"No habr¨¢ muro que mantenga a los haitianos en Hait¨ª"
Ge¨®grafo, premio Pulitzer, ha analizado el fracaso de las sociedades poderosas y el colapso al que se ve abocado hoy el mundo. Sobre Haiti ya avis¨®. Pero ve esperanza.
La lluvia es torrencial. Los ?ngeles, en estado de emergencia. Las evacuaciones en zonas devastadas meses atr¨¢s por los incendios forestales, un hecho. Jared Diamond, cient¨ªfico estadounidense de 71 a?os y profesor de Geograf¨ªa en la Universidad de California (UCLA), no muestra preocupaci¨®n aunque su casa est¨¦ en uno de esos ca?ones anegados. "En una semana llover¨¢ tanto como en todo 2009", afirma. Pero el caos no le afecta. Porque este fisi¨®logo evolutivo, antrop¨®logo e historiador es el autor de Colapso (Debate). Y cuando uno es capaz de analizar claro y sereno por qu¨¦ unas sociedades perduran mientras otras, como mayas o vikingos, desaparecen en su c¨¦nit, o de ganar el Pulitzer y hacer un best-seller de Armas, g¨¦rmenes y acero (estudio del modo en que unas culturas triunfan sobre otras), las condiciones meteorol¨®gicas californianas no van a romper su tranquilidad. Incluso la situaci¨®n actual de Hait¨ª, pa¨ªs devastado por un terremoto de magnitud 7 y centro de muchos de sus estudios, no parece quitarle el sue?o. Al contrario. Acusado a veces de catastrofista y hasta de racista por recordar los peligros a los que parece abocado el mundo, el se¨ªsmo que ha sacudido a la isla que Col¨®n bautiz¨® en 1492 como La Espa?ola parece darle esperanza. En Colapso, Diamond describi¨® Hait¨ª como ejemplo de sociedad actual al borde del abismo. Un pa¨ªs con desventajas medioambientales respecto a la vecina Rep¨²blica Dominicana agravadas por decisiones hist¨®ricas, comerciales y pol¨ªticas que durante siglos lo han sumido en la miseria. Y el se¨ªsmo les deja sin lo poco que ten¨ªan.
"La visi¨®n m¨¢s optimista ante el colapso es abordar en serio el problema, que nadie deba abandonar ni Hait¨ª ni ?frica"
?Cu¨¢l fue su reacci¨®n ante el terremoto?
Fue gradual. Primero, asumir la noticia; las cifras hablaban de 100.000 muertos; luego, ver la incapacidad de su Gobierno ante el problema o la reapertura del aeropuerto bajo control de las fuerzas estadounidenses. Y la pregunta, ?cu¨¢l es el futuro de Hait¨ª?, que me devolvi¨® a discusiones mantenidas hace un lustro, en mi visita a la isla. Una inc¨®gnita con dos respuestas: la de los incapaces de encontrar raz¨®n para la esperanza y los que trabajaban duro para encontrar alguna.
Lo normal hoy ser¨ªa sumarse al primer grupo.
Es f¨¢cil pensar que el terremoto ha acabado con cualquier esperanza. Pero tambi¨¦n deja claro que esta cat¨¢strofe no es s¨®lo un problema para los haitianos. Lo es para estadounidenses, canadienses, franceses Suena cruel hablar de Hait¨ª como problema, pero son diez millones de personas sufriendo. Crecen as¨ª las razones para la preocupaci¨®n. Hait¨ª est¨¢ cerca de nuestra costa. M¨¢s de 300.000 haitianos hay en Florida. Y con el deterioro de la situaci¨®n ser¨¢n muchos m¨¢s los desesperanzados. Por eso, aunque s¨®lo sea por propio inter¨¦s, para evitar que todo acabe aqu¨ª, debemos compartir su preocupaci¨®n.
Y el resto del mundo, ?por qu¨¦ preocuparse de Hait¨ª tras el duelo?
