"Madre Coraje es una hija de puta"
Gerardo Vera estrena su versi¨®n "emocional" del cl¨¢sico antibelicista de Bertolt Brecht
"Madre Coraje es una hija de puta", dice Gerardo Vera, consciente de que en el imaginario de aquellos que no han le¨ªdo o no han visto representada la obra de Bertolt Brecht, esas dos palabras representan al amor maternal capaz de ir al mism¨ªsimo infierno en defensa de sus hijos. Y nada m¨¢s lejos de la realidad.
"?As¨ª es la guerra! ?Una bonita fuente de ingresos!", dice la protagonista en un momento de Madre Coraje y sus hijos, escrita por Brecht en 1939 y estrenada en Z¨²rich dos a?os despu¨¦s, cuando el dramaturgo hu¨ªa del nazismo. El pr¨®ximo jueves Gerardo Vera estrenar¨¢ en el teatro Valle-Incl¨¢n de Madrid su propia puesta en escena de la versi¨®n ya cl¨¢sica de Antonio Buero Vallejo.
El director ha pedido al elenco un derroche cercano a la "violencia f¨ªsica"
"Los mecanismos de la guerra siempre son los mismos", dice Gerardo Vera
Por la Europa de la Guerra de los Treinta A?os, una sangr¨ªa que entre 1618 y 1648 enfrent¨® a cat¨®licos y protestantes, arrastra su codicia de vendedora ambulante "una hiena de los campos de batalla", una mujer con tres v¨¢stagos: un soldado en el que tiene puestas todas sus esperanzas, otro "tonto pero honrado" y una hija muda: "No vale nada. Pero por lo menos no habla, y eso ya es algo".
"Madre Coraje es alguien que decide sacar provecho de la guerra, caiga quien caiga. Aunque los que caigan sean sus hijos. El provecho es para ella m¨¢s importante que los afectos. Llega la paz y se deprime porque se le acaba el negocio", explica Gerardo Vera, premio Nacional de Teatro en 1988 y director del Centro Dram¨¢tico Nacional desde el a?o 2004.
Sentado en su casa madrile?a y con los diarios de Bertolt Brecht en la mano, Vera dice que, junto a la gran carga ideol¨®gica que le dio su autor, en la obra -"una leyenda del teatro"- ha encontrado "im¨¢genes emocionales muy potentes". Y se ha aferrado a ellas para saltarse la ortodoxia brechtiana, que prescribe frialdad anal¨ªtica y distanciamiento para que el espectador no olvide en ning¨²n momento que est¨¢ en el teatro. De conmoverse, nada.
"Como el propio Buero, he querido ser brechtiano a pesar de los brechtianos", sigue Gerardo Vera. "Toda obra tiene elementos subconscientes debajo de los conscientes. Brecht y su mujer [la actriz Helene Weigel, la Madre Coraje por antonomasia en el teatro alem¨¢n] discutieron mucho. Est¨¢ en sus diarios. De hecho, cuando fusilan a uno de sus hijos, Helene hace el gesto de abrir la boca en un grito, inmenso pero mudo, que sobrecoge. Yo he retomado ese gesto en mi montaje. La emoci¨®n de los espectadores no tiene por qu¨¦ venir del melodrama, puede venir tambi¨¦n de la contenci¨®n".
Por eso ha pedido a sus actores un derroche de energ¨ªa cercano "a la violencia f¨ªsica" para lograr una s¨ªntesis entre reflexi¨®n ("su guerra es todas las guerras y, adem¨¢s, una met¨¢fora del capitalismo salvaje") y emoci¨®n ("he querido romperle los esquemas al espectador, refugiado en la luz oscura del patio de butacas y, despu¨¦s de horas y horas de telediario, insensible a las im¨¢genes de guerra").
En una de sus observaciones a la obra, Bertolt Brecht anot¨® que el que deb¨ªa comprender era el espectador, no la protagonista. Para ella la guerra no es un experimento sino un destino: "Aprende tan poco de la cat¨¢strofe como un conejillo de Indias de biolog¨ªa". La actriz Merc¨¨ Aranega, la Madre Coraje de Gerardo Vera, habla de su personaje como de un animal: "No se puede decir que no quiera a sus hijos. Los quiere como una leona. Claro que los protege, pero cuando la selva se los come, los abandona y sigue. Nosotros queremos a nuestros hijos por instinto y por reflexi¨®n, y Madre Coraje s¨®lo tiene instinto". Y de supervivencia, el que tienen los pobres. "?se es el coraje del que habla Brecht y no el que se imagina la gente cuando dice de alguien que es una 'Madre Coraje".
