Hasta que el cuerpo aguante
En la ¨²ltima pel¨ªcula de Michael Moore, el cineasta hace acordonar Wall Street con la conocida cinta amarilla policial, como el lugar donde se cometi¨® el crimen de esta terrible crisis econ¨®mica. No hay delito que se haya cometido m¨¢s a la vista de la humanidad. Conocemos sus lujosas guaridas, su modus operandi, sus c¨®mplices en los gobiernos mundiales, pero no ser¨¢n castigados. Ya han olvidado las leves amonestaciones iniciales y vuelven a alzar la vista, altivos y prepotentes.
No habr¨¢ ninguna revisi¨®n ¨¦tica del capitalismo, ni refundaci¨®n que te pint¨®, s¨®lo m¨¢s paro, peores salarios y recorte de pensiones. Se retoman las mismas ideas que nos condujeron a la crisis y se defienden con un cinismo universal, totalitario.
La patronal espa?ola propone retrasar la edad de jubilaci¨®n hasta los 69 a?os. El Gobierno responde con contundencia para -a los pocos d¨ªas- plantear una medida similar. S¨®lo dos a?os, e id¨¦ntico criterio, separan las posiciones reaccionarias y ultramontanas de la patronal de las de un Gobierno que afirm¨® que en ning¨²n caso consentir¨ªa recortes sociales. Es f¨¢cil entender a la patronal: la seguridad social les trae al pairo, lo que quieren es alimentar los seguros privados y reducir su contribuci¨®n. En la pr¨¢ctica, ellos son partidarios de jubilar a los trabajadores con 50 a?os, a costa del Estado, y lo han demostrado de Norte a Sur por toda la geograf¨ªa hispana.
La Bah¨ªa de C¨¢diz, el entorno industrial de Sevilla, el textil de M¨¢laga y la zona industrial de Linares exhiben las heridas de esta batalla incruenta. Miles de trabajadores de Astilleros, de Delphi, de Gillette, de Intelhorce, de Santana, de Tabacalera han sufrido en sus carnes estas prejubilaciones llamadas voluntarias, pero impuestas a sangre y fuego y escritas con tinta de derrota.
Tambi¨¦n puede darnos testimonio sobre los efectos de retrasar la jubilaci¨®n, cualquier persona parada con m¨¢s de 45 a?os que sufre el calvario de puertas cerradas y respuestas evasivas por una ley no escrita seg¨²n la cual a partir de esa edad no tiene entrada en el mercado laboral. Por eso, el Gobierno, antes de apuntarse al carro de los recortes sociales, deber¨ªa dar a conocer una lista de empresas y actividades dispuestas a contratar o mantener a sus trabajadores hasta los 67 a?os.
La medida del retraso de la jubilaci¨®n es toda una declaraci¨®n de impotencia, de falta de autoridad y de ideas. Es muy f¨¢cil imponerse a los m¨¢s d¨¦biles. Lo dif¨ªcil es hacer cambios que garanticen el sistema social. Lo dif¨ªcil es aumentar la cotizaci¨®n por la v¨ªa de reducir la precarizaci¨®n escandalosa del mercado laboral espa?ol y no digamos ya del andaluz. Lo complicado es perseguir el fraude del IVA que en comunidades como Andaluc¨ªa m¨¢s bien parece un impuesto voluntario. Lo comprometido es conseguir que la tasa de actividad de las mujeres en el mercado laboral se acerque a los pa¨ªses desarrollados de Europa y aumenten as¨ª en varios millones el n¨²mero de cotizantes. Lo importante es invertir en servicios de proximidad, en conciliaci¨®n de la vida laboral y en todo aquello que alimente la empleabilidad y la formaci¨®n del mercado laboral. Lo complicado, finalmente, es hacer aflorar ese 35% de econom¨ªa sumergida que no cotiza a la Seguridad Social ni a Hacienda y que solucionar¨ªa una buena parte de los problemas de recaudaci¨®n actuales.
S¨®lo Alemania ha contemplado una medida similar. Sus sueldos y pensiones, seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas, son justo el doble de los espa?oles con unos precios similares. En una comunidad como Andaluc¨ªa, con 700 euros de pensi¨®n media y un tercio de personas que no alcanzan las contribuciones necesarias para entrar al sistema, esta reforma solo lograr¨¢ empobrecernos a¨²n m¨¢s y aumentar la tentaci¨®n de guardar el dinero de los impuestos en un calcet¨ªn, al parecer mucho m¨¢s seguro y rentable que la Seguridad Social del futuro.
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