Los canadienses est¨¢n igual que los estadounidenses. Y en Francia, el argumento de obligaci¨®n moral con Hait¨ª est¨¢ algo gastado. Si quieres que la gente ayude, apela a su propio inter¨¦s. Como EEUU vio en el 11-S y Espa?a tras el ataque en Madrid, cuando la gente est¨¢ infeliz tiene formas de compartir su infelicidad. Hait¨ª tiene potencial para crear gran infelicidad en EE UU y Europa. Como los cayucos recuerdan a los espa?oles que hay un problema en ?frica o los botes que llegan a Malta o los albanos a Italia, los haitianos no dejar¨¢n que olvidemos sus problemas en un a?o, ni en cinco. Llegar¨¢n cada vez m¨¢s. No habr¨¢ muro que los mantenga en Hait¨ª.
Ahora s¨ª suena catastrofista.
No soy ni optimista ni pesimista. Disfruto del optimismo con cautela. Y con Hait¨ª hay razones para un optimismo cauto.
?Por qu¨¦? El terremoto ha sembrado la devastaci¨®n en un pa¨ªs atenazado por la pobreza, la falta de agua potable, la deforestaci¨®n y el sida...
S¨ª, ha empeorado las cosas. Y estaban muy mal antes. Hait¨ª sufre una deforestaci¨®n del 99% con grandes problemas de erosi¨®n en un terreno muy monta?oso. Pero dicho esto, la motivaci¨®n en EEUU y Europa para ayudar es m¨¢s fuerte que nunca, y los beneficios de un Hait¨ª econ¨®micamente viable ser¨¢n mejores. Es f¨¢cil discutirlo en t¨¦rminos econ¨®micos. Por ejemplo, preguntarse cu¨¢nto puede costar la reconstrucci¨®n. O empecemos por problemas de salud. Despu¨¦s del sida, el segundo problema es la malaria. ?Cu¨¢nto costar¨ªa solucionarlo? Muy barato. Las mosquiteras previenen la malaria y cada una cubre a una mujer y dos ni?os. Cuestan 5,60 euros y, digamos, hay que proteger a nueve millones de haitianos. Son 16,8 millones de euros. ?Hay tanto estadounidense que podr¨ªa firmar ese cheque! O espa?oles. O en t¨¦rminos laborales, en la ¨²ltima d¨¦cada son muchas las empresas que se han llevado el trabajo fuera de EEUU. A M¨¦xico. Pero ahora los sueldos all¨ª son m¨¢s altos que en China o Vietnam. Aqu¨ª entra Hait¨ª, m¨¢s pobre que M¨¦xico y con una gran fuerza de trabajo no precisamente vaga, trabajadores duros por sueldos modestos, que es m¨¢s que no ganar nada. ?sas son razones para la esperanza. Son muchos los estadounidenses que podr¨¢n abrir sus plantas en la isla con m¨ªnima inversi¨®n. Parad¨®jicamente, hay m¨¢s esperanza que nunca.
?Cu¨¢n lejos est¨¢ esta recuperaci¨®n?
La recuperaci¨®n es posible y necesaria. Hait¨ª no tiene recursos para hacerlo solo y necesita ayuda exterior, pero debe ser de modo que funcione con los haitianos. La isla tiene una larga historia con EEUU y los haitianos tienen buenas razones para desconfiar del Ej¨¦rcito estadounidense. Mejor ser¨ªa contar con la ONU como paraguas para crear una fuerza com¨²n entre Espa?a, que comenz¨® los problemas de la isla, y Francia, que los aument¨®, y EEUU y Canad¨¢. Ser¨ªa la opci¨®n m¨¢s viable. Adem¨¢s, el Gobierno actual de Hait¨ª no est¨¢ en las calles por falta de recursos, pero ha sido elegido democr¨¢ticamente. El propio presidente ha sido afectado. Un Gobierno motivado, razonablemente poco corrupto, mejor o no tan malo como los Duvalier u otros de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Es el mejor momento para ser optimista.
?D¨®nde nace su inter¨¦s por Hait¨ª?
