Cada asesinado, una foto
"No recuerdo con qu¨¦ v¨ªctima empec¨¦. Siempre fue como la primera vez", cuenta Letizia Battaglia, la gran cronista de Palermo
Cada cigarrillo que enciende parece un peque?o experimento entre sus manos. Aguza la mirada hacia la cima que empieza a arder. En una hora y media deja ocho colillas en el cenicero de cer¨¢mica. Ancho, ocupa una discreta porci¨®n del escritorio antiguo que sirve de mesa de autopsia para examinar las impresiones de sus fotos, abrir libros, apilar las cajas con las pruebas. Es voraz, Letizia Battaglia (Palermo, 1935). Los ojos curiosos, concentrados y negros como puntas de alfiler. Empez¨® a fotografiar en Mil¨¢n, con una c¨¢mara prestada, para apoyar los textos que enviaba al diario siciliano L'Ora. "Al cabo de poco tiempo, me llamaron: t¨² eres una fot¨®grafa. Vuelve y haz tu trabajo aqu¨ª". Ella estaba en los cuarenta, Palermo en su edad de plomo. La Mafia mataba a plena luz del d¨ªa, el centro hist¨®rico era zona de guerra. Battaglia estaba en primera l¨ªnea. No por protagonismo, sino por deber de cronista, por necesidad de contar. Cada asesinado, una foto. El grito desembocado de una madre, la soledad de un cad¨¢ver en medio de la calzada, unos ni?os que juegan en el lugar del crimen, una viuda muda. Documentos en blanco y negro. Casi un bolet¨ªn desde el frente. "No recuerdo con qu¨¦ v¨ªctima empec¨¦. Siempre fue como la primera vez. Nunca me acostumbr¨¦ al mareo por el olor a sangre, al miedo por la crueldad humana".
A mediados de los noventa llegaron las primeras manifestaciones antimafia, la esperanza del cambio, la Primavera de Palermo con el alcalde de izquierdas Leoluca Orlando. Battaglia se involucr¨® tanto que se convirti¨® en pol¨ªtica. Encaramada en el octavo piso de un edificio setentero, cerca del mar y apartada del centro, su voz deja intuir que aquel empuje colectivo se ha desvanecido. La bandera roja colgada en la pared asume el sabor lejano de la nostalgia. "Ahora la ciudad ha vuelto a dormirse. Parece cansada, indiferente a la basura que invade las calles, a la corrupci¨®n de sus administradores, a la humillaci¨®n mafiosa". Dolida, se mud¨® a Par¨ªs. Pero volvi¨®: "Es aqu¨ª donde soy ¨²til". Palermo no quiere escuchar, no el Poder. "Nunca organizaron una exposici¨®n de mis fotos de mafia. Prohibir¨¦ que hagan una cuando ya no est¨¦, por lo menos en diez a?os. No lo merecen". Habla de la muerte y su mirada obstinada no se enturbia. S¨®lo le apena pensar que no vivir¨¢ "para ver la ciudad libre y orgullosa". Enseguida se centra en la vida, en un proyecto fotogr¨¢fico sobre la pobreza en Sicilia. "Estoy viejita, pero s¨®lo es el envoltorio, dentro me siento m¨¢s fuerte que nunca". No por nada, su apellido significa "lucha", y Battaglia lo lleva encima, como una marca de f¨¢brica.
!["Estoy viejita, pero s¨®lo es el envoltorio, dentro me siento m¨¢s fuerte que nunca", afirma Letizia Battaglia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UPBLA42U3746WO57VNT25QYSGU.jpg?auth=ef3b538659b6be8be54f4b0c5e179321151d6f440cfd7bcdb68ddb01b347f0fd&width=414)
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