"Europa est¨¢ son¨¢mbula"
Es muy estimulante sentarse en la misma mesa que Edgar Morin, el soci¨®logo franc¨¦s, acaso uno de los intelectuales m¨¢s hondos y agudos del mundo. Tiene 88 a?os. Cuando le vimos en su casa de Par¨ªs, a mediados de enero, rodeado de libros, de apuntes, de objetos de escritorio, de voluminosos dosieres sobre todos sus saberes y sobre gran parte de sus preocupaciones, estaba a punto de hacer un viaje a Brasil. Empezamos hablando de los contrastes que hay entre el continente al que iba a dirigirse y esta vieja Europa sobre la que tanto ha reflexionado. Morin fue comunista, resistente, es un intelectual que tanto ha trabajado sobre el cine como sobre las migraciones; es un fil¨®sofo de la vida cotidiana, un activista cultural que ha trabajado para la educaci¨®n en todo el mundo. Algunos de sus t¨ªtulos son autobiogr¨¢ficos, como Vidal y los suyos, donde rescata la memoria de su padre, testigo, como ¨¦l, de tiempos convulsos de los que ¨¦l aprendi¨® "a re¨ªr, a llorar, a amar, a comprender". Con el autor de La complejidad humana ¨ªbamos a hablar de Europa, para qu¨¦ sirve.
"Aqu¨ª todo parece estar en letargo, como si Europa sufriera una esclerosis"
"Ya no existe una actitud belicosa entre europeos. Ahora se da contra africanos y otros..."
Pregunta. Se va a Brasil. Como dec¨ªa Stefan Zwieg, "el pa¨ªs del futuro, y siempre lo ser¨¢". Y aqu¨ª estamos hablando de Europa. Ahora Am¨¦rica parece m¨¢s vital que Europa. ?Qu¨¦ le pasa a Europa?
Respuesta. S¨ª, hay un contraste entre la vitalidad de varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, y lo que sucede en Europa. All¨ª hay vitalidad para plantear los problemas, e incluso para resolverlos, mientras que aqu¨ª todo parece estar en letargo, como si Europa sufriera una esclerosis. Yo esperaba de Europa un renacimiento, un renacimiento intelectual, pol¨ªtico y social. Y lo que tenemos delante es una regresi¨®n que impide buscar el camino del porvenir.
P. ?Y qu¨¦ ha pasado?
R. No debemos olvidar que desde su origen la idea europea, heredada de la Segunda Guerra Mundial, era la de acabar con el suicidio europeo. Se hac¨ªa una uni¨®n para acabar con las guerras. Y el n¨²cleo de esa idea eran Alemania y Francia, los enemigos principales. Y cuando se puso de manifiesto la defensa de la unidad, los propios poderes se resistieron. Los nacionalismos impidieron la construcci¨®n de una especie de confederaci¨®n. Pero hubo un despegue econ¨®mico y Europa hizo su construcci¨®n sobre una base econ¨®mica...
P. Era positivo, al fin y al cabo...
R. S¨ª, pero empe?¨® el desarrollo de una comunidad pol¨ªtica. As¨ª que cuando en los ¨²ltimos a?os se lleg¨® a la conclusi¨®n de que hab¨ªa que llegar a un acuerdo pol¨ªtico, surgieron dos obst¨¢culos. Era muy dif¨ªcil integrar a los pa¨ªses que hab¨ªan sido de la ¨®rbita sovi¨¦tica, cuya econom¨ªa no estaba al mismo nivel de los pa¨ªses que ya eran miembros. Eso impidi¨® una adhesi¨®n sentimental fuerte de esos pa¨ªses. Adem¨¢s, la segunda guerra de Irak demostr¨® que hab¨ªa dos mentalidades: los franceses y los alemanes pensaban que ¨¦sta era una guerra idiota, perversa, pero muchas democracias ex sovi¨¦ticas pensaban que Estados Unidos era el liberador de la dictadura de Sadam Husein; ten¨ªan una visi¨®n positiva de esta guerra, y nosotros ten¨ªamos una visi¨®n negativa.
P. Y esto hace que hoy tengamos dificultades para hacer una pol¨ªtica com¨²n.
R. No hay m¨¢s que verlo. Ante la cuesti¨®n de Israel y Palestina, as¨ª como sobre todas las cuestiones mundiales, la impotencia de la Europa pol¨ªtica y militar es absoluta. La guerra de Yugoslavia acab¨® con la intervenci¨®n de EE UU; la cuesti¨®n de Kosovo se arregl¨® m¨¢s o menos bien con la intervenci¨®n norteamericana... Eso significa la impotencia total de la Europa pol¨ªtica, y esto es un fracaso. As¨ª que ah¨ª tenemos a Europa: un ¨¦xito econ¨®mico, un fracaso pol¨ªtico.
