No m¨¢s retrasos
La reforma laboral debe negociarse y aplicarse con rapidez para crecer de nuevo con empleo
La reforma del mercado de trabajo es la condici¨®n necesaria y urgente para frenar la destrucci¨®n de empleo y el crecimiento del paro. Por una raz¨®n muy sencilla: la crisis del mercado laboral eleva el coste de la protecci¨®n a los desempleados hasta niveles insostenibles para las finanzas p¨²blicas a medio plazo; a la vez, reduce los ingresos por cotizaciones sociales y genera dificultades financieras en el sistema de pensiones. As¨ª pues, el Gobierno obra cuerdamente al proponer un esbozo de reforma laboral, cuyos criterios gen¨¦ricos son poco discutibles. En ese marco abierto de debate que ayer anunci¨® el presidente del Gobierno -en el que falta sin duda concreci¨®n-, valen todas las propuestas en esta l¨ªnea, desde combatir la temporalidad o cambiar el contrato a tiempo parcial para explotar la veta de empleo en ese mercado hasta crear un programa espec¨ªfico que favorezca el empleo juvenil o debatir el modelo alem¨¢n de reducci¨®n de jornada.
La urgencia de la reforma proviene no s¨®lo de la necesidad perentoria de generar empleo, sino tambi¨¦n de la no menos acuciante de transmitir a la sociedad (y a los mercados tras el castigo sufrido el jueves en la Bolsa) la idea de que la recuperaci¨®n ser¨¢ m¨¢s consistente y crear¨¢ m¨¢s puestos de trabajo gracias a una flexibilizaci¨®n bien meditada de las normas laborales. La misma argumentaci¨®n cabe aplicar a la reforma de las pensiones, rechazada con virulencia por los sindicatos. En contra de lo que piensan UGT y CC OO, un debate sobre la edad de jubilaci¨®n o el periodo de c¨®mputo de cada pensi¨®n en nada deteriora la solvencia financiera del sistema; al contrario, es obligado para garantizarla; y es justo ahora cuando hay que suscitarlo.
Por todo ello, no es sensato seguir retrasando la aplicaci¨®n de cambios legales en el mercado de trabajo. Sindicatos y empresarios son conscientes de que deben trabajar con rapidez. El marco est¨¢ fijado y no ha lugar a m¨¢s excusas: la negociaci¨®n sectorial de convenios tiene que dejar paso a la negociaci¨®n en las empresas y las prioridades deben centrarse en aumentar la contrataci¨®n fija y a los m¨¢s j¨®venes. Ayer, los sindicatos avanzaron un acuerdo r¨¢pido sobre la negociaci¨®n colectiva; ser¨ªa deseable que esas expectativas se cumplieran.
No es un secreto que el mayor esfuerzo para comprender el cambio han de hacerlo los sindicatos. Tienen que decidir entre mantener la defensa a ultranza de sus afiliados con contratos fijos y resistirse a cualquier cambio en el modelo de negociaci¨®n o bien aceptar y facilitar unas relaciones laborales m¨¢s flexibles. Para el Gobierno, es la hora pol¨ªtica crucial. Si de verdad "tiene el tim¨®n" pol¨ªtico controlado, como dijo ayer la vicepresidenta De la Vega, har¨¢ valer sus condiciones de reforma laboral, urgir¨¢ el prometido acuerdo r¨¢pido entre los agentes sociales y mantendr¨¢ la exigencia de debatir la reforma de las pensiones. Deber¨¢ procurar, sobre todo, que sus propuestas se concreten en medidas eficaces y evaluables. Incluso a riesgo de perder el apoyo de UGT y la complacencia de Comisiones. No hay que olvidar que el descr¨¦dito del Gobierno y la debilidad que transmiten los activos de la marca Espa?a proceden de la frecuencia con que los hechos frustran los tibios mensajes de optimismo del Gobierno y ridiculizan la resistencia oficial a racionalizar las finanzas p¨²blicas.
El tiempo apremia y no hay excusa para m¨¢s dilaciones. La econom¨ªa espa?ola sigue en recesi¨®n (0,1% de contracci¨®n del PIB en el ¨²ltimo trimestre de 2009), lo estar¨¢ t¨¦cnicamente al menos hasta el tercer trimestre de 2010 y, en la consideraci¨®n de los inversores, est¨¢ cayendo en la imagen de econom¨ªa m¨¢s deteriorada de Europa despu¨¦s de Grecia. El paro registrado afecta a 4.048.000 personas y seguir¨¢ aumentando durante los pr¨®ximos meses. Est¨¢ justificada la reflexi¨®n, pero no caben ya m¨¢s demoras, errores ni ambig¨¹edades.
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