La tierra del Vellocino de Oro
Las pieles de cordero se usaban para recoger las pepitas en los r¨ªos de Georgia. Un pa¨ªs fronterizo de mitos y literatura
Dicen los georgianos que Dios administraba la creaci¨®n desde las cumbres del C¨¢ucaso, en la esperanza de retirarse luego a un peque?o rinc¨®n en sus laderas donde hab¨ªa ido guardando lo mejor de todo lo que hab¨ªa desparramado por el mundo. Pero que cuando intent¨® tomar posesi¨®n del dominio, Georgia, sus ocupantes le invitaron a un ¨¢gape y entre brindis y brindis terminaron por convencerle de que se lo dejara a ellos.
El viajero que decida comprobar por s¨ª mismo si ese relato es mito o cr¨®nica tiene ante s¨ª f¨¢cil tarea. Le recibir¨¢ un pueblo que habla con sonrisas y se desvive por atender al hu¨¦sped.
Ya en la capital, Tbilisi, se puede empezar la visita con la plaza Maidan. Est¨¢ en un meandro del Kura, entre dos picachos que coronan fortalezas erizadas de almenas. Al reparo de esos alc¨¢zares se cobijan las termas que seg¨²n la leyenda descubri¨® el halc¨®n de un rey y que provocaron la fundaci¨®n de la ciudad. A su vera se alzan una sinagoga, una mezquita y una catedral, y poco m¨¢s arriba, un templo de Zoroastro. Ese paisaje urbano es la met¨¢fora de todo un pa¨ªs, a la vez fortaleza y huerto ameno, enclave y caravanserai.
Georgia fue siempre la frontera en la que lucharon Europa y Asia, y tambi¨¦n su lugar de encuentro. Grecia y Persia primero, luego Roma y Partia, Bizancio y el islam m¨¢s tarde, hasta que por fin, en 1783, acosada y exhausta, Georgia prefiri¨® ser cristiana antes que soberana y se puso bajo la protecci¨®n de Rusia. Eso garantiz¨® su fe, pero cambi¨® radicalmente su identidad, ya que si hasta entonces hab¨ªa sido la Covadonga del C¨¢ucaso, a partir de entonces se convirti¨® en el sur de Rusia .
Dos siglos m¨¢s tarde, Georgia ofrece su inmensa paleta de sabores, colores, geograf¨ªas, religiones y lenguas a quien quiera venir a disfrutarlas. Si el viajero es amante de la literatura y el arte, aqu¨ª tiene el escenario de alguno de los mitos m¨¢s ilustres de la cultura occidental. En estas playas subtropicales, entonces llamadas C¨®lquide, recalaron Jas¨®n y los argonautas, y aqu¨ª recibi¨® Medea en su lecho a aquel extranjero por embrujo de Palas. En los torrentes de sus montes se limpiaban las arenas aur¨ªferas con pieles de cordero, y esa herramienta hizo surgir el mito del Vellocino de Oro, hoy Tois¨®n, orden que preside el Rey de Espa?a. Aqu¨ª, en la cumbre del Kazbegi, at¨® J¨²piter al tit¨¢n Prometeo, y por estas llanuras, que parecen toscanas, se dice que cabalgaban las amazonas.
M¨¢s cerca de nosotros puede seguirse la huella de los viajes de Pushkin o L¨¦rmontov, tratar de identificar los escenarios de algunos de los grandes relatos de Tolstoi... o quiz¨¢ incluso perderse por las calles de la "jorobada Tiflis", como la llam¨® Vassily Aksyonov, en la esperanza de encontrar el fantasma de Nina Gradov o de su pareja Ossip Mandelstam, habitantes de la Georgia independiente y menchevique (1918-1921) que ese autor describi¨® as¨ª: "Todo fue maravilloso en aquellos tres a?os de la primavera de Tiflis. El arca de No¨¦ del primer ministro Jordania flot¨® como un magn¨ªfico bloque de hielo en un mar de sangre y de lodo, en el oc¨¦ano de la epidemia de tifus de la Guerra Civil, y cada minuto parec¨ªa que iba a hundirse o romperse. Quiz¨¢s lo que la hizo tan maravillosa fue su misma fragilidad".
