Poemas en prosa
Poes¨ªa. Del gran e inagotable Rilke se publican ahora sus poemas en prosa y las dedicatorias que estamp¨® en sus libros para algunos de sus m¨¢s fieles y fervientes lectores. Con los primeros avis¨®, muy tempranamente, que la poes¨ªa es bastante m¨¢s que sonoridad intraducible, como, antes que ¨¦l, tambi¨¦n hab¨ªa advertido el mismo Goethe. Que lo dijera Rilke, un maestro absoluto del metro y de la rima, dice mucho a favor de su m¨¢xima clarividencia. En la pr¨¢ctica, estos poemas ciertamente deslumbran tanto como los escritos en verso y aportan esa cadencia prosaica muy beneficiosa para paralizar los artificios que corren el riesgo de encubrir la temible vaciedad convertida en pirueta rimada. Pero, adem¨¢s de esto, la comunidad entre unos poemas y otros es grande, y su filosof¨ªa id¨¦ntica, lo cual quiere decir que la clave de la poes¨ªa que importa est¨¢ en el grosor de la experiencia y no en el formato expresivo elegido, por m¨¢s deslumbrante que sea. Poemas en verso o en prosa, tanto da si la autenticidad est¨¢ asegurada y las palabras se cargan de los significados que hablan de una experiencia verdaderamente representativa de un hombre, y solo de ¨¦l (y, por eso mismo, de tantos y tantos hombres). Por ejemplo, Rilke vivi¨® sin cesar que las cosas no son par¨¢sitos de nuestra existencia sino que nos acompa?an con su significado secreto, convertido en una melod¨ªa que tenemos que saber captar "si queremos ser los iniciados de la vida". El poema titulado 'Notas sobre la melod¨ªa de las cosas', momento cumbre de este libro, aborda esta cuesti¨®n pero ya lo hab¨ªan hecho antes otros muchos poemas, incluidas las geniales 'Eleg¨ªas de Duino'. Igualmente, la b¨²squeda incesante del otro en el espacio de la palabra intercambiada es una obsesi¨®n rilkeana que tambi¨¦n ilumina el citado poema. De una conversaci¨®n lograda se puede llegar a decir, si se cumplen los requisitos de la escucha atenta: "Aqu¨ª hay un altar en el que arde una llama sagrada". En cuanto a las dedicatorias, cabr¨ªa despachar estos escritos como composiciones de circunstancias pero Rilke, en vez de estampar protocolarias misivas a sus destinatarios -conocidos o no, la mayor¨ªa mujeres-, escrib¨ªa verdaderas composiciones tocadas de esa gravedad inspirada que caracteriza su poes¨ªa entera. "En lo peque?o hallar¨¢s un maestro / para el que nunca, en el fondo, har¨¢s lo suficiente". O bien: "He confiado. / Quien conf¨ªa, perdura". O bien: "Somos algo, lo somos sin saberlo, / el destino no es m¨¢s que lo que somos: quiere. / Despu¨¦s somos nosotros quienes lo queremos, / silenciosos y graves: ilimitadamente". Ilimitadamente Rilke, en esta ocasi¨®n y siempre.
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