Politizaci¨®n y ciudadan¨ªa
Tanto se est¨¢ mareando la perdiz con esto de la fusi¨®n que dan ganas de que alguien decrete la transformaci¨®n de las cajas en bancos puros y duros, pues si no importa que los centros de decisi¨®n se instalen lejos de Galicia, podr¨ªamos habernos ahorrado tiempo, energ¨ªas y enfrentamientos, que de todo hubo y contin¨²a habiendo en la tierra del minifundismo, no solo, por cierto, agrario. Se ha llegado a apostar por soluciones in¨¦ditas, de tr¨¢nsito unidireccional, con probable p¨¦rdida total o parcial de los servicios centrales, con riesgo de bancarizaci¨®n, es decir, apostando por un SIP, con tal de no ser c¨®mplices de una absorci¨®n que, a estas alturas, sabe todo el mundo que la cosa no va de hacer cautivos.
Con fusi¨®n o sin ella, la reestructuraci¨®n laboral en las cajas es inevitable
Lo preocupante es ver c¨®mo parece no importar que se pierda una palanca potente para operar en el tejido empresarial gallego y atender las necesidades de las familias, alegando "robos" territoriales, afrentas nebulosamente metaf¨ªsicas y no s¨¦ cu¨¢ntas cosas m¨¢s. Porque las cajas tienen un plus que es ajeno a la banca privada, consistente en su doble funci¨®n financiera y social, que se cumplir¨¢ mejor si se tiene aut¨¦ntica capacidad y solvencia por un lado, y un compromiso m¨¢s compartido, a trav¨¦s de representantes genuinos de la sociedad. Asombra as¨ª que se confunda politizaci¨®n con presencia de la ciudadan¨ªa, que no deber¨¢ interferir en la gesti¨®n profesionalizada -imprescindible, en cualquier caso-, pero que s¨ª habr¨¢ de garantizar la coherencia entre el negocio bancario y la naturaleza de estas entidades.
Sin cajas la exclusi¨®n financiera de una proporci¨®n de la poblaci¨®n ser¨ªa segura y si, aun habi¨¦ndolas, la cabeza decisoria est¨¢ lejos, tambi¨¦n lo estar¨¢ la sensibilidad ante necesidades y proyectos viables, pero que habr¨¢n de competir en plano desigual con alternativas m¨¢s pr¨®ximas a los intereses de las matrices. Por no hablar del efecto multiplicador del cr¨¦dito sobre el crecimiento econ¨®mico territorial, que es bastante superior en las cajas que en el promedio del sector y que se volver¨ªa m¨¢s d¨¦bil.
Utilizando par¨¢metros estrictamente t¨¦cnicos, de los datos que se han ido conociendo parece desprenderse que podr¨ªamos construir una caja que escalar¨ªa puestos en el r¨¢nking por volumen de activos, que ser¨ªa significativamente m¨¢s solvente, que en 2015 alcanzar¨ªa una rentabilidad media superior a de la del sector y con una diversificaci¨®n del pasivo que rebajar¨ªa la dependencia de mercados mayoristas. Sin duda habr¨ªa que recurrir al Fondo de Reestructuraci¨®n Ordenada Bancaria (FROB), que para eso se cre¨®, pero con ello se lograr¨ªa una adecuada recapitalizaci¨®n, sin sobrepasar el l¨ªmite del 2 % de los activos con riesgo y sabiendo que en cinco a?os se saldar¨ªa la deuda con ese fondo. Y en cuanto a la Obra Social, ya podr¨ªan destinarse a esa finalidad unos 300 millones de euros hasta 2015.
Sin embargo, existen dos argumentos en contra de la fusi¨®n que merecen alguna aclaraci¨®n. En primer lugar, la hipot¨¦tica merma de competencia, al pasar de dos cajas a una. Bueno, podemos darnos un paseo por cualquier ciudad o cabecera de comarca en Galicia para comprobar el grado de penetraci¨®n de la banca y de cajas de fuera, por no hablar de la oferta progresiva de canales de distribuci¨®n de entidades de cr¨¦dito por Internet y por tel¨¦fono.
La otra cuesti¨®n parece de mayor consistencia: se cerrar¨ªan 280 oficinas y se ajustar¨ªan las plantillas en 1.296 empleos. Contemplemos, no obstante, la situaci¨®n del sector al respecto: hace 25 a?os los bancos ten¨ªan 175.000 trabajadores y hoy son, aproximadamente, 115.000. Las cajas, por su parte, empleaban a 65.000, incrementando su n¨²mero hasta los 135.000 de hoy, m¨¢s o menos. Y no s¨®lo eso, sino que sobredimensionaron su red de oficinas en una interpretaci¨®n muy optimista del ciclo. Por lo tanto, con fusi¨®n o sin fusi¨®n, el arreglo laboral es inevitable.
En cualquier caso, hace unos d¨ªas los medios nos ofrecieron la imagen representativa de una voluntad claramente mayoritaria de partidos pol¨ªticos y sindicatos, y no cabe suponer que estas organizaciones decidan sin informaci¨®n y sin an¨¢lisis. La presencia sindical result¨® especialmente elocuente. Todos ellos abogaban por la fusi¨®n, casi al mismo tiempo que el Gobierno central anunciaba un recurso a la ley gallega de cajas. Est¨¢ en su derecho, pero estoy seguro tambi¨¦n de que es inoportuno y susceptible de una interpretaci¨®n partidaria.
Llegados a ese punto, mostradas ya voluntades y competencias, es hora de que, sabiendo como se sabe que lo que quiere el Gobierno gallego lo desean la mayor¨ªa parlamentaria y los representantes de los trabajadores, se sienten ambos ejecutivos y limen diferencias. A no ser que las posaderas de los gallegos hayan de apandar con los rigores constitucionales, mientras otros reciben leves linimentos bals¨¢micos en forma de consentimiento.
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