Aranega encabeza un elenco del que tambi¨¦n forman parte, entre otros, Cr¨ªspulo Cabezas, Fernando Soto, Carmen Conesa, Jos¨¦ Pedro Carri¨®n, Walter Vidarte y Abel Vit¨®n. Por su parte, Malena Alterio se ha encargado de poner en pie uno de los personajes m¨¢s complejos del teatro moderno: Catalina, la hija muda, la verdadera hero¨ªna de la obra. "En el fondo, ella es como los espectadores: ve y oye pero no puede tomar partido verbal. Su posici¨®n es angustiosa", dice Alterio, que seg¨²n Gerardo Vera ha salido m¨¢s que airosa de un personaje que "est¨¢ presente casi toda la obra y no dice ni una palabra. S¨®lo usa gestos y sonidos guturales".
El montaje termina con la protagonista dirigi¨¦ndose a la calle, literalmente. Vera ha querido traer a Brecht a la actualidad sin recurrir a una ambientaci¨®n actual. En su obra se mezclan cascos de lasquenetes con rifles de la II Guerra Mundial, m¨²sica de Goran Bregovic y canciones de los a?os veinte. "Los mecanismos de la guerra son siempre los mismos, en la de los Treinta A?os, en los Balcanes y en Gaza", dice.
Todo empez¨®, de manera inconsciente, en la primera guerra de Irak, hace casi dos d¨¦cadas. "Los peri¨®dicos se llenaron de madres con sus hijos destrozados en brazos", recuerda Vera. "Empec¨¦ a recortar las fotograf¨ªas para tenerlas siempre presentes. Todav¨ªa lo hago. No quiero que lo que veo en el desayuno se me vaya olvidando a medida que pasa el d¨ªa. Quiero que me sirva de recordatorio porque la guerra se ha convertido en parte de nuestro paisaje cotidiano, algo que, inevitablemente, me llev¨® a pensar en el espectador de teatro como elemento pasivo. Y quise luchar contra eso".
Cuando Google era Perpi?¨¢n
Madre Coraje y sus hijos es un cl¨¢sico contempor¨¢neo que ha tenido entre su n¨®mina de protagonistas a actrices como Liv Ullman, Judi Dench o Meryl Streep, sin olvidar a Helene Weigel, esposa de Bertolt Brecht. En Espa?a ya estuvo, por ejemplo, sobre los hombros de Vicky Pe?a y Rosa Mar¨ªa Sard¨¢ y bajo la direcci¨®n de Jos¨¦ Tamayo y Llu¨ªs Pasqual.
Todav¨ªa, recuerda Gerardo Vera, est¨¢n recientes sendos montajes en Londres y Berl¨ªn. La versi¨®n alemana viaj¨® a Ir¨¢n y ¨¦l anda recopilando informaci¨®n sobre el eco que una obra as¨ª tiene "en una regi¨®n castigada por la guerra".
Setenta a?os despu¨¦s de ser escrita, la actualidad de la pieza es indudable. Es un alegato antibelicista y, a la vez, anticapitalista. Ideal para un tiempo de crisis. Vera, sin embargo, no las tiene todas consigo: "Los mismos que nos llevaron a la debacle est¨¢n urdiendo estrategias para que vuelva la especulaci¨®n. Su voracidad es inagotable". ?D¨®nde queda el poder del teatro para cambiar la sociedad? "Yo he tirado la toalla. Lo ¨²nico que podemos hacer es confiar en un goteo que transforme las mentalidades poco a poco. Creo en el compromiso individual como ciudadano". Vera dice que pertenece a una generaci¨®n que mitific¨® la cultura: "Nuestro google era Perpi?¨¢n y el ansia de informaci¨®n sobre lo que no se pod¨ªa ver o leer en Espa?a". Eso s¨ª, el teatro goza de buena salud en tiempos de realidad virtual: "Es la humanidad en directo. Y cada funci¨®n es irrepetible".
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