¢cticamente no se han investigado porque estaban suficientemente contrastadas. Las primeras denuncias sobre abusos sexuales en centros de la Legi¨®n llegaron al Vaticano en la d¨¦cada de los a?os cincuenta del siglo pasado, durante el pontificado de P¨ªo XII, paternal protector tambi¨¦n del sacerdote mexicano. ?ste hab¨ªa llegado a Roma avalado por su parentesco con un t¨ªo abuelo suyo, Rafael Gu¨ªzar, obispo de Veracruz y en proceso de canonizaci¨®n por Benedicto XVI como uno de los h¨¦roes de la persecuci¨®n y guerra de los Cristeros en el M¨¦xico revolucionario de los a?os treinta del siglo XX. Sin embargo, un libro publicado en M¨¦xico con el t¨ªtulo El Legionario, escrito por Alejandro Espinosa, sostiene que el obispo Gu¨ªzar muri¨® envenenado con cianuro por el propio Maciel. "Gu¨ªzar acogi¨® a su sobrino en su seminario clandestino, pero la buena relaci¨®n entre ambos dur¨® hasta que el obispo descubri¨® que el joven Maciel le estaba pervirtiendo su seminario con relaciones sexuales con otros estudiantes. El d¨ªa en que el obispo muri¨® hab¨ªa tenido una discusi¨®n muy fuerte con Maciel", sostiene.
Apoyado con informaci¨®n de algunos testigos del suceso y con confesiones que el mismo Maciel le hizo cuando ten¨ªa con ¨¦l una relaci¨®n muy cercana, Espinosa arm¨® esta hip¨®tesis. "La muerte de monse?or Gu¨ªzar no qued¨® esclarecida. Y cuando a?os despu¨¦s exhumaron su cad¨¢ver, se le hall¨® incorrupto y con el pelo rojizo, tal y como deja el cianuro a los cuerpos. Pero la gente se fue por el lado del milagro", sostiene este ex legionario, ¨¦l mismo sometido a abusos cuando estudiaba en el seminario que la Legi¨®n posee en Ontaneda (Cantabria). Hoy vive retirado en el campo mexicano, con estrecheces econ¨®micas y, a¨²n, amenazado por antiguos correligionarios. En cambio, el postulador en M¨¦xico de la causa de canonizaci¨®n de Gu¨ªzar, el sacerdote Rafael Gonz¨¢lez Hern¨¢ndez, tacha de absurda la historia. "Monse?or Gu¨ªzar muri¨® en 1938 a causa de una insuficiencia cardiaca y de un ataque de diabetes. Ten¨ªa 60 a?os y ya era un anciano decr¨¦pito y acabad¨ªsimo, pues gast¨® su vida al servicio de los fieles. Efectivamente, 12 a?os despu¨¦s de su muerte, en 1950, sus restos fueron exhumados y se encontraron incorruptos", afirma.
Lo cierto es que, con informaciones de ac¨¢ y de all¨¢, m¨¢s lo que le han aportado ya los visitadores, el Papa tiene datos suficientes sobre la situaci¨®n de la Legi¨®n de Cristo y sobre las acusaciones contra el fundador y algunos de sus colaboradores. La decisi¨®n que adopte se conocer¨¢ el pr¨®ximo marzo. Seg¨²n Mart¨ªnez de Velasco, el Vaticano se debate entre tres opciones: disolver la congregaci¨®n, proceder a su refundaci¨®n o designar un comisario pontificio que conduzca a la Legi¨®n hasta un Cap¨ªtulo General de renovaci¨®n total.
Desde la disoluci¨®n de los jesuitas en 1773 por Clemente XIV, forzado por los reyes de Francia, Espa?a, Portugal y de las dos Sicilias -por motivos de poder, por tanto-, la Iglesia cat¨®lica no se hab¨ªa enfrentado a un caso igual, esta vez por sucios esc¨¢ndalos sexuales y financieros. Benedicto XVI, ¨¦l mismo acusado de no haber actuado con diligencia cuando estaba al frente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, se enfrenta al peor momento de su pontificado, sobre todo si la investigaci¨®n interna confirma una culposa pasividad de Juan Pablo II por amistad personal con Maciel.


"Un gu¨ªa eficaz de la juventud", seg¨²n piropo de Juan Pablo II
Los d¨ªas de gloria de Marcial Maciel, y los de los Legionarios -unos 70.000, de los que 800 son sacerdotes-, estaban contados cuando un grupo de ex seminaristas de la organizaci¨®n se uni¨® para denunciar ante la opini¨®n p¨²blica al fundador y a sus protectores en el Vaticano. Unos, en Ontaneda (Cantabria), y otros, en seminarios de M¨¦xico, todos sufrieron abusos sexuales de su padre confesor. Fueron sacerdotes la mayor¨ªa. Tardaron en "contactarse", pero al final fueron "atando datos", dicen, hasta llenar de credibilidad una denuncia, que lleg¨® ante Ratzinger cuando todav¨ªa no hab¨ªan explotado los esc¨¢ndalos de pederastia en la iglesia de EE UU. He aqu¨ª la identidad de algunos de los denunciantes: adem¨¢s de Alejandro Espinosa, los hermanos Fernando y Jos¨¦ Antonio P¨¦rez Olvera, Samuel Barrales, Arturo Jurado, Juan Jos¨¦ Vaca, Jos¨¦ Barba y F¨¦lix Alarc¨®n. La gota que colm¨® el vaso de su paciencia fue una frase de Juan Pablo II, amigo y protector de Maciel. El fundador de los Legionarios de Cristo es "un gu¨ªa eficaz de la juventud", dijo el Papa polaco, de visita en M¨¦xico. Era en 1994. Con este sorprendente piropo del distra¨ªdo Pont¨ªfice, el fundador legionario, que iba para los altares seg¨²n el polaco, empez¨® su ca¨ªda a los infiernos de la Iglesia romana. El proceso contra Maciel, seg¨²n lo plantearon los ocho ex legionarios y su abogada, la austriaca Martha Wegan, ten¨ªa dos planos: el de los abusos sexuales y la adicci¨®n a la morfina del fundador, y el que ¨¦ste dominara la conciencia de sus v¨ªctimas mediante la direcci¨®n espiritual. Es decir, adem¨¢s de los delitos sexuales, que en 1998 podr¨ªan estar prescritos, Maciel hab¨ªa absuelto a sus muchachos en confesi¨®n. La figura de la absoluci¨®n del c¨®mplice, uno de los mayores delitos en la Iglesia cat¨®lica, no prescribe, y su examen queda reservado a la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe. La demanda contra Maciel se present¨® en Roma en octubre de 1998 con este t¨ªtulo: Absolutionis complicis. Arturo Jurado et alii versus Rev. Marcial Maciel Degollado. Las desviaciones del fundador legionario ya fueron investigadas entre 1956 y 1959, sin resultado conocido. Durante ese tiempo, Maciel fue suspendido como superior general y expulsado de Roma. El cardenal Alfredo Ottaviani, entonces gran inquisidor, encarg¨® al claretiano vasco y futuro cardenal Arcadio Larraona que dirigiese la investigaci¨®n. ?ste envi¨® a sus visitadores al seminario de Ontaneda, pero no resolvi¨® nada.
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