P. Al que contribuye la desintegraci¨®n de la izquierda.
R. Hab¨ªa una cultura, la cultura socialista, la cultura comunista, que en cierto modo era la continuaci¨®n de la cultura de la Revoluci¨®n Francesa: igualdad, hermandad, solidaridad... La laicidad social, la idea republicana de la educaci¨®n. Hab¨ªa en Europa, con esos partidos de izquierda, un pueblo de obreros, de campesinos, de intelectuales, que se sent¨ªa de izquierdas. Pero ahora se ha desintegrado la cultura de la izquierda. Y esto es una crisis terrible porque pone de manifiesto la falta de renovaci¨®n de un pensamiento que diagnostique los tiempos actuales. Yo hice un libro, Pol¨ªtica de civilizaci¨®n, con el objeto de ofrecer datos para un nuevo contenido de la izquierda, pero los partidos est¨¢n ocupados en otras cosas.
P. ?A qu¨¦ da lugar este fracaso de la izquierda?
R. Esta crisis permite el ¨¦xito de Berlusconi o de Sarkozy... Pero si hay una izquierda con vitalidad, todav¨ªa, ¨¦sa es la que hay en Espa?a... A m¨ª Zapatero me ha parecido un hombre muy valioso, pero temo que la crisis haga pagar al Partido Socialista. Vamos a ver qu¨¦ ocurre.
P. Usted dijo, en noviembre, en Madrid, que se sent¨ªa pesioptimista en relaci¨®n con lo que sucede en el mundo. Y Felipe Gonz¨¢lez utiliz¨® su expresi¨®n para referirse a la situaci¨®n europea... ?Qu¨¦ pesa m¨¢s en usted, el pesimismo o el optimismo?
R. La impresi¨®n que tengo es que, para buscar soluciones a lo que sucede, encuentro mentes m¨¢s dispuestas en Am¨¦rica Latina que en Europa. Pero no siento que esto refleje, por mi parte, una desesperaci¨®n. En mi concepci¨®n de la vida conviven lo probable con lo improbable. Lo improbable ocurri¨® en la historia, y hay que esperarlo. Hasta ahora Europa no ha producido una pol¨ªtica com¨²n con respecto a los problemas ecol¨®gicos de la biosfera, pero existe la posibilidad de que lo haga. Con respecto a los pa¨ªses del Sur, Europa se manifiesta como demasiado ego¨ªsta. Pero puede haber s¨ªntomas invisibles de cambio... Hay ciudades en las que la sociedad civil trabaja para la renovaci¨®n, como Viena, Friburgo o Heidelberg... Hay en Europa muchas cosas positivas, pero no tienen conexi¨®n unas con otras.
P. Public¨® usted en Le Monde y EL PA?S una especie de manifiesto, Metamorfosis, en el que cifraba sus esperanzas de cambio. ?C¨®mo debe manifestarse esa esperanza en Europa?
R. Esa esperanza se cifra en que Europa se despierte. Pero est¨¢ m¨¢s son¨¢mbula que despierta. Claro que puede llegar un d¨ªa un presidente que tome la iniciativa; y por supuesto que hay que tener en cuenta que en Estrasburgo tambi¨¦n se toman decisiones positivas. Yo no puedo exagerar mi optimismo; me quedo con la idea de que la situaci¨®n no es positiva, pero no se pueden eliminar las posibilidades buenas.
P. En 1987, su idea era que Europa fuera la catalizadora de un concepto cuyo ¨²nico enemigo era la desuni¨®n. Pero ahora prosperan los particularismos.
R. S¨ª, es evidente que hay muchas regresiones nacionalistas. Mire lo que sucede en Holanda, que era un pa¨ªs de tradicional tolerancia. ?Ah¨ª se ha producido una reacci¨®n nacionalista terrible! Y observe lo que sucede en Francia con los inmigrantes sin papeles. ?Eso no pod¨ªa ocurrir en el pasado! Aqu¨ª ha habido una tradici¨®n de hospitalidad, que no era puramente pol¨ªtica, con los inmigrantes. ?Ahora no se les considera como personas! Los factores m¨¢s regresivos de Europa tienen que ver con la cerraz¨®n ¨¦tnica, nacionalista y religiosa. Mire lo de Suiza, con la prohibici¨®n de los minaretes, ?como si fueran un peligro!
