Luces y sombras

"Me hicieron repetir a los 12 porque tuve un cr¨ªo de mi padre. Eso fue en 1983. No iba al cole desde hac¨ªa un a?o. Y ¨¦ste va a ser mi segundo hijo. Mi ni?a tiene s¨ªndrome de Down. Es subnormal". Las cuatro primeras l¨ªneas de la novela Push, de Shappire, no dejan lugar a dudas. Hay poco hueco para sentimentalismo, delicadeza, condescendencia, adorno o correcci¨®n pol¨ªtica (la palabra subnormal ha quedado desterrada de cualquier texto o conversaci¨®n que no invite a una riada de cartas de protesta). A¨²n no se ha dicho que la protagonista tiene obesidad m¨®rbida, que es maltratada f¨ªsica y moralmente por su madre, que no tiene un rostro ni mucho menos agraciado...

Con semejante material, o te lanzas a la piscina y conviertes la novela en un soberbio navajazo a traici¨®n y que lo aguante quien pueda, o rebajas el tono para que te quede un telefilme de sobremesa sobre la fuerza del ser humano para salir del pozo con tes¨®n, personalidad y un poco de ayuda. Lee Daniels, director de Precious, su adaptaci¨®n al cine, se ha quedado a medio camino entre ambas opciones. ?El resultado? Un cargamento de premios del p¨²blico en infinidad de festivales y un pu?ado de candidaturas a los Oscar. ?Una gran pel¨ªcula? No.

Daniels y su guionista, Geoffrey Fletcher, a la manera de los sue?os musicales de la chica ciega de Bailar en la oscuridad, han creado unas secuencias on¨ªricas en las que la rana se convierte en una princesa de cuento que recibe elogios y sonrisas entre aplausos y luces de ne¨®n. Desde luego, ejercen de licuadora de la tragedia, al tiempo que sirven para contraponer, tambi¨¦n en ese estilo alucinatorio, los fugaces flashbacks con las violaciones del progenitor. Eso s¨ª, ni rastro de p¨¢rrafos de la novela como el que sigue: "Yo sigo flipando por haber tenido un beb¨¦... Sab¨ªa que si un t¨ªo te mete la picha dentro y te echa un l¨ªquido blanco dentro del co?o, te puedes quedar pre?ada...". Precious es un canto a la superaci¨®n con un personaje demoledor y unas interpretaciones excelentes, pero nunca un coherente retrato de grupo.

Por un lado, sus compa?eras de colegio lo mismo la machacan que est¨¢n a su lado, seg¨²n demanden el equilibrismo emocional y los caprichos del gui¨®n; como tampoco hay una verdadera graduaci¨®n en la salida del t¨²nel.

Por otro, al menos se ofrece una secuencia clave para que el personaje de la madre intente defenderse, para alejarla del monigote. Luces y sombras de un personaje para recordar, no de una pel¨ªcula para recordar.