Basta leer el t¨ªtulo de mi ¨²ltimo libro, Natural experiments of history. Le dedico un cap¨ªtulo. Hait¨ª es un experimento natural. En historia no podemos hacerlos como en qu¨ªmica, poner los elementos a analizar en probetas y someterlos a pruebas. Si fuera un visitante de Andr¨®meda y quisiera analizar la raza humana, ir¨ªa a Espa?a, trazar¨ªa una raya y probar¨ªa cosas a ambos lados. Afortunadamente esto no est¨¢ permitido, pero en La Espa?ola se dan esas condiciones de forma natural. Hay una l¨ªnea, del lado occidental est¨¢ Hait¨ª, y del oriental, la Rep¨²blica Dominicana. Un experimento natural igual que las dos Alemanias o Corea del Norte y Sur. De ah¨ª mi inter¨¦s. Me permite comparar el grado de evoluci¨®n de sociedades que comparten un territorio.
?No es contradictorio que en 'Colapso' hable de la amenaza para el planeta de las sociedades que llegan al m¨¢ximo de poder, pero a la hora de cat¨¢strofes sea el Primer Mundo el que vaya al rescate?
As¨ª parece, pero si ocurriera algo realmente terrible, si la econom¨ªa mundial no s¨®lo viviera un gran susto como en 2008, sino que en 15 a?os colapsa o hay guerra nuclear?, ?qui¨¦n estar¨¢ en mejor situaci¨®n, haitianos o madrile?os? Yo apuesto por los haitianos. Son muy pobres, pero no dependen de nada. En Madrid, si el Primer Mundo colapsa, las soluciones no son f¨¢ciles.
?Cu¨¢les son las posibilidades de tal colapso?
Hablemos en 30 o 50 a?os. Entonces sabremos si el mundo colapsa. Eso, si hemos solucionado los problemas; en caso contrario, ser¨¢ una realidad.
?Por qu¨¦ habla de ese plazo?
En ese tiempo las cosas habr¨¢n cambiado de tal forma que habremos explotado nuestros recursos. Se habr¨¢ agotado el acceso a las formas de energ¨ªa no renovables o al agua potable. Los estadounidenses hacemos cosas terribles, pero tambi¨¦n la UE, y una de ellas es la sobrexplotaci¨®n pesquera de las costas africanas. Y si seguimos en esa direcci¨®n, en ese plazo nos veremos al borde del colapso. Los escenarios son muchos. Desde el peor, una aniquilaci¨®n nuclear que acabe con los problemas porque nos elimine a todos. O que la vida siga, pero en Nueva Guinea y en Hait¨ª, no en Los ?ngeles o Madrid. Otra posibilidad m¨¢s sutil que la guerra es que la situaci¨®n siga degenerando y la pobreza se extienda de modo que Espa?a se convierta en la nueva Somalia. La visi¨®n m¨¢s optimista es que nos tomemos los problemas en serio y nadie tenga que abandonar Hait¨ª o ?frica, porque las condiciones sean buenas donde est¨¢n. Existe una preocupaci¨®n cada vez mayor y hay que mantener la esperanza. La verdadera pregunta es si nuestra preocupaci¨®n aumenta a la velocidad necesaria o va muy despacio. Porque el precipicio est¨¢ ah¨ª.
Hay quien piensa que esa respuesta est¨¢ en manos de Dios.
En momentos asi es f¨¢cil pensarlo. Hait¨ª sufre un terremoto igual que Italia, Los ?ngeles, Alaska, Jap¨®n? Pero en Los ?ngeles pasa, se declara estado de emergencia, polic¨ªa, bomberos, el ej¨¦rcito sale a la calle, y los supermercados abren. En Hait¨ª, no. Por eso, cuando el teleevangelista Pat Robertson dice que la ira de Dios ha ca¨ªdo sobre ellos se olvida que es la misma que cae sobre Italia, EEUU o Jap¨®n, la misma ira que deber¨ªa caer sobre ¨¦l por ser tan est¨²pido.
Jared Diamond es ge¨®grafo estadounidense
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