P. As¨ª se presenta el islam.
R. Y aqu¨ª hay islam. Hay un islam europeo. Hay un islam europeo en Alemania, con los turcos; hay un islam europeo muy antiguo en Bosnia-Herzegovina y Kosovo, y todos esos pa¨ªses que eran del antiguo imperio turco... En Espa?a hubo un islam durante ocho siglos, y tambi¨¦n lo hubo en Europa, con la dominaci¨®n turca... As¨ª que hay un islam europeo. ?Qu¨¦ sentido, pues, tiene no reconocer a Turqu¨ªa? Mucha de la resistencia proviene de la idea de que Europa es algo as¨ª como una propiedad del cristianismo... La democracia no es cristiana: viene de los griegos; la ciencia no es cristiana; la t¨¦cnica no es cristiana; la Europa moderna no es cristiana. La idea de laicidad se encuentra en otras civilizaciones. As¨ª que creo que la idea de hacer de Europa como una ciudadela cristiana es una idea equivocada.
P. ?Y este rechazo a abrirse a otros es se?al de una debilidad?
R. Creo que esa dificultad de integraci¨®n viene sobre todo de la p¨¦rdida de un sentido de la seguridad mundial que radicaba en el progreso como ley de la historia. Pero desde que cay¨® el Muro y fracas¨® la Uni¨®n Sovi¨¦tica, esa ley t¨ªpicamente europea se mundializ¨®, lleg¨® la crisis occidental, se produjo una gradaci¨®n de los peligros, y el futuro se convierte en incertidumbre. Es el miedo del futuro. Y cuando no hay m¨¢s futuro que el presente, el presente se convierte en un tiempo de peligro. Y se produce una regresi¨®n al pasado, a las ra¨ªces de la identidad religiosa, entre otras. Y ah¨ª entra el miedo a los negros, a los asi¨¢ticos, el viejo miedo casi racista a perder la pureza de la identidad...
P. ?Cree usted que el alma de Europa se est¨¢ volviendo mezquina?
R. El alma verdadera de Europa es la problematizaci¨®n, la existencia de una mente cr¨ªtica y autocr¨ªtica. Viene del Renacimiento, de Montaigne... El alma de Europa es problematizar, interrogar: no quedarse nunca dormida. Toda la historia del pensamiento europeo es una b¨²squeda de verdad, una pesquisa ininterrumpida de la verdad. Y el alma de Europa se encuentra, a partir del siglo XVIII, en las mujeres, en la m¨²sica y en la poes¨ªa, porque el mundo varonil se concentra en la guerra, en la econom¨ªa, en la conquista del poder material. Y lo mejor de Europa se queda en las mujeres que, como arist¨®cratas o burguesas, tienen sus salones y ah¨ª favorecen a los poetas, a los m¨²sicos. Pienso que el alma de Europa se ve, a partir de ese siglo XVIII, en poetas como Shelley, Novalis, H?lderlin, Rimbaud, entre los escritores y, entre los m¨²sicos, Beethoven, Mozart, Schuman... ?sa es el alma de Europa.
P. Pero ese esp¨ªritu est¨¢ flotando por ah¨ª...
R. S¨ª, por supuesto. Pero no olvidemos que para revitalizar se necesita un poco m¨¢s de feminidad, de poes¨ªa, un poco m¨¢s de arte. Hay que tener entusiasmo, razones para reiniciar una esperanza colectiva en los j¨®venes, en las mujeres, en los hombres... Hay un mont¨®n de buenas voluntades, pero la buena voluntad sin esperanza queda desocupada. Y esa desocupaci¨®n de la buena voluntad genera desesperaci¨®n ante la barbarie.
P. ?Cree usted que estamos en un momento de fracaso de la idea de Europa?
R. Estamos en un momento de fracaso de la ambici¨®n pol¨ªtica y cultural, pero ante un cierto ¨¦xito econ¨®mico y de las mentalidades. Porque antes hab¨ªa un gran desprecio de los franceses hacia los alemanes, y viceversa; y una visi¨®n estereotipada de los franceses hacia los italianos, del mismo modo que hab¨ªa visi¨®n de los espa?oles como gente que siempre andaba tocando casta?uelas... Ya no existe una actitud belicosa o agresiva entre los europeos; curiosamente, esa actitud belicosa se da ahora contra los magreb¨ªes, africanos y otros... Pero entre europeos ya es otra cosa. As¨ª que no es un fracaso total.
P. Quedan todav¨ªa elementos de utop¨ªa.
R. Utop¨ªa... Antes de la Segunda Guerra Mundial, la utop¨ªa era hacer una Europa com¨²n; para que se hiciera fue necesario arrostrar un peligro muy grande. Ahora ya ve lo que ha pasado en Copenhague, en la cumbre del clima: no se ha avanzado quiz¨¢ porque los pol¨ªticos no han visto a¨²n un peligro demasiado fuerte. Parece como que, si no hay riesgos, no se reacciona...
P. Curioso que sean los peligros los que obliguen a las soluciones...
R. Es lo que dec¨ªa el poeta H?lderlin: "Donde crece el peligro crece tambi¨¦n la salvaci¨®n".
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