El rastro letal del amianto
La fabricaci¨®n hasta 1997 del aislante en Cerdanyola ha dejado en la zona 149 casos de enfermedades mortales
Un goteo constante de enfermos pulmonares. Eso es lo que queda del amianto en Cerdanyola, Ripollet y algunos pueblos colindantes, en la provincia de Barcelona. Un par de diagn¨®sticos un mes. Otro al siguiente. As¨ª hasta cerca de 35 al a?o. Son la herencia que ha dejado la f¨¢brica de amianto que Uralita ten¨ªa en la zona y que, seg¨²n un estudio m¨¦dico, multiplica por 47 la probabilidad de desarrollar un c¨¢ncer mortal como el mesotelioma. Tambi¨¦n destaca un notable incremento de casos de c¨¢ncer de pulm¨®n, asbestosis o derrames pleurales, entre otros. En total, el estudio localiza 149 casos de enfermedades mortales.
Vivir ahora en estas localidades no supone ning¨²n peligro. Uralita, que defiende que siempre ha cumplido la normativa vigente, cerr¨® su planta en 1997. Sin embargo, los enfermos seguir¨¢n apareciendo a este ritmo hasta 2020, porque muchos llevan el veneno dentro desde hace lustros, pero a¨²n no se ha manifestado. Uno de cada tres afectados, nunca pis¨® la f¨¢brica.
Hasta 2020 seguir¨¢n apareciendo personas afectadas
Josep Tarr¨¨s, neum¨®logo, es el responsable del estudio. Lleva toda la vida viendo en la consulta de Cerdanyola un v¨ªa crucis de afectados por el amianto, una sustancia ahora prohibida, pero que hasta 2002 se utilizaba masivamente para aislar, fabricar tuber¨ªas, transformadores... Las fibras microsc¨®picas de este material, al inhalarlas, se incrustan en los pulmones. Permanecen ah¨ª d¨¦cadas, y las enfermedades que causan pueden no manifestarse hasta 20 o 40 a?os m¨¢s tarde. "Mi inter¨¦s en documentar los efectos surgi¨® puramente de la necesidad", cuenta Tarr¨¨s. Es de Barcelona, pero lleg¨® a Cerdanyola con el t¨ªtulo de m¨¦dico a¨²n caliente bajo el brazo. "Y empec¨¦ a ver una patolog¨ªa de la que hab¨ªa muy poco escrito. As¨ª que me decid¨ª a registrarlo todo en un cuaderno", recuerda. En 2000 decidi¨® iniciar un estudio serio sobre el tema, junto a especialistas de centros de atenci¨®n primaria y el hospital de la zona. "Se trataba de estudiar la zona cero del amianto", dice. Los ¨²ltimos resultados disponibles de la investigaci¨®n -que sigue en marcha financiada por el Instituto de Investigaci¨®n en Atenci¨®n Primaria Jordi Gol, la Seguridad Social y el Ministerio de Ciencia- han sido publicados en la revista Archivos de Bronconeumolog¨ªa, de la Sociedad Espa?ola de Neumolog¨ªa.
La gran aportaci¨®n de Tarr¨¨s es que pone, al fin, cifras concretas a la herencia envenenada del amianto. Se sab¨ªa el da?o que causan las fibras del mineral, pero hasta ahora nadie hab¨ªa estudiado tan a fondo sus efectos sobre una poblaci¨®n. "La f¨¢brica supuso un factor de riesgo importante para enfermedades relacionadas con el amianto para los trabajadores y la poblaci¨®n cercana". Mientras que lo habitual es que en una poblaci¨®n no afectada aparezcan 10 casos al a?o de enfermedades relacionadas con el amianto por mill¨®n de habitantes, en el ¨¢rea de Cerdanyola se dan 95. En la m¨¢s letal de ellas, el mesotelioma, la tasa pasa de entre uno y tres casos por mill¨®n, hasta los 47.
Adem¨¢s, un tercio de los afectados son ambientales: enfermaron por inhalar las fibras de amianto que flotaban en la calle o las que llegaban a los hogares de los trabajadores en su ropa. Esto explica que las mujeres e hijos de los antiguos empleados son uno de los colectivos m¨¢s afectados.
A varios trabajadores de Uralita los juzgados les han dado la raz¨®n, a pesar de que la empresa se ampara en que s¨®lo hac¨ªa lo que la ley permit¨ªa. Han logrado indemnizaciones, no s¨®lo en Cerdanyola, sino tambi¨¦n en Getafe (Madrid). Pero a los afectados ambientales, hasta ahora no. La Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Amianto de Cerdanyola y Ripollet se agarra a los datos de Tarr¨¨s como a un clavo ardiendo. En mayo ir¨¢n a juicio contra Uralita, de la mano del despacho Roca i Junyent. Le piden cinco millones de euros. Declarar¨¢n en el juicio los alcaldes de Ripollet, Juan Parralejo, y Cerdanyola, Antoni Morrall. "No buscamos hacernos ricos, sino dignidad y una compensaci¨®n, para que, cuando la enfermedad avance, podamos pagar la ayuda que necesitaremos", dice una portavoz de la asociaci¨®n.
De los 559 pacientes con los que se realiz¨® el estudio hasta 2007, ahora se ha pasado a cerca de 900. "Hoy mismo me han llegado los informes de tres pacientes m¨¢s", apunta Tarr¨¨s. Muchos se enteran por casualidad. Como Merc¨¦ Duran. A ella le diagnosticaron hace 10 a?os, cuando le fueron a realizar una operaci¨®n rutinaria. Cuando el m¨¦dico vio su placa de t¨®rax, le dijo que ten¨ªa afectada la pleura. Le pregunt¨® d¨®nde viv¨ªa. "Le contest¨¦ que en Cerdanyola, pero que no ten¨ªa importancia, porque nunca trabaj¨¦ en la f¨¢brica", recuerda. Pero el problema de Merc¨¦, de 59 a?os, es que viv¨ªa al lado. "Cuando hac¨ªa viento, se levantaba el amianto que hab¨ªa por toda la calle y la ropa tendida se llenaba de polvillo blanco. Antes de poner las s¨¢banas, las sacud¨ªamos, y ya est¨¢", recuerda con amargura. Estar¨¢ en el juicio de mayo.
Rosa Frisach trabaj¨® en la f¨¢brica. Se ha tenido que jubilar y le ha quedado una pensi¨®n de 600 euros. Tiene la enfermedad laboral reconocida. La minusval¨ªa no, ya que asegura que por problemas burocr¨¢ticos e interminables listas de espera m¨¦dica no lo ha conseguido a¨²n. "Pens¨¦ en hacerme un seguro privado para agilizar las pruebas, pero en ninguno me quieren", explica. Tampoco puede pedir un cr¨¦dito si la cantidad es importante, porque exigen un seguro de vida que nadie le quiere hacer.
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