Ahora bien, no todo es mito en Georgia, y al viajero amante de la realidad le costar¨¢ poco descubrirlo. Lo mismo se puede hacer senderismo para disfrutar de la naturaleza a paso de persona que recorrerla a caballo o en helic¨®ptero. El rafting es tambi¨¦n una opci¨®n e incluye aguas blancas de dificultad extrema. Las carreteras, por el contrario, son dignas, y el ferrocarril, no muy distinto de los vagones de Renfe antes de la alta velocidad. En cuanto a la escalada, los gentlemen del Alpine Club de Londres fueron los primeros en conquistar el Kazbegi en 1868. El esqu¨ª en Gudauri y Bakuriani lo usan los equipos ol¨ªmpicos para entrenamiento, puede incluir heliesqu¨ª y se disfruta a menos de dos horas de la capital.
Los menos intr¨¦pidos podr¨¢n rezar en iglesias fortaleza del siglo IV y recordar al rey Mirian, que hizo cristiana a Georgia antes de que Constantino promulgase el Edicto de Mil¨¢n. Los conservacionistas disponen de parques naturales por los que se pasean osos y leopardos de las nieves y un jard¨ªn bot¨¢nico en Batumi simplemente ¨²nico.
Fil¨®logos o etn¨®logos tendr¨¢n ocasi¨®n de poner a prueba sus conocimientos en alguna de las m¨¢s de treinta lenguas en las que se expresa el pa¨ªs.
Especias de Asia
Los glotones y los golosos tambi¨¦n tienen ante s¨ª retos tentadores, pues la cocina es -c¨®mo no- el reflejo de toda la variedad natural e hist¨®rica del pueblo georgiano. Por no mencionar m¨¢s que algunas curiosidades: a las alubias de Tolosa (lobio), especie de plato nacional, las perfuma el aliento del eneldo, aunque tambi¨¦n el de las especias de Asia; el jachapuri, o pizza georgiana, se asa en un tanduri indio; el cordero y el cochinillo, en hornos como los de la meseta castellana, y el pan, en hornos orientales de pan ¨¢zimo. Las verduras -gloriosas- dejan entrever en sus crestas las brasas de granos de granadas persas, y no es raro que para acompa?ar unas lentejas picantes el camarero te acerque el zumo de una mandarina como si estuvieses en Isfah¨¢n. Los amantes del pescado fresco pueden dirigirse al mar Negro, donde les espera, adem¨¢s de t¨¦ blanco, chanquetes y mero, todo ello regado por un vino que a¨²n hoy es el m¨¢s popular en los pa¨ªses CIS (comunidad de estados independientes).
Si se desea hacer de Georgia punto de partida para otras excursiones, Tbilisi es la puerta de Asia, y de ella parte un ferrocarril a Tabriz, camino del Levante, y otro a Bak¨² hacia la Ruta de la Seda y el Transiberiano.
? Jos¨¦ Antonio Zorrilla es director de cine y embajador en misi¨®n especial para Georgia y los estados del C¨¢ucaso.
Gu¨ªa
Datos b¨¢sicos
? Moneda: laris (un laris georgiano equivale a unos 0,42 euros).
? Poblaci¨®n: Georgia tiene 4,6 millones de habitantes; Tbilisi, 1,1 millones.
C¨®mo ir
? No hay vuelo directo entre Madrid y Tbilisi, pero se puede llegar a la capital de Georgia desde Londres, ?msterdam, M¨²nich o Francfort. Lufthansa (www.lufthansa.es) , por ejemplo, conecta Madrid con Tbilisi, con escala en M¨²nich, a partir de 603 euros, precio final. Sin embargo, la opci¨®n m¨¢s r¨¢pida es la de Ukranian Airlines (www.flyuia.com) , con parada en Kiev; ida y vuelta desde Madrid, a partir de 430 euros m¨¢s tasas de emisi¨®n.
Informaci¨®n
? Turismo de Georgia (www.visitgeorgia.ge) .
? Turismo de Tbilisi (www.tbilisi.gov.ge) .
? Embajada Georgia en Madrid (914 29 33 29). Calle de Felipe IV, 10. Madrid.
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