Triple pacto
Resultan cansinas, por reiterativas, las espasm¨®dicas relaciones entre Gobierno y oposici¨®n. ?stas y otras situaciones son las que nos incitan a desinteresarnos de la pol¨ªtica. Por el contrario, las escenas de encuentro y la firma de pactos aportan activos a ambas partes; al Gobierno porque muestra la flexibilidad de sus compromisos, por muy potentes y electorales que sean, es decir, demuestra en ¨²ltima instancia su capacidad de satisfacer las demandas de la parte de la sociedad que no lo ha votado; y a la oposici¨®n porque, al hacer propuestas sensatas, susceptibles de acuerdo, se la ve convertirse en gobierno.
El acuerdo entre administraciones deber¨ªa ser obligatorio en aras del pragmatismo, la eficacia y el inter¨¦s p¨²blico. Entre fuerzas pol¨ªticas el consenso es m¨¢s dif¨ªcil, pero en momentos de crisis y en aquellos temas que llamamos "de pa¨ªs" es ineludible, porque no se pueden cambiar leyes y normas cada vez que muda el gobierno y porque el conjunto de la ciudadan¨ªa necesita y reclama ese consenso. En mi opini¨®n, lo he dicho muchas veces, los temas de pa¨ªs en los que se precisa un gozne o una bisagra en la propia sociedad son la lengua y el territorio. Ahora a?ado un tercero, la demograf¨ªa.
El suelo r¨²stico ya no se puede regular con leyes, hay que pasar a los planes y cartas del paisaje
En el conflicto de la lengua es urgente recuperar la concordia, facilitando unos y otros el tr¨¢nsito hacia ella, porque es un asunto muy complejo que tenemos fuertemente interiorizado. Si hay sectores en desacuerdo con la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica, otros tampoco quieren que el gallego sea ninguneado. Lo problem¨¢tico es que la realidad social sobre la pr¨¢ctica de las lenguas tiene mucho que ver con los procesos de desruralizaci¨®n y urbanizaci¨®n. La burgues¨ªa de las ciudades ha abdicado del uso del gallego y eso nos distancia de la permanencia de las lenguas en otros pa¨ªses. Por otro lado, para quienes se van aproximando a los entornos urbanos el abandono del gallego puede suponer cierto signo de estatus, pero eso no significa que toleren que se lo menosprecie. Si la realidad social mutante desmoviliza del h¨¢bito de hablar gallego, precisamente por eso, partiendo de la escuela, es necesario hacer entre todos un esfuerzo tenaz, continuado, sin aspavientos, con buenas dosis de equilibrio y cordura. ?Acaso hay alguien dispuesto a que por su iniciativa o su pasividad el gallego vivo desaparezca en nuestra generaci¨®n y quede reducido a un ritual?
El territorio parece estar en la senda de un pacto, que se viene reclamando desde ya no recuerdo cu¨¢ndo, en tres frentes: las directrices, que son, por as¨ª decirlo, la filosof¨ªa, los planes del litoral, que es el territorio en vivo, dibujado palmo a palmo, y las modificaciones legislativas, que son un puro instrumento. Quiz¨¢ sea cierto que el orden de los factores altera el producto, y habr¨ªa que empezar por la filosof¨ªa. De todas maneras, cabe una triple consideraci¨®n. En relaci¨®n con las nuevas tipolog¨ªas en el medio rural, ?est¨¢ claro que hoy en d¨ªa el modelo de sucesivas coronas edificatorias en torno al n¨²cleo tradicional, a rellenar seguramente con adosados, es sostenible econ¨®mica y territorialmente? Una segunda reflexi¨®n es que el suelo r¨²stico ya no se puede seguir ordenando con leyes; hay que pasar a los planes, cat¨¢logos y cartas del paisaje, como se est¨¢ haciendo con el medio litoral. Por ¨²ltimo, sobre el marco competencial urban¨ªstico de los ayuntamientos perm¨ªtanme una aseveraci¨®n: cuanta m¨¢s autonom¨ªa municipal, m¨¢s directrices y planes auton¨®micos que fijen las pautas de crecimiento y protecci¨®n de inter¨¦s supralocal, de manera que los ayuntamientos no vayan cada uno por su lado.
El tercer pacto es, para m¨ª, el m¨¢s importante, porque es un tema que nos incumbe a todos y que los pol¨ªticos deben promover y trasladar a la sociedad. La corriente de fr¨ªo demogr¨¢fico que recorre Europa alcanza en Galicia proporciones siberianas y nos encontramos, adem¨¢s, con un escaso aporte de la inmigraci¨®n. Por cierto, ya que se ha reabierto el debate, nunca se insistir¨¢ bastante en que necesitamos inmigrantes, pero inmigrantes que sean como nosotros en derechos y en obligaciones. Y nada m¨¢s. El problema de fondo es que si un pa¨ªs, por m¨²ltiples razones, quiz¨¢ todas justificadas, no quiere procrear ni tener descendencia, algo grave sucede.
Al principio de la autonom¨ªa se negociaba cada punto hasta la extenuaci¨®n. Estos tres temas exigen hoy un compromiso incondicional por parte de todos.
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